Opinión

Al filo de la tormenta

Por Gustavo Ramírez

Paris ya no es la ciudad luz, ese espejo donde la aristocracia porteña se miró permanentemente como modelo a seguir. Francia arde.  Roubaix, Marsella, Borgoña, arden. Las molotov intimidan a Macron. El contrato social rueda con su cabeza al son de la Marsellesa mientas el fantasma de Robespierre se pasea en pelotas por entre los huesos humeantes de las tiendas de consumo. ¿Qué pasó? El capital se mordió la cola y le dolió.

¿Por qué la sexta temporada de Black Mirror resultó decepcionante? Simple. La realidad es mucho más atractiva, penetrante y atemorizante. Seduce. Sobre todo si lo que pasa ocurre a miles de kilómetros de aquí donde la intriga palaciega se desarma por desentrañar quien fue el maldito tramposo que le sacó el banquito a Daniel Scioli, justo cuando se estaba por sentar definitivamente.

Pero el grano en el zapato es Jujuy. Los pibes que estaban listos para la liberación crecieron, vieron el brillo fulgurante de las 30 monedas de plata y sucumbieron. Lo que pasa en el norte no amerita asistencia. Twitter y algún comentario de Malaston, el liberal “bueno”, alcanzan para sostener las convicciones calentándose a baño maría.

Es curioso como la mirada termina por se selectiva. El mapa geopolítico parece que tiene regiones que permanecen en la sombra, indetectables para el ojo humano. África parece ser una de ellas. Allí Estados Unidos con su aparato militar y pedagógico está demasiado activo avivando llamas de posibles incendios que después no podrá apagar. ¿Qué hay en África? Recursos naturales y mano de obra esclava. La vieja historia contada por nuevos narradores.

En una zona fronteriza en disputa entre Catamarca y Salta la empresa surcoreana Posco invirtió 1.600 millones de dólares para explotar litio. Los conflictos interprovinciales terminaron. Capital no es soberanía pero en un mundo donde los números selectivos mandan la ecuación no es muy difícil de hacer. El lito se convirtió en la meca de la producción de inteligencia artificial y Argentina en un agradable exportador de materia prima. El recurso es nuestro, también lo es la producción de riqueza, pero las ganancias son ajenas.

Los neoperonistas que se rigen por el andamiaje de la coyuntura electoral no se ubican en el mapa internacional. La moda del momento es insistir con la necesidad de producir exportaciones para generar ingresos en dólares. ¿Para distribución? No, para satisfacer las demandas de los organismos internacionales de crédito. ¿Qué es lo primero que se negocia? La explotación de litio. ¿Qué es lo último que se mejora? Las condiciones de vida de las personas que viven en la pobreza. A ello, un puñado de atorrantes le llama “política de alto vuelo”.

Francia no es Argentina. París no es Jujuy.  Nuestra gente es auténtica y tiene conciencia de su tierra. Pero Morales aspira a ser una especie de Macron.  En realidad el que más aspiraciones a eso tiene es Larreta. Que por estas horas no deja de actuar como un pusilánime. Mientras discurrimos sobre estas nimiedades la reforma constitucional del gobernador radical se esparce en los racismo de bala de goma que dispara la policía lumpen del sistema.

No hay discusión de fondo, aun con la evidencia sobre la mesa. Jujuy es abducida por el progresismo como un mero ensayo sociológico. Francia como un renacer de conciencia revolucionaria. Rousseau para principiantes. Pero es peor: Jean-Jacques para terapeutas de redes que asienten ante decisiones que los subyugan y toman otros.

Quiero Rousseau: te escribo esta líneas para decirte que logramos encolumnar a todo el peronismo detrás de los radicales y demoliberales que te rendirán honor mientras las papas no quemen. Ahí están los radicales de la ciudad. Pasen y vean como se cuecen las doctrinas en nombres de los pragmatismos. Evitemos ser Francia. Hombres de los burgos unámonos: ¡Igualdad, Fraternidad, Libertad!

Un ejemplo práctico. Sergio Massa afirmando sin ponerse colorado: “Cada dólar que juntamos nos hace más libres”. Quememos los libros  sobre San Martín, incluso lo podemos hacer sobre su tumba. Junto a nosotros hay quienes confunden a Keynes con Perón, a Rousseau con Judas. ¿Cuántos clavos en la cruz se pueden comprar con un puñado de dólares?

El último informe del Fondo Monetario Internacional precisó: “Según los pronósticos de base, el crecimiento caerá desde 3,4% en 2022 a 2,8% en 2023, antes de estabilizarse en 3,0% en 2024. Se prevé que las economías avanzadas experimenten una desaceleración del crecimiento especialmente pronunciada, desde 2,7% en 2022 a 1,3% en 2023”. ¿Quién creen que pagará la caída?

