Opinión

Fragilidad e incertidumbre

Por Gustavo Ramírez

Se dobla y se rompa. Esa parece ser la naturaleza de los acontecimientos actuales. La fragilidad que al mismo tiempo conduce a la incertidumbre. Algunos, al menos una gran mayoría, esperaba un mensaje más claro desde La Plata. Otra vez la sobredimensión de las expectativas se centraron en un discurso de diagnóstico más que en resoluciones efectivas. Así es Cristina, parece ser el apotegma del momento. Pero eso ya no conforma, o no lo hace como antes.

El Frente de Todos urge de definiciones que supere el estadio de la narrativa. El sobre-diagnóstico de superestructura llena horas pero no da respuesta a los más humildes. Ni siquiera parece interpelarlos. La del jueves fue una Clase Magistral para lanzar una Escuela de Formación Peronista donde hubo mucho de todo pero poco de peronismo y de Perón. Esa es la naturaleza con la que el frentismo asumió la responsabilidad de gobernar en 2019, la de apostar a una peronismo testimonial.

En el Teatro Argentino, la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, dejó en claro que, al menos por el momento, la idea de su candidatura queda expuesta en el deseo de una militancia que la asume desde un épica dramática, al mismo tiempo que aleja de las responsabilidades del presente. Resulta extraño que no exista, en ese núcleo más fervoroso que efectivo, más pragmático que doctrinario, alguien con capacidad para ubicar a la expresidenta en el contexto y sitio adecuado.

Cristina dejó en claro que apoya a Sergio Massa. Esto no lo lanza como candidato todavía. Para que el actual Ministro de Economía levante vuelo necesita dar muestras claras que tiene el manejo político de la ejecución económica y que esta es efectiva. El ex-intendente de Tigre se siente cómodo en espacios donde la alcurnia mercantilista traza lineamientos del provenir y desde allí promueve acuerdos de precios y salarios para templar el acero que forja su futuro cercano.

Si el problema inflacionario es estructural como sostienen distintos economistas del campo popular, Massa, no tiene demasiado margen de maniobra. Depende de reformular el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para acumular reservas y de un precario sostén de empresarios y sindicalistas. El giro del volante de la última semana, apoyándose en China, le dio un poco de aire, pero su oxígeno depende de como funcione el respirador artificial que lo contiene.

Parte de la conducción de la CGT se pronunció a favor del Ministro. Héctor Daer expresó en las últimas horas que Massa, Sergio, es la síntesis del Frente de Todos. La apreciación puede resultar correcta. El titular de Hacienda representa eso pero no la síntesis del peronismo. Para muchos, dentro de amplio espectro frentista, el funcionario es un sapo duro de tragar. Sobre todo porque en la ecuación casi bilardista, dentro del esquema de la máquina electoral, con Alberto Fernández alcanzó y sobró.

Cristina pidió la elaboración de un programa. La orden es directa pero se sabe que en el peronismo el conductor no ordena, persuade,  y para hacerlo debe ubicarse adentro. Por otro lado, esta referencia sustancial a puntos esenciales que organicen un plan de gobierno, remite a la ausencia del mismo a partir de la elaboración del Frente. Todo suena muy traído de los pelos, aunque exista quienes en el endiosamiento de la estratega ubiquen la planificación de 2019 dentro de un manual de ejecuciones tan magistral como las clases.

Juntarse, amucharse para ganarle a Macri no fue suficiente. Era necesario. Pero la falta de grandeza política terminó por devorarse la articulación. Tan es así que ya casi nadie, dentro de la coalición, habla de unidad. Se podrá alegar que el programa puede servir como ordenador. Sin embargo, el interrogante es quién se pone el sayo, toma el bastón de mariscal y sale a la cancha a elaborar un programa que sea integrador.

Al mismo tiempo, cabe preguntarse porque ninguno de los dirigentes aludidos mira hacia Perón. Es decir, ¿hay que salir a buscar la construcción de un programa teniendo a mano y sobre la mesa los principios rectores del Modelo Argentino para el Proyecto Nacional? La respuesta puede darse en la aplicación de la actual ejecución económica: neodesarrollismo por acá, neodesarrollismo por allá.

