Opinión

Tentaciones

*Por Gustavo Ramírez

I

En su último libro, Capital e Ideología, el especialista en economía Thomas Piketty, puntualizó:

“El discurso meritocrático y empresarial es, a menudo, una cómoda manera de justificar cualquier nivel de desigualdad por parte de los ganadores del sistema económico actual, sin siquiera tener que someterlo a examen, así como de estigmatizar a los perdedores por su falta de méritos, de talento y de diligencia…La desigualdad moderna se caracteriza por un conjunto de prácticas discriminatorias entre estatus sociales y orígenes étnico-religiosos que son ejercidas con una violencia mal descrita en el cuento de hadas meritocrático. Esa violencia nos acerca a las formas más brutales de desigualdad de las que decimos querer distinguirnos”.

Si nos ceñimos a esta afirmación debemos realzar que la alternancia política a esta perspectiva, como contraposición social política y cultural a la meritocracia neoliberal, es la Comunidad Organizada y que en ella cobra sentido la promoción del Tierra, Techo y Trabajo que postulan  los Movimientos Populares en Argentina y el Papa Francisco a nivel internacional.

Está claro que el desamparo que produce la desigualdad no puede ser contenido, en términos absolutos, en cuarenta y cinco días de gobierno, pero también es cierto que no se puede atar la política de un gobierno nada más que a la renegociación de la deuda externa. Sobre todo porque ese endeudamiento implicó aceptar los mandatos del Fondo Monetario Internacional lo que produjo una profundización de las desigualdades en nuestro país, en solo cuatro año. Dicha negociación represente todo un desafío para el peronismo que además está obligado a sortear las contradicciones que presenta el enemigo.

Desde el período que abarca la década de 1980-1990 el proceso de desigualdasdes socioeconómicas fue en aumento a nivel global. Esa aceleración coincide con el advenimiento de las políticas neoliberales que impusieron, como matriz imperial, la Inglaterra de Thatcher y el Estados Unidos de Reagan. En Argentina dicho colonialismo económico encuentra un nicho fértil para desarrollarse primero,  con la Dictadura Cívico Militar y luego, en la continuidad Alfonsín-Menem.

Hoy, en la puja distributiva internacional, se sigue legitimando el sometimiento a partir de un diálogo formal que encubre, precisamente, esa matriz violenta que el Imperio, ahora financiero,  y que se desarrolla a través del ejercicio del endeudamiento permanente. La mirada constante sobre la macro economía puede ser perjudicial si se desatiende lo que ocurre en los territorios cotidianamente donde aun, mucha gente pasa profundas necesidades.

II

España, Alemania, Francia e Israel son parte de esa estructura de dominación mundial e imperialista que Europa no ha abandonado a pesar de todo. La  diferencia es que a partir de la Segunda Guerra mundial la fuerza hegemónica la ejerció Estados Unidos, por lo menos hasta los atentados a las Torres Gemelas. Desde entonces el poder imperial se fragmentó y el país del norte perdió potencia de liderazgo mundial, sobre todo cuando emergieron con cierta  solides China y Rusia como nuevos magnates del otro Imperio. Hoy la mentada guerra comercial pone de relieve las complejidades de un mundo psicótico que parece debatirse entre dos espadas demasiado egocéntricas y coyunturales que se tienden, como un manto de sombra, sobre la cabeza de millones de personas a nivel global.

En su gira europea el Presidente Alberto Fernández logró apoyos verbales para renegociar la deuda. Pero una cosa es lo protocolar y otra la realidad. Los países mencionados están atados al juego que plantean los Estados Unidos por un lado y ahora, con sus renovadas ambiciones imperiales intactas, después del Brexit, Inglaterra. ¿Por qué estos países habrían de ayudar a la Argentina si han vivido históricamente de las crisis latinoamericanas? ¿De verdad creemos que tales Naciones no sacan ventajas económicas de nuestras desgracias? ¿Tan rápido olvidamos la historia lejana y cercana?

