Opinión

Mejor que decir es hacer

Por Gustavo Ramírez

 

“Y entre los males y los desmanes
hay cierta gente que – ya se sabe -,
saca provecho de la ocasión;
comprando a uno lo que vale dos
y haciendo abuso de autoridad
se llevan hasta la integridad”
Víctor Heredia: Informe de Situación

 

Muchos libros progresista se quemaron el último domingo. Las categorías abstractas no alcanzan para abordar los problemas reales de la gente de carne y hueso. Tampoco la militancia cómoda de  redes sociales. Seguramente, en este período, más allá del diagnóstico se han sobredimensionado los microclimas sin tener una mirada más profunda sobre aquello que se denomina territorialidad pero que no logra ubicar con precisión.

Milei supo sacar provecho de un malestar que ya no estalla a viva voz sino que corre por los ríos internos de  un universo que el discurso político suele subestimar, tanto como soslayar. Se perdió demasiado tiempo en priorizar clases magistrales en vez de prestarle oído a los más humildes. Francisco afirmó que los pastores tiene que oler a ovejas. La dirigencia política del campo nacional y popular confió demasiado en los perfumes del sistema sin percatarse que después de la Pandemia de COVI-19 este demostró un agotamiento determinante y empezó a oler peor de lo que ya lo hacía.

Un alto porcentaje del electorado, un 77 % estimó el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, valoraba negativamente la gestión del gobierno antes de la PASO. Sin embargo, el frente que conforma la coalición gobernante decidió mantener la interna abierta, mientras los índices de inflación y de pobreza se mantenían en alza. Es decir: para afrontar estas elecciones faltaron políticas estructurales que cambiaran decididamente la ecuación de la situación social. En esa línea, durante estos cuatro años de gestión se decidió avanzar con un permanente subsidio a la oferta y asistencialismo a los pobres.

Otro de los elementos que permitió el crecimiento de Milei fue el corrimiento de la escena política-social y cultural del modelo de gobierno del trabajo. Lo que se sostuvo fue la empleabilidad pero el trabajo dejó de ser el elemento constitutivo y el ordenador social de la ejecución política. Durante este período, las discusiones y los debates se impartieron desde la conceptualización liberal contractualista y no desde los principios doctrinarios de la comunidad organizada.

Al mismo tiempo, las Organizaciones Libres del Pueblo, como pasó en el período 2011-2015, ocuparon un lugar secundario, de subordinación, en el esquema desarrollista que se eligió para transitar una administración de gobierno que siempre fue visto como de transición. La confusión ideológica y política que se plasmó en la fase discursiva se desprendió de los significantes simbólicos pero también de acciones concretas dirigidas a mejorar las condiciones de los más pobres y de la clase trabajadora.

Milei no es un fenómeno, tampoco expresa lo nuevo, así como de la misma manera no es una figura anti-sistema. Es simple, los libertarios son el sistema en cierta medida. El Foro de Davos, el Club de Bilderberg, entre otros abrevaban en estas corrientes. Son la Escuela de Chicago y la expresión definida de materialidad del capital financiero. Por eso, tal vez sea necesario redefinir al propio candidato de La Libertad Avanza como un neomenemista.

La elección del domingo interpela de abajo hacia arriba. Sobre todo porque prefigura, en cierta medida, el advenimiento de un cambio cultural. El relato progresista de la inclusión social quedó desarticulado ante una realidad que demuestra en cada esquina el quiebre de las periferias. Los que fueron descartados con el macrismo no volvieron a ser incorporados al sistema con este gobierno, a pesar que no se perdieron derechos adquiridos. Pero la reconfiguración de la matriz de trabajo y de la empleabilidad demostró que en este esquema no hay lugar para todos. Sobre todo porque el desarrollismo también terminan en mercado y no en la reorganización social.

