Por Redacción
Mientras Javier Milei se pasea por Estados Unidos para hablar ante empresarios e inversores de dudosa reputación sobre las bondades de su experimento económico, la fábrica de cerámicas Ilva Porcellanato, ubicada en el Parque Industrial de Pilar, cerró sus puertas y 300 empleados quedaron en la calle. Los trabajadores se concentraron frente al establecimiento para reclamar explicaciones sobre su situación laboral.
El viernes 29 de agosto, la empresa comunicó a los trabajadores mediante telegrama que cesaría su actividad. Según los empleados, se enteraron del cierre al llegar a sus puestos de trabajo y encontrar las puertas bloqueadas. Los trabajadores despedidos denunciaron que la firma había intentado modificar el régimen laboral vigente, que consistía en cuatro días de 12 horas y cuatro de descanso, para reemplazarlo por un esquema de seis jornadas laborales y un día de descanso.
La modificación implicaría una reducción del 30% en los salarios y recortes en beneficios como alimentación, transporte y cobertura médica. Una fuente que participa de las protestas y que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias, sostuvo que “hace una semana que la empresa ha decidido el cierre definitivo de su actividad productiva. Notificó que cerraba su producción poniendo un candado en la puerta y aduciendo que supuestamente esta semana iba a mandar telegramas de despido. El 1 de septiembre empezaron a llegar esos telegramas”.
Ilva Porcellanato había presentado un Procedimiento Preventivo de Crisis ante el Ministerio de Trabajo bonaerense, que fue rechazado. Sin embargo, la reciente adquisición de nueva maquinaria generó dudas sobre la supuesta situación económica de la empresa. El cierre del establecimiento afecta directamente a numerosas familias y abrió un conflicto laboral, mientras los empleados analizan acciones legales y gremiales para proteger sus derechos. En tanto, desde el gobierno libertario se desatienden de los problemas sociales que generan las políticas de ajustes y recesión.