Por Guadi Calvo
Bien podría aplicarse, la discutida sentencia romana, en el caso de una ex jueza afgana, que, desde hace un año, huye la justicia del Talibán. Refugiada en Pakistán, junto a su hijo de 25 años, espera desde noviembre del año pasado el visado, que le permita viajar al Reino Unido. Lo que Londres, le acaba de negar el pasado sábado veinte.
Sus abogados ya han presentado una apelación ante el Ministerio del Interior británico, para que la magistrada, una de las setenta que lograron escapar del país tras la caída del régimen pro norteamericano en agosto del 2021, mientras un número similar permanecen ocultas en su país.
Los abogados de la jueza, cuyo nombre no fue revelado, por lo que se la conoce como “Y”, en su apelación del pasado del día veinte, ante el Tribunal de Inmigración, arguyeron, en nombre de su cliente, que fue abandonada en una “situación extremadamente vulnerable”, tanto por los británicos, cómo el resto de las naciones, encabezadas por los Estados Unidos, que invadieron en el 2001, el país y tras derrocar a los talibanes intentaron construir una sociedad a imagen y semejanza de occidente, negado las profundas y ancestrales tradiciones clánicas, tribales y étnicas de los pueblos afganos, lo que sin duda ha sido la clave, junto a la endémica corrupción de los funcionarios pro occidentales, para el rotundo fracaso de Washington.
Los abogados de la jueza “Y”, quien abandonó su país, después que su vivienda en Kabul fuera atacada y en vista que muchos miembros del derrocado poder judicial fueran asesinados, han denunciado que desde noviembre se encuentran solicitando a las autoridades británicas, le sean otorgados los visados, sin haber sido escuchados, para finalmente denegar su pedido. Frente a la cada vez más crítica situación de su clienta, que, de ser descubierto su escondite en Pakistán, sería devuelta a las autoridades afganas, lo que sellaría su destino.
Las solicitudes, presentadas en noviembre, incluían argumentos que se amparaban en el artículo octavo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde se habla del derecho al respeto de la vida privada y familiar.
La señora “Y”, a lo largo de los veinte años de ocupación norteamericana, tuvo diferentes cargos en el poder judicial afgano, atendiendo casos como: asesinatos, violaciones, violencia contra la mujer, terrorismo y conspiración contra el gobierno afgano. Particularmente en causas que se involucraban miembros del Talibán. Quienes, en su gran mayoría, llegaban a los tribunales, después de haber pasado por largas sesiones de torturas en las prisiones norteamericanas.
Muchos de los condenados por la magistrada “Y”, fueron inmediatamente liberados tras la victoria del 15 de agosto del 2021, pasando a ocupar diferentes cargos en el nuevo gobierno del Estado Islámico de Afganistán, por lo que es muy factibles que lady “Y”, hoy se encuentre en más de una lista de venganzas de muchos de sus antiguos reos.
El portavoz del Ministerio del Interior británico declaró que: “El Reino Unido está asumiendo un papel de liderazgo en la respuesta internacional para apoyar a los ciudadanos afganos en riesgo y ha asumido uno de los mayores compromisos de reasentamiento de cualquier país”, además de argumentar que: “Ya se ha recibido a más de 21 mil mujeres, niños y otros grupos de riesgo afganos a través de una ruta segura y legal para reasentarse en el Reino Unido”. Además de achacar los retrasos a que: “los recursos se estaban redirigiendo a Ucrania”. Lo que deja claro, con el caso de la jueza “Y”, Londres no siempre paga traidores.
El frente del Panjshir
Por otra parte, se conoció que el domingo 21 de agosto, el líder supremo de los mullahs Hibatullah Akhundzada, designó al mullah Abdul Qayyum Zakir, viceministro del Ministerio de Defensa, considerado uno de los principales comandantes militares del gobierno Estado Islámico de Afganistán, cómo nuevo comandante militar especial para la provincia de Panjshir, en el norte del país, y con autoridad también en el distrito Andarab de la provincia de Baghlan.
