Opinión

La Justicia Social y el Trabajo en el Siglo XXI

*Por José Carlos Rosario Sánchez

Del 6 al 16 de junio se llevó a cabo la centésimo-onceava Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra, Suiza. Este evento, que es organizado anualmente por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), como es costumbre, contó con la participación de diversas centrales sindicales, organizaciones patronales y delegaciones de diversos gobiernos de alrededor del mundo, esto en el espíritu del tripartismo con el que fue fundada originalmente en 1919.

En esta edición, se dieron una serie de intercambios sumamente interesantes, ello pues nos encontramos en un periodo considerablemente movido en términos político-sociales, y no en pocas ocasiones el estrado de la Conferencia se convirtió en lugar de denuncias y acalorados debates entre los representantes, siendo un ejemplo interesante de esto el país del Perú, cuyas delegaciones obreras y patronales se enfrascaron en respectivamente atacar y defender el cuestionado gobierno de Dina Boluarte, esto pues la terrible crisis que acaece en este territorio latinoamericano sigue en vigencia.

Teniendo en cuenta el contexto agudo que se encuentra viviendo la humanidad en su conjunto, la OIT no ha tenido mejor idea que organizar una serie de eventos complementarios a la Conferencia donde expone su pensamiento institucional con respecto a la figura de la Justicia Social, concepto que se encuentra presente dentro de sus documentos fundacionales y que consiste más que nada en la necesidad de que la dinámica laboral en el capitalismo pueda darse en marcos dignos para todos los actores involucrados, y que la distribución de la riqueza sea justa en términos de que no haya desequilibrios que le otorguen beneficios excesivos a una parte mientras que a la otra solamente se le entreguen migajas de las cuales no podrá vivir adecuadamente.

Si bien el propósito expuesto en principio es noble, y el intento que hace la OIT para que la mayor cantidad de gobiernos apliquen determinadas políticas también lo es, este no puede cambiar una dura realidad que se debe asumir con entereza: la Conferencia es más que nada un foro de opinión y discusión, no es un organismo que de por sí imponga de manera unilateral obligaciones a los países. En esa línea, las declaraciones o promesas que los gobiernos puedan hacer en este evento internacional son solo eso: cuestiones puramente declarativas.

No es por despreciar en algún modo la publicidad que puede otorgar la tribuna de la OIT, la cual a su vez se encuentra respaldada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero debemos poner en orden la importancia de las cosas, el verdadero campo de batalla en donde materialmente se pueden cambiar las condiciones laborales y ámbitos relacionados es la política interior de cada país, siendo consecuentemente el actor llamado a encarnar las aspiraciones de mejora del cuerpo nacional los empleados, quienes a su vez se agrupan en sus respectivas unidades de reivindicación económica y elevación cultural: los sindicatos.

Históricamente hablando, muy pocas conquistas laborales que aúnen a la causa de la Justicia Social se han conseguido a través de solamente el diálogo, por el contrario, es constante en términos cronológicos la existencia de herramientas de presión que penden como una espada de Damocles sobre las cabezas de los empresarios y de las autoridades políticas. Ningún cambio ha podido ser sin luchas y sacrificios, la consecución de las 8 horas, la dación de leyes que reconozcan beneficios, etc. Más bien, justamente han sido los colectivos patronales los más tendientes a conjurar complots violentos a través de terceros para reafirmar su poderío en la sociedad. No se trata de asumir posturas extremistas, pero tampoco de ser ingenuos y no revisar la historia de los diversos pueblos del mundo.

La autoridad académica y moral que tiene la OIT inspira medidas más que nada técnicas para llegar objetivamente a un punto de bienestar general de la población, y eso es excelente, pero no se puede perder de vista que la llegada a ese objetivo que es la Justicia Social tiene un camino tremendamente accidentado y que obligatoriamente debe ser recorrido por los trabajadores, quienes a su vez el deber de educarse sobre los problemas que les aquejan a ellos, y por lo tanto a la patria misma.

 

 

 

 

 

*Director del Departamento de Derecho de la Revista  Laboral de Logos & Ethos. Miembro de la Federación de Estudiantes de Perú.

Fotografía de tapa: OIT,  Ismail Ferdous.

21/6/2023

 

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