Opinión

Ojos bien abiertos.

*Por Gustavo Ramírez

 

Pasado el shock de la sorpresa se plantean interrogantes de cara a los tiempos cercanos. El impacto global del efecto político, en primera instancia, acercó voluntades inmediatas que describen, de cierta manera, la urgencia de la necesidad. Si bien aún la unidad no está plenamente consolidada el paso dado por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kicrhner encendió las luces que se proyectan sobre la ruta. La jugada fue inteligente y dejó con la boca abierta a propios y extraños, sin embargo, todo está por hacerse.

“Lo importante es que estos se vayan”, expresaba un amigo el pasado viernes. Por lo que se puede inferir que no era determinante, hasta el momento, las instancias de la fórmula. Pero la velocidad de los acontecimientos no da respiro. En menos de 24 horas el mapa y el territorio político se transformaron en la dinámica de lo pensado que se contrapone al deseo primigenio del que se vayan como esa especulación bilardista que denota la desesperación que ha generado la crisis económica.

Durante las primeras horas, tras conocerse la fórmula, el entusiasmo fue desbordante. No obstante, de inmediato surgió, como es costumbre desde un tiempo prolongado, el fuego amigo. Si la notica sorprendió al oficialismo que tenía toda una estructura de propaganda montada para hacer campaña no a favor de Cambiemos – que tiene poco y nada para mostrar – sino en contra de Cristina, descolocó como un huracán arrasador a los cristinistas ortodoxos que de ahora en más llorarán el fin de su ideología. Ese fuego amigo ostentó más reacciones de orfandad política que la elaboración profunda de la reflexión.

En cuanto al Movimiento Obrero las reacciones, hasta el momento, fueron bastantes homogéneas. Los pronunciamientos de Hugo Moyano referente del Frente Sindical para el Modelo Nacional, Héctor Daer Secretario General de la CGT, la Corriente Federal de Trabajadores y Hugo Cachorro Godoy, fueron coincidentes en el diagnóstico y también en el apoyo a la fórmula.

Las próximas horas serán importantes en términos de manifestaciones públicas sobre lo ocurrido por sectores que ha aun no se han expresado pero que están a favor de la unidad. Es imposible extraer al sindicalismo peronista de lo que ocurre en el ámbito político, algo natural en el espacio general de nuestro país. Es prematuro sacar conclusiones sobre los efectos que dicha noticia produjo en el campo sindical. Hay que esperar, nadie nada por cerrado y de ahora en más todo es posible si se abandona el universo de las malas informaciones y de las especulaciones.

Retomamos entonces. Si se despoja la situación de la impresión emocional existen planteos que involucran a diversos actores: ¿Cuál será el proyecto global de dicha fórmula? ¿Quién, en el eventual gobierno, ejercerá cómo ministro de economía? ¿Qué rol ocupará el Movimiento de Trabajadores? ¿Cuál será la participación estructural de las Organizaciones Libres del Pueblo? ¿Tendrá el trabajo un eje central en la reconstrucción, por ende, cuál será el futuro del trabajo? ¿Cómo se revertirá el actual proceso de destrucción de la matriz de contención social?  Puede ser aún demasiado temprano para desandar este camino, tal vez, pero el proceso de aceleración no circula a paso de hombre. Al optimismo que impulsa el entusiasmo hay que darle contenido porque los más necesitados tiene que saber de que se trata lo que viene y como los incluye.

Si se avecina un período de bilardismo político, donde el avance será de contragolpe y lento, mirando con febril interés el arco propio para no perder, habrá que interesarse en el equipo que pueda ejecutar ese juego. Claro, por el momento, esto entra solamente en el terreno de la hipótesis a partir de declaraciones de los protagonistas desde, a veces, segundas lecturas.

Son horas interesantes, intensas. El juego está abierto pero con definiciones contundentes, al menos en nombres. ¿Será en definitiva la hora del pueblo?

 

*Director periodístico de AGN Prensa Sindical.

 

 

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