Tal vez sea por eso que Alberto Fernández declaró, en las últimas horas que objetivamente no podemos cumplir para poder pagar hoy, primero hay que salir de la recesión”.

El Presidente agregó: “Nosotros quisiéramos destinar el dinero que está pensado destinarse al pago de la deuda a la reactivación de la economía, a sacar a la gente de la situación de crisis en la que está”.

La situación es seria. Ahora bien, a río revuelto ganancia de pescador, dice el refrán popular. Los acreedores no siempre tienen necesidad de cobrar su deuda. Bien saben que pueden dominar permanentemente al deudor y exigirle realizar diversos negocios que impliquen la entrega de su patrimonio. El Imperio siempre actuó de esa manera.

El historiador José María Rosas relató en su libro Rivadavia y el Imperialismo Financiero:

“El objetivo de los empréstitos no era terminar la guerra con España…El objetivo, como demostrará el tiempo, era solamente atar a los pequeños Estados hispanoamericanos al dominio británico mediante un firme lazo. Si no pagaban –que no podrían hacerlo -, mejor. Entonces pendería sobre sus gobiernos, como la espada de Damocles, la amenaza de una intervención armada que ejecutase las garantías”.

La historia parece circular. ¿Por qué caemos constantemente en situaciones análogas?

 

III

El mejor aliado de Alberto Fernández, en la gira, fue el Papa Francisco. Su Santidad  puso de relieve su mirada estratégica, que es la mirada de la Iglesia en salida, junto a los pobres, desde su Doctrina Social. Sus palabras fueron contundentes  y, como siempre, denotaron una clara posición política que acompaña a quienes más sufren los procesos de desigualdad y contra quienes lo producen.

“El mundo es rico y, sin embargo, los pobres aumentan a nuestro alrededor. Según informes oficiales el ingreso mundial de este año será de casi 12.000 dólares por cápita. Sin embargo, cientos de millones de personas aún están sumidas en la pobreza extrema y carecen de alimentos, vivienda, atención médica, escuelas, electricidad, agua potable y servicios de saneamiento adecuados e indispensables. Se calcula que aproximadamente cinco millones de niños menores de 5 años este año morirán a causa de la pobreza. Otros 260 millones, de niños, carecerán de educación debido a falta de recursos, debido a las guerras y las migraciones. Esto en un mundo rico, porque el mundo es rico”, sostuvo Francisco.

El Papa agregó: “Las personas empobrecidas en países muy endeudados soportan cargas impositivas abrumadoras y recortes en los servicios sociales, a medida que sus gobiernos pagan deudas contraídas insensible e insosteniblemente. De hecho, la deuda pública contraída, en no pocos casos para impulsar y alentar el desarrollo económico y productivo de un país, puede constituirse en un factor que daña y perjudica el tejido social. Cuando termina orientada hacia otra finalidad”.

Francisco no trazó un mero  un diagnóstico. Desnuda como el Imperio Financiero y sus agentes, es decir los países ricos, producen y aceleran los procesos de desigualdad. El Papa apeló al sentido de la ética que los Organismos Financieros, en complicidad con las Naciones puestas al servicio del hipercapitalismo, desdeñan.

En tal sentido precisó que “una nueva ética supone ser conscientes de la necesidad de que todos se comprometan a trabajar juntos para cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas —que terminan por asfixiar e impedir la producción local—. El tiempo presente exige y reclama dar el paso de una lógica insular y antagónica como único mecanismo autorizado para la solución a los conflictos, a otra lógica, capaz de promover la interconexión que propicia una cultura del encuentro, donde se renueven las bases sólidas de una nueva arquitectura financiera internacional”.

La verdad que expresa Francisco solo puede ser realizable en una comunidad que se realiza. Si el eslogan de campaña de Alberto es efectivo la única manera de imponerse, en un mundo dominado por la barbarie del dinero, es retomar la senda de la Tercera Posición y regresar de inmediato a Perón obviando esa falsa imagen conciliadora del progresismo alfonsinista.