Según la Secretaría de Minería de la Nación “en los primeros cinco meses de 2023, las ventas de litio al exterior alcanzaron los 369 millones de dólares, lo que implicó un aumento interanual del 84 %. Es la mejor cifra de exportaciones acumuladas para el periodo enero/mayo desde que se tiene registro. Todo un récord”.

¡Guau! Todo un record. Entonces ¿por qué el 60 % de nuestros pibes vive en la pobreza? ¿Por qué más del 60 % de la población percibió ingresos por casi 124 mil pesos y no llega a fin de mes? A penas son unos número, sencillos, hasta si se quiere superficiales. Están ahí. Es todo un record. Una y otra vez entramos al mismo laberinto.

Hay algo más. Un poco más. Según las Naciones Unidas para el 2024 2,4 millones de refugiados necesitarán ser reubicados. “La cifra representa un 20% más que en 2023”. La geopolítica es también esto y al parecer la multipolaridad no se estaría enterando. La cuestión es que encerrados en nuestras cajas de cristal vemos el mundo a través del prisma de una pantalla LED. Es irónico, el temor por la aceleración que produce la Inteligencia Artificial nos mueve a la paranoia y sin embargo, ante estos datos, solo tiramos un puteada al aire.

“El dinero se gasta en hacer armas, y no en producir alimentos”, expresó el Papa Francisco hace unos días.  Parece una frase moralizante y sin embargo es una definición política. Hay distinto tipos de guerras. Estar endeudado para comer es entrar en una guerra. Luchar por la supervivencia cotidiana es una guerra. Es curioso, vivimos rodeados de ruidos tan altos que no escuchamos lo que tiene para decir el pueblo.

¿El peronismo ha perdido capacidad de escucha? ¿El peronismo perdió el GPS que lo llevó siempre a los barrios? En realidad el peronismo, su dirigencia, decidió alejarse de  Perón y cuando se alejó de él lo hizo también del pueblo. Aun así, no es mera subsistencia. Las cúpulas no son el peronismo.  Las máscaras que cubren los momentáneos lapsos de trastornos políticos, en la postura genuflexa de dirigentes de coyuntura, desconocen su religiosidad popular. Y ahí, ahí late el corazón que no se quiebra.

Judas, después de todo es un pobre tipo. El peronismo no se reduce a una parcela de tiempo encastrado como cuña en la memoria colectiva. La conciencia peronista sabe diferenciar entre el martirio del pueblo y los fariseos que negocian su carne en el mercado de la especulación política. El peronismo es algo más grande, como la fe del pueblo. No se pude ver pero se puede sentir cuando la tierra late, cuando un taller enciende su luz, cuando una madre le hace un matecocido con pan a su hija. Cuando un hijo abraza a su viejo porque sí un día cualquiera.

“Cada dólar que juntamos nos hace más libres”. El plural. Francia somos todos. Es algo estúpido, pero con cierto sentido: Las palabras se dejan caer. Adquieren un valor determinado según los argumentos que se quieran sostener. Muy pocas veces se repara que ellas también se pueden suicidar y a veces ellas se desnudan ante las 30 monedas de plata. Lo menos malo. La quimera del oro. Esbozos de la filosofía de la dependencia.

Cuando las cosas no salen bien uno suele mirar al cielo y despotricar contra Dios. Pero él no es el culpable de lo que ocurre por estos lados. No tiene la culpa si Gerardo Morales se arrodilla a la voluntad del amo con gases y balas de goma o si en nombre de la unidad que duele se pagan traiciones. La carencia de vocación nacional no puede ser endilgada más que aquellos que se acostumbraron  a nombrase a si mismos como representantes del liberalismo anglosajón.

Occidente arde. Algunos de nosotros todavía espera que un temporal apague la calamidad. Otros quieren usar las usinas de agua que ostenta Keynes desde la tribuna progresista. Los más, que no se resignan a ver la realidad desde las cuevas de la supervivencia, peregrinan a paso firme hacia el camino que conduce a la liberación para bajar al “Nazanero del madero”.

Es simple. Si la crisis es civilizatoria lo que arde al mismo tiempo que occidente es el contrato social que los subyuga. La verdadera grieta es que la surca a la democracia liberal. En este contexto algunos deberán tomar nota de que la liberación nacional no se compra con dólares, lo que se adquiere con ese dinero es la miseria del pueblo, la liberación nacional se conquista.

 

 

 

 

Dedicada al Mono Torretta, porque los que luchan nunca se van

 

 

30/6/2023

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