Opinión

Los miserables

Por Martín Tomassini

Por esas cosas de la vida caímos de nuevo en la trampa que periódicamente nos tienden los que nos odian. Nos comimos la curva, como se dice en el barrio.

Otra vez compramos el cuento ese que nos dice:  Si no hacemos lo que ellos quieren o como ellos quieren nosotros estamos mal, o peor todavía,  somos el mal. Nosotros queremos convencer a los que nos detestan, le damos entidad, les contamos que ahora “volvimos mejores”.  Pero no logramos que nos quieran, que nos acepten, ni siquiera que nos dejen ejercer nuestro derecho a gobernar.

I

Un justo

“En tiempos de epidemia, este año hemos tenido tifus, se juntan tantos enfermos; más de ciento, que no sabemos qué hacer.”
Los miserables. Víctor Hugo.

Armamos un frente para ganar las elecciones, lo hicimos lo más amplio posible, convocamos a distintos  sectores, ganamos y decidimos incluir a “todos”, hasta los que no querían estar. Sin embargo está claro que cuando uno integra a quien no quiere estar, se pude dar que éste haga lo posible por salir o quiera romper cualquier articulación posible.

Entonces nos propusimos terminar con la grieta e invitamos a los que nos insultaban, nos atacaban, nos estigmatizaban. Bueno, a los mismos que hace no mucho tiempo atrás nos consideraban sus enemigos. Y ahí vamos, con el sueño de concluir con algo que nosotros no inventamos,  pero  para eso nos tenemos que hacer los boludos, mirar para otro lado y así puede que finalice la tan mentada “Grieta”.

Entonces apareció la pandemia y la grieta sufrió una metamorfosis: cuarentena vs. anti-cuarentena.  Esto no es más el remake de Peronismo, anti-Peronismo.

Los anti-cuarentena salieron a romper, justificando con un discurso payasesco sus actos. Son anti-peronistas y no los tranquilizó que  ni siquiera  hasta el mismo Alberto haya dicho que se siente más cerca de la socialdemocracia que del peronismo, según una entrevista que brindo a un medio de “ellos”.  Tampoco les hizo mella que la figura de Alfonsín parezca pesar más que la de Perón, en las consideraciones del propio Presidente. De hecho esto, en vez de calmar a los opositores, puso en vilo a más de un compañero.

Nosotros bancamos al “proyecto nacional y popular”. Por eso es que estuvimos los últimos cuatro años en la calle, evitando que el gobierno neoliberal haga más daño del que hizo. Intentamos minimizar el ataque de la Ceocracia oligárquica que vino a terminar lo que comenzó en el ’55, lo que no pudieron hacer una sucesión de gobiernos militares, radicales y algunos de los nuestros, que mejor ni nombrar.

Por momentos  creo que el Coronavirus vino a terminar el trabajo de Cambiemos. El problema de la derecha argentina es que le sobra gente: son los pobres y los viejos.

Como entonces salimos a defender el bolsillo de los jubilados, nos morfamos los gases y balas de goma en el Congreso, evitamos el 2 x 1 a los genocidas y nos morfamos los gases y las balas de goma en la Plaza de Mayo. Frenamos la flexibilización laboral,  impedimos que se produzcan  miles de despidos, marchamos y paramos. Siempre pusimos el cuerpo cuando vimos que la Patria lo necesitaba, y vaya si lo necesitó en los años del Macrismo. Gobierno cipayo que abandonó la causa Malvinas, regaló el 3% de la plataforma marítima a intereses foráneos, sacó las reservas en oro del país para llevarlas a Inglaterra, nos endeudó como nunca antes, alimentó la bicicleta financiera a favor de las corporaciones de las cuales sus funcionarios eran socios y sobre todo reprimió y reprimió. A ellos no les tembló  la mano para ejecutar su plan.

Pero volvimos, “volvimos mejores” y no tiramos por las ventanas de los ministerios a funcionarios, algunos ex-compañeros, que nos persiguieron y que hoy se aferran a sus cargos. Mantenemos a los que nos llamaban ñoquis y muchos de nosotros nos cruzamos cada día con aquellos que durante cuatro años nos hicieron la vida miserable.  En el pasado cercano, ellos rajaron trabajadores, algunos con enfermedades o capacidades diferentes o con hijos enfermos o discapacitados. Vimos por  televisión como la policía impedía la entrada de los trabajadores a sus puestos de trabajo, ellos sí nos echaban como a perros.

Pero no hay que hacer ruido, a ver si se convencen de que no somos tan malos, a ver si cerramos la maldita grieta.Siga siga, a ver si ahora nos entienden, nos comprenden.  Pero NO, las operaciones no tardaron en llegar, periodistas, empresarios, banqueros, los que manejan la guita y los desclasados de siempre que les hacen el juego.