 

IV

Peròn afirmó que “la aspiración del progreso social ni tiene que ver con su bulliciosa explotación proselitista, ni puede producirse rebajando o envileciendo los tipos humanos. La humanidad necesita fe en sus destinos y acción, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el tránsito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como un exterminio de las individualidades, sino como una reafirmación de éstas en su función colectiva”.

No hay  posibilidad de subsistir si no es en comunidad y a través del bien común. Un programa de desarrollo social sustentable no puede inscribirse dentro de las matrices tradicionales que han generado desigualdad en el pueblo. Ni contemplar las expectativas de los agentes que operan para él si primero no se tienen en cuenta las necesidades urgentes de los integrantes de la comunidad.

El movimiento obrero, que integra a los trabajadores de la economía popular,  ha comenzado a dar el debate. En plena facultad de su conciencia nacional este miércoles 12 de febrero para recordar que la “deuda es con el pueblo”, el conjunto de los trabajadores volverá a la calle para repudiar la visita del FMI.

“Todos sabemos cuál ha sido el rol y el plan de ajuste del FMI en los últimos 40 años. Y el único modo que el ajuste no lo paguen los sectores populares, es estando en la calle. Porque el fondo puede cambiar de funcionarios pero no cambia la esencia. La única garantía es el protagonismo del pueblo”, declaró el titular de la FeMPINRA, Juan Carlos Schmid.

La esencia colectiva no puede estar prendida de la teta del aplauso o el exitismo electoral. El fetiche de los personalismos resulta tóxico ante las necesidades del pueblo trabajador que, una vez más, demuestra no dejarse llevar de las narices hacia discusiones secundarias. Lo que se debe recuperar es la construcción nacional de la Tercera Posición para no sujetar las demandas populares ni al voluntarismo político ni a las ansiedades asistencialistas, impuestas por las mismas estructuras pedagógicas que generaron la profunda injusticia social que hoy padecemos.

La lectura que se hace desde  este sector del Movimiento Obrero es correcta. Está en sintonía con Francisco y con Perón. Quienes vean, en esta Jornada de Lucha, una protesta contra el gobierno nacional no logran comprender la mirada estratégica que han elaborado las Organizaciones Libres del Pueblo para frenar el avance violento del neoliberalismo y el Imperio Financiero, productores sistémicos de desigualdades. La cuestión va más allá de la misma deuda, tiene que ver con el presente y el futuro del trabajo en relación con el capital.

Para comprender vale entonces, una vez y otra más, volver a Perón: “Queremos respetar a todos los pueblos para que todos los pueblos no respeten, y estamos siempre con los pueblos humillados y escarnecidos, porque entendemos que en la comunidad de los pueblos del mundo no puede haber poderosos que todo lo poseen, mientras haya pueblos débiles que todo lo sufren”.

La pelea es contra las desigualdades y contra la injusticia social. Cuestiones ambas que se pueden observar diariamente en los barrios. La urgencia de la situación demandó colocar parches para detener la sangría. Sin embargo no la herida no está curada ni mucho menos. La crisis corroe los huesos sociales. El gobierno habla del 31 de marzo para comenzar a fijar el rumbo. No obstante, falta definir cuales serán las políticas de fondo. Sobre todo porque es poco probable, que aun cuando la negociación con el FMI termine “bien” , este organismo no imponga condiciones.

La mirada hacia el exterior es necesaria, no obstante cabe preguntarse qué ocurre si miramos para adentro. Si intentamos gestar producción nacional para que nuestro pueblo no termine ahogado en las manos de los mercaderes de la muerte. El dramatismo de la situaciones nos tiene que llevar a comprender, de una buena vez, que son ellos o nosotros. Si un verdadero nosotros el futuro parece borroso. Habrá que esperar, saber mirar, estar atentos a la escucha y refirmar que se está con el pueblo, con los que sufren, con los pobres, con los indigentes. Con las víctimas de la desigualdad y no con los victimarios, que como sabemos, nunca pierden. El tema es no caer en la tentación.

 

 

*Director periodístico de AGN Prensa Sindical

Fotografías: Redes Sociales de Alberto Fernández

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