La suba de la taza de empleabilidad se sustentó por una porción de trabajadores y trabajadoras que se unieron a la matriz del empleo pero desde la precariedad. Por otro lado, como bien lo confirman los cuadros de los Movimiento Populares, existen al menos dos generaciones de jóvenes entre 14 y 25 años que no vio trabajar a sus padres o los vio inmersos en el mercado de la precariedad. Esos problemas estructurales explican en cierta medida a un segmento del electorado del último domingo.

Allí caló el discurso de Milei. En un imaginario que fue atiborrado de programas de la corrección política que no terminaron de solucionar problemas cotidianos. Si el kilo de vacío supera los tres mil pesos en una carnicería de barrio no hay lugar para las discusiones de superestructura. Es más, a simple vista da la impresión que al electorado del libertario no le interesa mucho de donde viene ni lo que propone. Dice lo que muchos piensan desde hace tiempo: “los políticos y la política no sirven para mejorar sus condiciones de vida”. Puro sentido común.

La derrota del último domingo es política pero no definitiva, es cierto. Pero pone de relieve que la batalla cultural se perdió en la medida que la coalición gobernante ahora y el kirchnerismo antes, fueron perdiendo identidad. La bronca contra el peronismo ganó terreno porque no se construyó identidad popular más allá de estereotipos prefabricados en una narración de significante vació. En la década ganada y ahora los grandes ausentes del relato y de la acciones políticas fueron los pobres y las y los trabajadores empobrecidos.

Milei encontró un nicho que abandonó el campo popular que, en términos electorales, viene perdiendo votos desde el 2019. Por eso es difícil sostener que hay un giro “hacia la derecha del electorado”. Hay una fuga de votos propios porque no hubo ni hay respuestas concretas a demandas efectivas. Vale aclarar, que los sectores populares soportan el peso de la crisis desde el 2015. Lo cual son ocho años de deterioro, ¿cómo es posible que nadie se percatara de qué esto en algún momento podía tener un costo?.

Milei expresa el voluntarismo social que se quedó sin lugar. Está claro que él promete lo que no va a cumplir. Su programa es explícito: sus propios votantes tampoco van a tener lugar en ese modelo. Por lo que la esperanza que puede representar es absolutamente acotada al momento coyuntural. Ahora bien, está claro que si la respuesta oficial, tras el resultado electoral es comenzar la semana con una devaluación del 22 % y no frenar la operación de suba de precios, el problema se agudiza.

Es cierto, a Milei no lo vimos venir y no creíamos que podía superar el 15 % de votos. Pero sí fuimos capaces de advertir que ganar una elección no significaba la derrota final del neoliberalismo en Argentina. Ahora, estamos al borde de una restauración neomenemista y lo peor que se puede hacer es entrar en pánico. A pesar de las contras el piso electoral de Unión por la Patria no es malo, todavía puede sumar, sobre todo en aquella porción del electorado propio que decidió no ir a votar. Pero esta vez las señales tienen que ser claras, primero porque en UP ya no hay dueños de votos y segundo porque ese segmento de votantes hizo valer su peso por lo que reclama acción.

El último domingo, Milei, le declaró la guerra a la Justicia Social. La llamó aberración. Ninguno de los dirigentes de Unión por la Patria tuvo la capacidad de reaccionar con vehemencia para defender el esencial principio peronista. El libertario les mojó la oreja pero ellos respondieron con discursos alfonsinistas, una patología que se reprodujo en todo este período.

Pero no hay nada definido aún. El comportamiento del candidato más votado en las PASO es casi lógico. Se siente ganador. Sin embargo, no está dicha la última palabra. Mientras en las cúpulas existe un silencio atronador en las bases hay necesidad y voluntad de reorganizarse, está misma base es la empieza a exigir que sean los dirigentes quienes también militen la campaña. El destinos de Unión por la Patria depende de Unión por la Patria: Si Massa va a seguir siendo Ministro de Economía tendrá que demostrar con hechos ahora que de verdad es el representante de la defensa del salario y del trabajo. Después de todo mejor que decir es hacer.

 

 

 

 

 

16/8/2023

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