Semejante designación va en consecuencia de las acciones del cada vez más activo, Frente de Resistencia Nacional (NRF), liderado por Ahmad Massoud, que cuenta con unos ocho mil hombres provenientes en su mayoría de las antiguas fuerzas armadas y de seguridad, entrenadas, asesoradas y financiadas por Washington durante su ocupación.
Desde la ofensiva iniciada por el NRF en mayo, se informa que el incremento de sus acciones va en constante alza. Habiendo tomado cientos de talibanes como prisioneros, además de haberles producido numerosas bajas y capturado armamento y materiales. Cómo siempre en este caso las fuerzas participantes incrementan los números a favor y disminuyen los negativos, por lo que siempre las cifras son aleatorias.
Mientras el brazo militar del NRF, se asienta en las montañas del Panjshir, el brazo político del NRF, se ha asentado en Londres, desde donde procura financiación y apoyo político de diferentes organizaciones y estado de occidente.
Ahmad Massoud, hijo de Ahmad Shah Massoud, líder de la Alianza del Norte, asesinado por al-Qaeda en 2001, dos días antes del ataque a las torres de Nueva York, fue uno de los tantos señores de la guerra, financiado por la CIA y el Departamento de Estado, durante la guerra antisoviética, y animador de la guerra civil, que se inició tras la retirada rusa, y por la que el Talibán llegaría al poder en 1996.
En esta versión 2.0 de la Alianza del Norte, Massoud hijo, quien comparte la comandancia de la organización con Amrullah Saleh, ex vicepresidente primero durante el gobierno del presidente Ashraf Ghani, y tras la huida de este en agosto del año pasado, se autoproclamó “presidente en funciones”, de dicha República.
Tras el desbande de agosto del 2021, NRF, se retiró a los valles laterales de Panjshir, de donde son oriundos los Massoud, intentando establecer una base guerrillera para combatir el nuevo poder asentado en Kabul. Para lo que debió establecer líneas de suministro logístico para conseguir comunicaciones, armamento, municiones, medicinas e instrumental médico, de la que forma parte la CIA.
Desde principios de mayo, con la ofensiva de primavera, que tanto en su momento han utilizado los talibanes contra las fuerzas norteamericanas, el NRF, comenzó una fuerte campaña atacando posiciones de las tropas de los mullahs, llegando incluso a arrebatarles el control de varias aldeas. Lo que confirmaría, que su reposicionamiento, también le ha dado oportunidad para extender su presencia a otras doce provincias del norte afgano, llegando incluso a atacar posiciones enemigas en la provincia de Nangarhar, al este del país.
El asesinato, por un dron norteamericano, de Ayman al-Zawahiri, el emir de al-Qaeda en pleno centro de Kabul, el pasado 31 de julio, (Ver: Ayman al Zawahiri, otra muerte oportuna.) ha desnudado una asociación con el Talibán, de la que, aunque nadie podría dudar, violando los acuerdos de Doha, de febrero del 2021. Con este argumento incontrastable, Estados Unidos y sus socios, podrán no solo mantener las sanciones, contra los mullahs, sino que le desató, si alguna vez las tuvo atadas, para que El Pentágono y la CIA, puedan seguir interviniendo libremente en Afganistán. Habilitando a que los enemigos del nuevo estado afgano, ahora puedan financiar sin excusas, ni tapujos al NRF e incluso al Daesh Khorasan, tan activo como el NRF a la hora de combatir a los mullahs.
A pocos días más de haber cumplido un año de la vuelta al poder del Estado Islámico de Afganistán, ha quedado claro que, para los talibanes, no les es cómodo el rol de administrador del estado, y más allá de que desde hace más de cuatro décadas el país centro asiático, ha vivido en inestabilidad permanente este último año ha sido devastador y extremadamente duro. Más allá de la pandemia, el cambio climático con sequías en algunas regiones e inundaciones en otras, la falta de infraestructura de todo tipo, las arcas del banco central vacías, sanciones internacionales que incluso le impide utilizar los fondos depositados en bancos norteamericanos, con fronteras calientes y una media docena de organizaciones armadas con algunos miles de hombres armados pululando por el país, los mullahs no han conseguido crear las bases mínimas de una administración que pueda sacarlos del marasmo en que la historia parecería encaprichada en mantener a los treinta y siete millones de afganos.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
23/8/2022