Por Gustavo Ramirez
I
Hace unos días un referente de los Movimientos Populares nos decía que en diciembre, durante las fiestas, en las barriadas populares las personas pudieron poner un plato digno de comida en sus mesas, gracias a la medidas de urgencia que tomó el gobierno. Sin embargo, aseguró, hoy eso ya no alcanza, no está y hay hambre de nuevo.
La referencia abre un signo de interrogación de cara al futuro cercano en la gestación de políticas que realmente resuelvan problemas de fondo. Sin dudas la preocupación política del gobierno es la deuda externa y la pobreza interna. No obstante, más allá del valor sustantivo de dichas prioridades, el horizonte está lejano e inmerso en un inmenso manto de neblina.
El encuentro de Alberto con el Papa Francisco tiene una relevancia trascendental para nuestro país. El apoyo del Sumo Pontífice es vital para el desarrollo de la política nacional en término de geopolítica y le da un espaldarazo firme a la postura argentina en el marco de la negociación de la deuda. Si se confirma la extensión del plazo hacia el 2024 la gira de Fernández se podrá presentar como éxito que le permite al país obtener algo de aire para comenzar a poner el país de pie.
No obstante, la puja política y económica no termina ahí. La mirada de la macro política no puede estancarse en el festejo de logros parciales. Se necesita avanzar, con cierta urgencia, sobre la confección de un plan nacional de desarrollo de empleo digno que le permita a millones de compatriotas de salir del pozo en el cual los hundió el macrismo.
II
Alberto Fernández cuenta con el apoyo de la mayoría de las organizaciones sindicales. Pero nada dura para siempre, por lo que es necesario comprender que el factor tiempo es determinante. Se abre la temporada de paritarias y ante los rumores del impulso de arreglos salariales con sumas fijas el Movimiento Obrero sentó su postura. No serán los trabajadores los que vuelvan a resignar poder adquisitivo para solventar en trazado económico del capital empresarial argentino.
Está claro entonces que las organizaciones sindicales no resignarán parte de los salarios de sus trabajadores como nos quieren hacer creer los militantes del desconcierto. Sobre todo porque los trabajadores ya no están en condiciones de continuar con la pérdida de poder adquisitivo. El panorama inflacionario no es alentador, por el momento, por lo que aceptar sumas fijas representaría traccionar el salario a la baja.
Dentro del ámbito sindical la mayoría de las fuerzas no piensa en sacar los pies del plato, lo cual no quiere decir que esto libere al gobierno de tensiones internas. Aun no quedó en el olvido que el Movimiento Obrero fue ninguneado en la conformación de cargos ejecutivos y fue obligado a subordinarse al reparto de un funcionariado que respondió a saldar las deudas de la unidad. Son varios los dirigentes de peso, que atentos al juego político, entienden que se ha resignado la decisión estratégica de nombramientos en áreas sensibles.
Se comprende que la urgencia del momento puede llevar a cometer errores involuntarios, pero lo que no se puede dejar de lado en un pensamiento que permita delinear políticas que tengan que ver con descomponer el viejo esquema meritocrático. Pensar la Argentina del presente implica ir un poco más allá de la agenda caliente de la urgencia. Los parches pueden subsanar inconvenientes inmediatos pero no cuestiones de fondo. Entonces, ¿cuál es la estrategia?
III
El Guardián Entre el Centeno, de Salinger es excelente y aun así no deja de ser una novela de iniciación. Podríamos argumentar lo mismo de Tortilla Flat, de Steinbeck. Existen cientos de novelas trascendentes que van por ese rumbo. Entrar en ese espiral de permanente ritualización constituye un afianzamiento de la mirada fetiche que recae sobre la adoración irracional del objeto deseado. Curiosamente es lo que en la trama de fondo atacan ambas textos referenciados.
No alcanza con el triunfo de diciembre. No es suficiente aletear para levantar vuelo. Alberto necesita una postura más punk a la hora de enfrentarse con el tiempo. Cronos puede ser un gran aliado pero solo si se abandona ese estado pop de insufrible reconciliación con el enemigo. ¿Cuándo es el momento de quebrar paradigmas? ¿Se comprende que crear trabajo es ganar soberanía?
El Presidente goza de buena saluda, tiene un margen de aceptación por encima del 60 %, ha logrado articular voluntades entre diversas representaciones. Eso es poder. Pero ¿se entiende así o es solo un ritual más de iniciación?
Tiempo. Su valor es más precioso que el del dólar o el del oro. Pero tiene un doble filo. Hay que manejarlo con sumo cuidado. A su vez vale preguntarse ¿cuándo es tiempo? ¿Quienes son los que tienen tiempo y quienes son los que no lo tienen? Es cierto, en algunos espacios se actuó con celeridad. Sin embargo aun no queda en claro cuál es el rumbo real de esa aceleración.
En “tiempos” de capitalismo pos industrial mirar solamente al consumo como eje de un plan estratégico es promover el voluntarismo del corto plazo. Entonces ¿ no es momento de poner en el centro de la agenda al trabajo, qué a su vez nos permita promover y construir estructuras de empleo digno? ¿No es momento de promocionar un plan integral de desarrollo estratégico que integre de manera horizontal a diversas áreas de la producción y de servicios?
No es fácil. La crisis en la que estamos inmersos es muy profunda. Aun así, en algún momento hay que dar el primer paso. Si el trabajo no ocupa la centralidad de la escena el tiempo nos comerá sin remedio. Allí entonces, no se puede prescindir de las organizaciones sindicales. No es suficiente mantener encuentros para la foto si las decisiones pasan por las manos de siempre.
Después de la reunión con Francisco ¿será posible que el gobierno abandone la ruta discursiva del alfonsinismo y ponga en valor el tierra, techo y trabajo?
En buenos tiempos, malos tiempos, los Led Zeppelin cantan:
“Cuando era joven, me dijeron qué significa ser un hombre
Ahora que tengo la edad he intentado hacer todo eso lo mejor que he podido
No importa cómo lo intente, siempre acabo en el mismo lío”
¿Estamos en el mismo lío? ¿Seguimos nadando a la deriva, acaso no tenemos la fuerza suficiente para ir contra la corriente? Diciembre no fue suficiente. No alcanza con la postal de las playas llenas. En el territorio las panzas hacen ruidos. Hay esperanza, eso quiere decir que estamos con vida, entonces porqué no aprovechar el tiempo.