Internacionales

Rusia: Una fortaleza sitiada

*Por Guadi Calvo

Occidente insiste en dar por cierta e imponer la teoría, a esta altura ya certeza, de que el ataque del pasado viernes veintidós contra el Centro Comercial de Crocus fue obra de un comando del Daesh Willat Khorasan. La khatiba, terrorista que desde 2015, transportada desde Siria por la CIA según la inteligencia iraní, al norte de Afganistán para generar foco de oposición al talibán dentro del contexto fundamentalista.

Desde entonces, hasta la actualidad, la Willat concentró sus acciones exclusivamente contra las formaciones del talibán, entonces en guerra con el invasor norteamericano, y a partir de agosto de 2021, lo sigue haciendo contra el gobierno de los mullah, instalado en Kabul después de su victoria.

Aunque para Moscú, a medida que el humo y el polvo se disipan de las ruinas del Crocus City Hall, parece confirmar la primera teoría que a todos les surgió apenas conocido el ataque, la cual señalaba a Ucrania como el principal sospechoso. (Ver: Ucrania: El laberinto de Crocus.)

Más allá de que el propio Daesh haya reconocido su responsabilidad, ya sabemos que es una táctica constante hacerse cargo de cualquier operación, más allá de ser o no responsables, para usufructuar la publicidad que le pueda brindar cualquier ataque exitoso y mucho más en una operación de semejante envergadura, como la de Crocus, con la que consiguen atraer a sus filas nuevos reclutas y más financiadores, claro.

Si bien es cierto que a principios de marzo el Servicio Federal de Seguridad (FSB, sus siglas en inglés) frustró un ataque contra una sinagoga en la región de Kaluga, próxima a Moscú, presumiblemente de elementos kazajos vinculados a la Willat, y la embajada estadounidense en Rusia había advertido a sus ciudadanos sobre la inminencia de un ataque de magnitud en la capital rusa, sin explicar el origen de dicha información, es claro que los servicios norteamericanos han estado trabajando muy fuerte, por lo menos en Moscú. Por lo que no es descabellado sospechar que, desde ese mismo lugar, o uno muy próximo, haya salido la cobertura a los terroristas del viernes.

La primera sospecha fue considerar que, si bien habrían operado muyahidines, pudieron hacerlo a cuenta y orden de una “potencia extranjera” que financió el ataque y aportó la inteligencia para ejecutarlo. Los exhaustivos interrogatorios a los que están siendo sometidos los once detenidos, en horas posteriores a la masacre, pueden incluso no aportar mayor información, ya que en la mayoría de estos grupos actúan de manera compartimentada y reciben órdenes por alguna vía electrónica de alguien a quien no conocen.

En su momento, no dejó de extrañar que los terroristas no se hayan martirizado utilizando chalecos explosivos, granadas o los famosos artefactos explosivos improvisados o IED, por sus siglas en inglés, relativamente sencillos de fabricar, ya que es una materia básica en todos los manuales del “buen terrorista”, para lo que contaron con tiempo suficiente para su fabricación.

Por otro lado, no se entiende que, sabiendo su plan, hayan dejado pasar la oportunidad de ocasionar muchas más víctimas mortales que las 137 que hasta ahora se han producido, pudiendo haber generado muchas más, teniendo en un salón cerrado a más de seis mil personas, el doble del total de los muertos en los ataques a las torres de Nueva York. Lo que hace suponer que los “muyahidines” pensaban más en el escape que en generar el mayor daño posible, como es el estilo de estos grupos y por ningún momento les pasó por la cabeza inmolarse.

Según la inteligencia rusa y muchos analistas, ha sido el GUR (Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa de Ucrania) quien organizó y financió el atentado. Si bien ha sido entrenada por la CIA, la inteligencia ucraniana sigue siendo un torpe remedo de sus maestros, ya que ha cometido una serie de importantes errores al intentar dar verosimilitud al ataque “yihadista”.

Las especulaciones han ido en un brusco in crescendo desde el mismo viernes, lo que sigue convirtiéndolo en el principal sospechoso. El GUR es verdad que en muchas operaciones se ha asociado a terroristas “islámicos”, en su “amistad” cimentada durante los primeros meses de la Operación Especial rusa en Ucrania, cuando cientos de sus milicianos, bien pagados, llegarían a sus territorios a luchar contra el ejército ruso.