No fue suficiente que un Estado, ese al que le llamaban bobo, se hiciera cargo del 50% de los sueldos, también de muchas de las empresas más grandes o ricas del país, algunas de la cueles tienen incontables años de ganancias, e incontables años de evasiones.

No les importó que la cuarentena fuera para cuidar a todos, también a ellos, porque al principio la enfermedad no distinguía clase. No les importó que la mano de ese Estado, que siempre despreciaron, multiplicara las camas o respiradores, que ellos también van a poder usar en caso de sea necesario.  Tampoco les importo que muchos compatriotas pusieran en riesgo su salud y la de su familia.

Ya no es una enfermedad de todos: Como siempre los más humildes son ahora los que sufren más. Que paradoja de la vida, padecen por una enfermedad, herencia de la clase acomodada.

Y esos, tantos de los mismos, que salían al balcón a aplaudir a los trabajadores de la salud cada día a las 21 hs. en punto, empezaron a atacar a los que vivían en el mismo edificio por ser trabajadores esenciales.  “No vaya a ser que cosa nos contagien estos hijos de puta”.

Muchas veces lo legal no es justo.

No es ilegal que Susana viaje a Uruguay, de hecho no tendría que representar un problema en sí, sino fuera por el contexto y las expresiones vertidas por la diva. Lo que es ilegal es que los que viven en barrios cerrados rompan la cuarentena.

Es injusto que en la villa 31 no hubiera agua por dos semanas. No es legal que se aglutine gente en el Obelisco o en Plaza de Mayo, cuando lo prohíbe un decreto de necesidad de urgencia.

Que los pobres sean los más vulnerables no es justo.

 

II

La caída

“Esa puerta no pregunta al que entra por ella si tiene nombre, sino si tiene algún dolor. Padecéis; tenéis hambre y sed; pues se bien venido. No me lo agradezcáis; no me digáis que os recibo en mi casa. Aquí no está en su casa más que el que necesita asilo.”
Los miserables. Víctor Hugo.

Mientras los desclasados salen a la calle infringiendo la ley. Mientras los operadores siguen operando intentando cargarse al gobierno. En los barrios,  los movimientos sociales redoblan el esfuerzo que vienen realizando hace ya mucho tiempo. Ahora la pelea es en dos flancos: apaciguar el hambre y contener el virus. La única ventaja que tienen es la organización, hace rato dejaron de esperar. Se hicieron cargo de su destino y construyeron desde el trabajo, el cooperativismo y la solidaridad un futuro digno. En esos cimientos plantaron sus bases y empezaron a crecer en comunidad.

Cualquier lugar es bueno para armar una olla, un patio un garage, la piecita del fondo. Es la mano generosa del par, del vecino, del de al lado. La obra se completa con la fe, “la fe es el mayor bien de los pobres” dice Francisco.  El incansable trabajo de los curas villeros, de los pastores que cuidan de su rebaño metiendo los pies en el barro.

A la par, los sindicatos levantan las banderas de Perón y salen a tenderle una mano a los que menos tienen. Las juventudes sindicales mantienen las ollas calientes y acercan un plato de comida al que lo necesita. Se hacen colectas y se reparten frazadas, ropa y todo lo que sirva para apaciguar el frío que está llegando. Se da una mano en lo que haga falta.

Fueron los sindicatos los primeros en abrir los hoteles y los centros de salud para acompañar y complementar la tarea del Estado. Otra paradoja del destino, la burocracia, la mafia, los gordos poniendo y los que adjetivan, siguen tirando piedras.

No es casualidad que se ataque constantemente al Movimiento Obrero, atacar al sindicalismo es atacar al Peronismo. No por nada la dictadura más sangrienta de nuestra historia pegó en el pecho de las organizaciones gremiales haciendo desaparecer a dirigentes de peso, delegados de base y sobre todo, a cuadros político-sindical.

Ojo que también Alfonsín intento intervenir en los sindicatos con la Ley Mucci, para golpear la “columna vertebral” del Peronismo.

Lejos quedó el sueño de aquel fortalecimiento de las entidades gremiales y la central obrera, que comenzaba a hacer efectiva el general Perón,  allá en sus primeros años de gobierno, otorgándole un rol central en el Movimiento Nacional. Ni hablar del 33% de las bancas, reservadas al Movimiento Obrero, al que después se agregaron espacios dentro del poder ejecutivo. Mucho más acá, en el ’74, Perón afirma que “en la comunidad a que aspiramos, la organización de los trabajadores es una condición imprescindible para la solución auténtica de los problemas argentinos”.

