Opinión

Un paro enorme contra la injusticia social, con la esperanza solidaria de la clase trabajadora.

*Por Gustavo Ramírez

El paro de la CGT demostró que el macrismo perdió legitimidad social para profundizar su modelo económico que no es solamente de ajuste. Su plan político se asienta en la base ideológica de un liberalismo obsoleto que solo es factible en la estructuración social asimétrica para favorecer al capital financiero. Es decir, para hacerse ricos a sí mismos.

Cambiemos respondió a la medida de fuerza nacional con el manual del buen samaritano republicano. El mismo que se rastrea en procesos históricos como la Revolución Francesa de 1789, donde se decreta la libertad de trabajo y de industria pero se abolirá cualquier especie de corporación gremial.

Por entonces, tal como reseña el abogado laboralista Daminán Desclazo, en su libro “Haciendo Justicia Juntos”, a través de la ley Le Chapelier se “abolieron todas las especies de corporaciones gremiales…Cualquier medida contraria a la libertad de trabajo y de industria estaba penada por la ley”.

En la actualidad el gobierno se prende a esa teta ideológica y en cada medida de fuerza ostenta su abuso de poder para amedrentar a las organizaciones sindicales. De ese modo sale como una cruzada épica la pírrica Ministra de Inseguridad, Patricia Bullrich, a imponer su seudo tolerancia cero contra los trabajadores organizados. Su odio visceral al sindicalismo y a la clase trabajadora, con eso no hace más que demostrar cuanto le duelen estas medidas al gobierno.

Cada jornada de lucha nacional intensifica su poderío popular. Lo cual demuestra, por un lado, la bronca creciente que surge de los sectores populares contra una economía que los descarta y por otro la fuerza social que imprime el Movimiento Obrero en cada acción política. La jornada de hoy es un testimonio de lo que padecen los más humildes de la Patria.

El territorio se colmó de ollas populares y ciento de miles de personas se acercaron para recibir un plato de comida caliente en un día frío. El hambre y la necesidad no son un relato, mucho menos una pantomima mediática. Es la triste realidad que aqueja a millones de compatriotas. Las historias que se escuchan en la calle son dramáticas y a su vez una pintura dolorosa de un país que creíamos en el pasado.

Tal vez la postal de la jornada no tenga que ver con la medida de fuerza en sí, sino con esos trabajadores que perdieron su puesto de trabajo, con los pobres que se acercan a buscar un plato de comida para sobrevivir un día más. Claro, esas postales cotidianas no sensibilizan al gobierno de los CEOS, a los personeros de las entidades financieras que canibalizan la economía y depredan los recursos que necesita cualquier ciudadano para vivir.

Según datos de la Universidad Católica Argentina el 41,2 % de los pibes  del país viven en estado permanente de pobreza estructural, ello equivale a 4, 7 millones de chicos cuyos padres no tienen ingresos necesarios para vivir. Estos niños se encuentran mal alimentados, habitan casas sin agua potable o cloacas, no tienen casi acceso a la atención sanitaria. En Argentina hay 590.000 niños indigentes.

“El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal. En este sentido, ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo”, sostiene el Papa Francisco y es lo que el gobierno desoye e ignora sistemáticamente.

Este 29 de mayo las calles, en medio de situaciones realmente dramáticas, se llenaron de esperanza. El Movimiento Obrero demostró, una vez más, no darle la espalda a quienes más lo necesitan. Esos platos de comida que se extendían en brazos solidarios son el testimonio del espíritu solidario de la esencia que radica en la razón de ser del pueblo trabajador.

En la conferencia de prensa que brindó la conducción actual de la CGT un periodista de A 24 preguntó que sentido tenía hacer un paro a cinco meses de la elecciones. Esa ceguera es equivalente a la insensibilidad que denota el gobierno y desnuda un desprecio muy grande para con la realidad de los más pobres. La vigorosidad de la pregunta radica en el ocultar, premeditadamente, lo que es y lo que ocurre.

El de este 29 de mayo fue un paro contra el “genocidio social ” que produce el neoliberalismo día a día.  Basta con ver los ojos de nuestra infancia en cada rincón para darnos cuenta cuanto duele este crimen. Eso no se puede naturalizar como pretende el gobierno. Los trabajadores, una vez más, han demostrado estar a la altura de la historia, sobre todo en esta fecha donde se cumplían 50 años del Cordobazo.

Fue un paro contra el hambre, contra la miseria, contra el descarte, contra la abulia social de aquellos que son presas fácil de la ideología del patrón. Una vez más se ratificó el apotegma peronista: “Donde están los trabajadores está la patria”.

Como canta Zitarrosa

En mi país, que tristeza
la pobreza y el rencor
dice mi padre que ya llegará
desde el fondo del tiempo otro tiempo
y me dice que el sol brillará
sobre un pueblo que él sueña
labrando su verde solar

 

 

*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical

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