Se cree que esta “hermandad” fue responsable del asesinato en agosto de 2022 de la periodista Darya Dugina, hija de Alexander Dugin, uno de los más importantes intelectuales rusos que han acompañado desde siempre las políticas del presidente Vladimir Putin. Además, el GUR fue responsable del ataque con un camión bomba en el puente de Crimea en julio del año pasado, y del atentado en abril de 2023 que costó la vida de Vladlen Tatarsky, un popular bloguero pro Putin, cuando se encontraba en un café universitario de la ciudad de San Petersburgo; en el atentado además hirieron a más de cuarenta personas.

El GUR también opera junto al grupo terrorista como el Cuerpo de Voluntarios Rusos, ultraderechistas perseguidos por la justicia rusa, con vinculaciones con el Daesh, y también con extremistas tártaros de Crimea y los pocos sobrevivientes de los grupos neonazis nativos, exterminados por el ejército ruso.

Mano de obra extranjera

Se conoció que los cuatro detenidos en la región de Bryansk, a 390 kilómetros al suroeste de Moscú y a unos 120 de la frontera de Ucrania, a las pocas horas de los hechos, cuando se dirigían en auto hacia la frontera ucraniana, son de origen tayiko. Al parecer, no fue necesario presionarlos demasiado para que confesaran que habían sido reclutados desde un canal radical de Telegram un mes atrás para perpetrar la acción criminal.

Si bien los cuatro sujetos ya habían sido detectados como radicales islamistas, no tenían vínculos con la Willat. Para llevar a cabo el ataque, utilizaron armamento que estaba escondido en un lugar determinado. El pago fue de unos cinco mil dólares, que se habría realizado vía tarjeta de débito.

Se estima que se han reclutado nacionales tayikos debido a los resentimientos que han quedado contra Rusia tras la guerra civil (1992-1997) de la Oposición Tayika Unida (OTU), una alianza entre nacionalistas e islamistas apoyados por el Pentágono contra las fuerzas gubernamentales del presidente Emomali Rahmon, respaldado por Moscú, Uzbekistán y Kirguistán.

Otros de los factores que decidieron al GUR elegir ciudadanos tayikos es que estos no necesitan visa para ingresar a territorio ruso, por lo que se pueden movilizar con suma facilidad en ese territorio. Según la inteligencia rusa, si estos terroristas hubieran llegado a cruzar la frontera ucraniana, agentes de la GUR estaban esperándolos para ejecutarlos y hacer desaparecer sus cuerpos, para eliminar cualquier prueba que pudiera incriminar a Kiev con el atentado.

Ahora la prensa internacional concentra su mirada y se espanta por los notorios magullones que muestran en sus caras los cuatro detenidos cuando fueron presentados públicamente en un tribunal de Moscú ante el mundo entero, sin intentar disimular en nada los rastros de los castigos a los que fueron sometidos.

Sí, bien debemos coincidir en que los cuatro terroristas: Dalerdzhon Mirzoyev, Saidakrami Rachabalizodu, Shamsidin Fariduni y Muhammadsobir Fayzov, han sido fuertemente castigados por las autoridades en el momento de su detención. ¿Abuso policial? ¿Violación a los derechos humanos? Si es cierto, no se justifica.

Pero también, y sin ánimo de disimular nada, tenemos que reconocer que los cuatro tayikos lucen casi rebosantes de salud y bienestar si se los contrasta, solo por poner un ejemplo, de los miles que existen, con los 137 muertos de Crocus, los más de cincuenta mil civiles asesinados en Palestina, entre ellos unos once mil menores, y con un poco más de dignidad que los presos de Abu Ghraib. Crímenes por los que Occidente jamás se ha hecho, ni se hará cargo, ya que, de cada guerra, ha hecho una guerra sucia.

Sabemos que Rusia está bajo fuego, y no solo en Ucrania, que sus enemigos son muchos y poderosos, y que cada día está en juego su propia existencia como nación, el viejo imperio de los zares es una fortaleza sitiada. Por lo que, como ha dicho Ignacio de Loyola: “En una fortaleza sitiada, cualquier disidencia es traición”, y así se debe pagar.

 

 

 

 

 

*Escritor, Periodista, Analista Internacional: especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

 

 

 

27/3/2024

Subir