Sin pesar de todo esto, los sindicatos siguen apoyando el proyecto nacional y en tiempo de poner el hombro, lo vuelven a poner para darle grandeza a nuestra Nación. No sin tener que ver como se premia con cargos a algunos de los que fueron partícipe de la crisis del 2001 o a los que se escondieron cuatro años mientras se combatía en las calles o como dijimos anteriormente se mantiene en funciones a los que bajaron la guadaña en el cuello de nuestros compañeros.

III

El año 1817

“En 1817 reinaba Luis XVIII, Napoleón estaba en Santa Elena, y todos convenían en que se había cerrado para siempre la era de las revoluciones.”
Los miserables. Víctor Hugo.

Habían pasado ya siete años de la Revolución de Mayo, quizá el lugar de la primera grieta que tuvo nuestra identidad nacional, el enfrentamiento entre independentistas y realistas,  y un año de la declaración de Independencia, donde las discusiones entre monárquicos y republicanos seguían cada vez más subidas de tono. A este combo se sumaba el bueno de Belgrano que había llegado de Europa proponiendo “la loca idea” que se estableciera una monarquía moderada, encabezada por un príncipe Inca y no por un monarca del viejo continente. Todo esto, visto con buenos ojos por San Martín  y Güemes y denostado por Tomás de Anchorena. ¡Qué me van a hablar de grieta!

En 1817 se da inicio a la campaña libertadora del Ejército de los Andes, que consolidó la independencia definitiva de la Argentina, de Chile y del Perú. Aquel hito, quizá el más grande de la historia de América, termina con Rivadavia y Alvear obligando al exilio al Padre de la Patria.

Unitarios y federales, rosistas y anti-rosistas, mitristas y alsinistas, Roca y “el indio”, civilización o barbarie, personalistas y anti-personalistas, Braden o Perón… cualquiera o Perón, kirchnerista y antikirchnerista, cuarentena o anti-cuarentena.

Nuestro país está dividido desde su fundación, ¿por qué pensamos que se puede cerrar esa hendidura que nos separa desde el comienzo de nuestra historia y que posiblemente esté en nuestro ADN?

IV

Confiar es a veces abandonar

“Algunas naturalezas no pueden amar a alguien sin odiar a otro. La Thenardier amaba apasionadamente a sus hijas, lo cual fue causa de que detestara a la forastera”
Los miserables. Víctor Hugo

Es difícil hacer bien las cosas, pero más difícil es hacerlas bien cuando los intereses de unos pocos se oponen a los de la mayoría. Cuando arrancan las operaciones, no interesa el éxito o el fracaso, no importa cual es el resultado, vienen por vos. Si en vez de salvar vidas, se hubiese elegido salvar la economía, los cacerolos de Nordelta, o de Recoleta, los miserables de siempre estarían en la misma posición que ahora, puteando al gobierno.

Pero siempre hay tiempo para acomodar los tantos, tiempo de abandonar algunas ideas que no han dado resultado y empezar a confiar en los que nos apoyan.

Hoy nuestro presidente cuenta con la aprobación de la mayoría de la población, de hecho el 80% de los ciudadanos piensa que tomó  medidas acertadas en medio de la pandemia. También cuenta con el sostén de los movimientos sociales, que se sienten escuchados y acompañados, sienten la empatía. Los sindicatos están apoyando desde el primer día y hacia adentro de sus organizaciones vienen articulando medidas para mantener la paz social.

Entonces, ¿por qué esperar a los que no quieren subir? Hagamos lo que hagamos siempre nos van a criticar, a odiar a intentar que desaparezcamos. Dejar de ser “moderado” no significa convertirse en un dictador. Es tomar el poder y ejercerlo a favor del pueblo.

Nosotros no inventamos la grieta, no sabemos lo que es el odio, queremos un país para todas y todos y tenemos un sueño que es la Patria peronista. Anhelamos con volver a ese lugar donde fuimos felices y los años más felices, para los trabajadores, fueron peronistas. Volvamos a Perón entonces.

Dejemos de probar recetas de otros lugares, de otros hemisferios, ya sabemos que no dan resultado. Siempre hay tiempo para desempolvar la doctrina, es la nuestra y sabemos que funciona.

Levantemos el legado de Perón, la Comunidad Organizada le da a cada individuo un lugar para que se realice. Con justicia social, independencia económica y soberanía política, la patria será grande de nuevo.

El COVID-19 presentará un cambio de paradigma a la sociedad en su conjunto. Muchas cosas van a cambiar. Lamentablemente, ya estamos viendo que algunas no, “los miserables” van a seguir siendo siempre MISERABLES.

 

 

 

*Periodista: AGN Prensa Sindical

03/06/2020

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