Opinión

Debate presidencial: Lo bueno, lo malo, lo feo

Por Gustavo Ramírez

El Centro de Convenciones Provincial Forum de Santiago del Estero fue el escenario, el último domingo,  donde se desarrolló el primer debate presidencial de cara a las elecciones del próximo 22 de octubre. Sergio Massa, Patricia Bullrich, Javier Milei, Juan Schiaretti y Myriam Bregman, pudieron exponer sobre sus programas de gobierno de acuerdo a lo establecido por la Cámara Nacional Electoral.

Durante la noche del domingo se evidenció lo que se ha observado a los largo de la campaña electoral, por parte de algunos candidatos: la ausencia de contenido político, dificultades para enunciar sus plataformas electorales y una preponderante vocación al chicaneo banal. En ese contexto, quien mas armado se mostró fue el actual Ministro de Economía, que si bien no se apartó del guión establecido por sus asesores, supo aprovechar algunos minutos para exponer lineamientos de su plan de gobierno.

La solemnidad demandada por la ocasión diluye la discusión madura que pretende de estos espacios. La mayoría de los participantes agotó su derecho a réplica rápidamente lo que mostró la ansiedad que reinaba en el recinto por exponer las falencias del contrincante. El “coucheo” devino, en varias oportunidades, en sobreactuación. En tal sentido, el debate se estancó en acusaciones cruzadas sin contenido propositivo.

Los ejes abordados en esta ocasión : Economía, Educación y Derechos Humanos y convivencia, también fueron absorbidos por cruces previsibles y lineales. No obstante, quedó en evidencia que aquellos candidatos que pueden mostrar gestión y administración pública, como Schiaretti y Massa, contaron con un piso más sólido para afrontar cada uno de los temas abordados. La política es hacer, más que relato, y esto se puso de relieve en cada una de las exposiciones.

En ese contexto, tanto Patricia Bullrich como Javier Milei tuvieron dificultades para comunicar cuales son los puntos salientes de sus programas en cada eje temático. En tanto, Myrian Bregman, quedó atrapada en el universo de la denuncia permanente, cuando intentó algún esbozó propositivo cayó en el hueco intrascendente en el que suele caer la izquierda trotskista en Argentina.

La representante de la izquierda eligió confrontar en todos los frentes, sin embargo, se centró en comparar al peronismo con la “derecha” lo que evidenció la dificultad histórica que tiene el sector para evidenciar la representación mayoritaria de los sectores populares. Su dificultada para acumular votos, en los espacios concretos, la lleva a desvirtuar toda potencialidad popular y termina por erigirse como la “salvadora” de un universo demasiado idealizado. La comodidad de la ausencia de representación masiva la llevó a caer en el facilismo de la denuncia y en las consignas de barricadas imaginarias.

Por otro lado, el candidato de la Libertad Avanza sobreactuó la corrección política en las formas, temeroso de quedar como un expositor violento ante la opinión pública. Su papel exagerado no le alcanzó para ocultar su desprecio por las formas del debate. Su expresiones físicas, grotescas por cierto, se resumieron en ademanes despectivos cuando uno de los interlocutores lo interpeló. Milei se presentó como una caricatura de Milei en un escenario que no le sienta cómodo.

Por otro lado, su aporte argumentativo fue deficiente en términos expositivos, más allá que repitió lo que dice en cada oportunidad mediática que tiene sobre los temas tratados en el debate. Su máscara cayó cuando Massa le pidió que se disculpe por sus dichos contra el Papa Francisco. El verdadero Milei afloró con virulencia pero sin aporte significativo. Encerrado sobre su propio narcisismo ideológico, el candidato de la Libertad Avanza, trastabilló con sus propios pasos en un tema que lo sacó de eje. Tampoco mostró nada nuevo en cuestión de derechos humanos, su postura reaccionaria lo condujo a repetir falacias históricas cayendo en un vacío exponencial que produce un rechazo generalizado.

