Opinión

Perro amor explota

*Por Dionela Guidi

Tras los dichos de la ex presidenta en La Plata respecto de una reforma del sistema de salud, comenzaron los interrogantes dentro del ámbito público y privado sobre cuáles serían las implicancias de una supuesta reforma. Trabajadores del IOMA mencionaron como posible prueba piloto la gestión de Homero Giles, hombre de Kreplak y de la Fundación Soberanía Sanitaria.

Casualidades de la vida, con las tensiones en ascenso, uno de los personajes más oscuros de periodismo tuvo un “desliz” radial que culminó con el ministro de salud de nación eyectado de su cargo.

No sé trata de hacer una defensa corporativa de las gestión sindical de las obras sociales, sino de una defensa del modelo de vida y de organización que los peronistas le hemos propuesto al pueblo argentino.

Perón mencionó (y accionó en consecuencia) la importancia de que el Estado acompañe a los sindicatos en la gestión de instituciones que tengan el mayor alcance posible dentro de la sociedad. Lo que el Estado hacia en grande, los sindicatos lo replicaban en menor escala para sus afiliados. Así, los sindicatos pasaron a gestionar sus viviendas, centros recreativos, los primeros centros de salud y educativos.

Representó la puesta en marcha del modelo de comunidad organizada, dónde las instituciones intermedias, cómo los sindicatos,(el pueblo libremente organizado) eran el corazón del vertebramiento social.

Fueron los sindicatos quienes asumieron mayores compromisos con la salud de los trabajadores cuando derrocaron a Perón y comenzó el desmantelamiento de las instituciones creadas por el peronismo.

Fue la dictadura del ’76 quien intentó estatizar los fondos de las las obras sociales sindicales a través de la ley 22269 (que no se llegó a instrumentar) en su plan terrorista por destrozar el modelo sindical, al mismo tiempo que derogó la Ley Nacional de Sistema Integrado de Salud del último gobierno peronista.

Sin idealizaciones y sabiendo las muchas falencias que presenta la salud en la Argentina, en particular el derrotero de la gestión de algunas obras sociales, es difícil imaginar en este contexto un modelo de estás características que no suponga la universalización de prestaciones miserables para hacerse de cuantiosas cajas, vistas como botín de guerra en la contienda política.

De ser así, de confirmarse los pronósticos, estaría siendo hora de que el mundo del trabajo recupere su rol histórico y abandone la subordinación obligatoria en la que se encuentra sumergido desde hace décadas.

La salud debe ser un eje central de la discusión, entendiendo el estado paupérrimo en el que encuentra, a pesar de los muchos esfuerzos que sus trabajadores realizan para garantizar este derecho a toda la población.

El camino hacia una reforma de salud es un camino sinuoso dónde se tocan intereses poderosos internos y externos. El mismo proyecto Liotta del tercer peronismo no estuvo excento de conflictividad, y para el caso de obras sociales síndicales terminó asumiendo la adhesión voluntaria de las mismas.

Cuando la discusión viene barajada por quién se engulle los recursos, difícil que traiga buenos resultados para las mayorías. Es bueno recrear las épicas que marcaron la historia de nuestro movimiento; sería bueno comenzar por la creación de trabajo digno y que cada familia pueda ganarse su sustento.

Agitar simbologías con el único norte de ocupar espacios y recursos, sin proyecto claro y en medio de una profunda crisis social y económica recuerda a las palabras de Marx, “la historia ocurre dos veces, primero como tragedia y luego como comedia”.

El modelo de la comunidad organizada entendía al Estado como como brazo ejecutor del proyecto nacional, apuntalando a las organizaciones intermedias para robustecer al conjunto de la sociedad y no sirviéndose de ellas para robustecer su aparato político.

 

 

 

*Integrante de la Federación del Trabajador de las Universidades Nacionales. Autora del libro: Perón la palaba realizada.

22/2/2021

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