En la clase magistral del jueves sobró la estadística. Como casi siempre y faltó alusión al sujeto histórico del peronismo. Tal vez eso pasó para no manchar aún más la vapuleada reputación del exministro de Educación, Nicolás Trotta. Adepto a la educación liberal y exfuncionario que no funciona. Es política y todo es posible. Incluso adelantar, una vez más, que si se quiere salir de la actual situación hay que reinventarse incluso tragándose viejos y mal cocidos sapos.

La ausencia de sujeto histórico, la falta de ubicación, de reconocimiento del suelo que se habita, vuelve a poner de relieve que la mirada ideologizada recae sobre la clase trabajadora como un rayo furtivo. Las y los trabajadores, las y los humildes, deben ser conducidos por cuadros “preparados” aunque ellos no se reconozcan parte del pueblo. La idea de subordinación persiste y se replica a lo largo del trayecto recorrido.

Si es posible salir de la coyuntura, podemos remontarnos a uno de los orígenes de la fragmentación. Octubre de 2010. Estadio de River Plate: acto por el Día de la Lealtad. Consigna “La hora de los trabajadores”. Actores centrales: Hugo Moyano, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner. La historia es conocida pero poco apreciada. El entonces Secretario General de la Confederación General del Trabajo expresó un deseo: que un hombre o una mujer, surgido de la clase trabajadora, del Movimiento Obrero, pueda llegar alguna vez a la Casa Rosada.

Lo de Moyano fue tomado como un desafío. Néstor se lo hizo saber de inmediato: “ahora la aguantás vos”, le dijo al dirigente camionero. Ella, Cristina, retrucó en el mismo acto. Sin embargo, un año después y a pesar de que la clase trabajadora con el Movimiento Obrero a la cabeza militó la campaña, todo se rompió. Es curioso, pero tal vez 2011 haya sido un año bisagra para el Movimiento Nacional.

Este 1° de Mayo hay poco que celebrar. La dispersión de fuerzas no llega a darle el tono necesario que la fecha amerita. Trabajadores pobres. Pobres precarizados. Humildes descartados. Pero de ellos nadie se hace cargo. Se les pide sacrificio porque vendrán horas difíciles, como si hasta acá todo resultara un transitar por un camino sin escollos. Nada. No se los mira a los ojos. Y eso se hace en nombre del peronismo.

El apostolado de clases magistrales se sirve de una coyuntura que  se desarma y sangra. Allí todo se pone por afuera de la estructura propia. Dentro, se reserva lugar para unos pocos. Inclusive, al pueblo trabajador se lo ubica por afuera de esa construcción. La historia, en ese caso, tiene un “nosotros” selectivo. Esto se potencia en un universo social violento donde el capital se impone por sobre el trabajo.

Mucho antes de La Plata, Perón afirmó que “la economía no puede circunscribirse al despojo de los demás por el sistema colonial o el régimen capitalista”. Es decir, no hay novedades en las clases magistrales. Y no las hay porque el sistema sigue ahí, como si fuera el cuento de Augusto Monterroso.

Es hermosamente llamativo que aun a pesar de todo lo expuesto, cada 1° de Mayo los saludos entre las y los trabajadores contenga el “Feliz Día”. Ese peso simbólico de la frase redobla el valor de la trascendencia de la irrupción revolucionaria del peronismo. La memoria de los Mártires de Chicago aflora como un punto de inflexión. Para el peronismo el trabajo y la clase trabajadora, su liberación y realización social dentro de una sociedad que se realiza, son el fundamento determinante del poder real de su revolución.

“Nosotros, al decidirnos siempre por el pueblo, subordinamos lo económico a lo social, mediante la aplicación del sistema que denominamos economía social”. Las verdaderas clases magistrales del peronismo está en el hacer más que en el decir, por eso la única clase que realmente importante es la de las y los que trabajan.

 

 

 

 

1/5/2023

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