Patricia Bullrich fue la quedó más expuestas. Sus limitaciones expresivas son proporcionales a las dificultades que tiene su programa neoliberal para hacer pie en el conjunto social. La ex Ministra de Trabajo de la Alianza no culta su vocación por el autoritarismo, al que confunde con vigorosidad política. Al mismo tiempo, denota dificultades para explicar a ciencia cierta su plan económico. “Apretada” tanto por Massa, como por Milei, la ex Ministra de Seguridad, replicó con chicanas para eludir la posibilidad de dar explicaciones de fondo que parece no conocer.

La candidata de Juntos por el Cambio  no solo se mostró errática y confundida, sino también desesperada. La ronda el fantasma de la derrota y ello se plasmó en cada una de sus intervenciones. Cada una de sus exposiciones redundó en un mendigar votos lo que la dejó vulnerable frente a sus interlocutores. Bullrich actuó como un boxeador al que le entran todas las manos, manos que le duelen y lo dejan al borde de nocaut y sin embargo sostiene una sonrisa socarrona para mostrarle al público que no está mal. La ex funcionaria macrista reiteró su subestimación al electorado y quedó muy cerca de besar la lona.

Por otro lado, Schiaretti , si bien jugó con la posibilidad de mostrar gestión, se arrinconó en una exposición que se emparentó más con una campaña turística en favor de su provincia que en un debate político. La corrección se lo fue comiendo de a poco hasta diluirlo. Su presencia en este debate pareció sobrar tanto que sin no hubiera intervenido nadie lo habría notado. Su aventura como candidato presidencial será fácilmente por su propia intrascendencia en la actual coyuntura política.

Massa se vio favorecido por la insolvencia de sus contrincantes. Si bien la solemnidad lo ató por momentos su solvencia discursiva y la potencia de sus actos le permitió sortear con altura cada uno de los atolladeros en lo que sus rivales pretendieron hundirlo. El candidato de Unión por la Patria consolidó su exposición a través de su capacidad política. Supo sintetizar sus proposiciones con claridad y expuso a sus contrincantes sin agredirlos. Reiteró su llamado a la unidad nacional, propuesta que rechazaron Bullrich, Milei y Bregman. Schiaretti se mostró más permeable a dicha proposición.

El actual Ministro de Economía sintetizó su propuesta económica, como lo viene haciendo durante la campaña en el lineamiento Trabajo, Productividad, Desarrollos y Equilibrio Fiscal. No obstante, reiteró que su potencial gobierno no dará lugar a la especulación financiera, propuso baja impositiva para PYMES y productores industriales y destacó la centralidad de una mesa de trabajo tripartita compuesta por empresarios, trabajadores y Estado. En educación, volvió a promover la modernización del sistema educativo y en términos de Derechos Humanos destacó lo hecho por Argentina hasta el momento y prometió profundizar ese camino.

El debate presidencial se puede reducir en una forma ordenada de spots de campaña. No es más que un formato importado que suma poco para un electorado despolitizado y aporta condimentos reciclables para el espectador que sí lo está. Habrá que ver cual es el impacto real de la jornada para el cuarto eslabón de la cadena electoral que suele ser dejado de lado últimamente por el análisis político que son aquellos votantes que decidieron no ir a votar y los que votaron en blanco.

¿Qué puede aportar un debate de estas características , sin demasiado contendido de fondo, suscripto a las formas de la corrección política y en un escenario dónde cada una de las propuestas está claramente marcada y puntualizada? La respuesta quedará a merced de la opinión personal. En el mientras tanto se alimentan de esto programas de TV, de radio o columnas como estas. Además de nutrir de sutil ironía a redes sociales. El próximo domingo la película presentará su secuela, pero todo comenzará a definirse el 22 de octubre.

 

 

 

 

 

Fotografías: Agencia TÉLAM

2/9/2023

 

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