Por Gustavo Ramírez
Massa le ganó a todos. Incluso a ese medio mundo de las redes sociales que parece imbatible. No obstante, la contienda no terminó y lo que se viene tendrá que ver con la parte más dura de la batalla. El triunfo electoral reivindica el espíritu combativo del peronismo, siempre capaz de emerger de la crisis fortalecido y con unidad de concepción en unidad de acción.
La sociología mediática, lindante con la mediocridad analítica, también recibió un cachetazo. El berretismo ideológico expresado por los medios reaccionarios y también por los progresistas, proclives a regodearse en el derrotismo, subestiman la capacidad de organización popular y descreen del rol activo de las periferias. La motivación de sus presunciones prescinden de escuchar a las capas medias y bajas, por lo tanto se aíslan para quedarse encorsetadas en el nicho de la superestructura.
Después del domingo probablemente asistiremos a nuevos alineamientos y encuadramientos políticos. Sobre todo porque, desde la perspectiva nacional y popular, Massa asume como nuevo conductor político de la coalición. Ese espacio será compartido, en parte, con Axel Kicillof que supo desprenderse a tiempo de un cristinismo encerrado en su propio laberinto. Ambos dirigentes políticos tomaron nota de lo ocurrido en las PASO y obraron en consecuencia.
Massa revirtió el escenario de derrota con aquello que más detestan los “libertarios” y los “cambiemitas”: la política. El Ministro de Economía dotó de sentido la acción de gobierno y se situó en el reconocimiento del presente para construir futurabilidad. La táctica estuvo puesta al servicio de la estrategia como un soporte vital e ineludible. Desde esa posición, el candidato, asumió el rol de protagonista y conductor sin eludir debates centrales sobre los lastres que arrastra la gestión de Alberto Fernández.
Por otro lado, el candidato de Unión por la Patria no necesitó la bendición de las partes internas en pugna. Saltó ese cerco y tomó su lugar de inmediato sin pedir permiso. Conocedor del barro político y acumulando experiencia en la gestión, tiene capital político para mostrar y demostrar con francos postulados propositivos frente a una oposición que quedó atrapada en el vacío de contenido y en la lucha estéril contra el fantasma “kirchnerista”.
El ex intendente de Tigre revitalizó el espacio, buscó la purificación del aire interno sin terciar más de lo debido entre las partes y se abocó a la reconstrucción de la coalición. Su primer soporte fue el Movimiento Obrero, le siguieron los movimientos sociales y las organizaciones empresariales Pymes. Durante la campaña lo urgente y necesario no privó a la fuerza política de recomponer la narrativa. Ya no centrada en el pasado cercano, sino remarcando la necesidad de fortalecer la fe en lo propio.
El triunfo electoral del peronismo en gran parte del territorio nacional demostró que las definiciones políticas no corren solo por cuenta y cargo de la superestructura. El trabajo territorial continúa siendo vital para una fuerza que se constituyó en la periferia, en las fábricas y en las barriadas humildes. Massa, a pesar de sus orígenes, recuperó en dos meses la identidad popular y plebeya, al menos en términos discursivos, que el Movimiento había perdido en la administración albertista. Claro que no es solo eso, también es un interesado lector de la coyuntura geopolítica. Massa ganó situado.
Esa ubicación desconcertó a la oposición reaccionaria que entró en terapia intensiva. Las posiciones radicalizadas de Milei y de Bullrich, por el momento, parecen no tener cabida en el ceno de un pueblo que hace de la paz social una virtud y un valor. Sin embargo, las posibilidades competitivas de estos sectores están latentes. Aunque su credibilidad ha comenzado a quebrarse de la misma manera que lo hace su voluntarismo ideológico.
Bullrich y Milei prometieron sangre en el paraíso. El caos no es una respuesta, mucho menos una propuesta política en un país donde la violencia política atraviesa de manera negativa a la historia popular. Aun así, los discursos de ambos candidatos, que comenzaron a olerse la cola, volvieron a evidenciar la mezquindad de sus iniciativas. Ambos continuaron con la sobreactuación de su egocentrismo y se olvidaron, una vez más, de la gente e inclusive de sus votantes.
La sobrevaloración de lo ideológico no les permite perforar el territorio con una propuesta de realización social. La defensa acérrima del capital especulativo y de la libertad del mercado los aleja de una base electoral que históricamente evitó pegarse tiros en los pies en tiempos de crisis.
Melei terminó arrastrándose detrás de la “casta” para mendigar una porción de los votos de Juntos por el Cambio. Bullrich se rindió ante el fetiche discursivo de Mauricio Macri: eliminar al kirchnerismo. Una guerra ficticia que perdió asidero el mismo domingo a la noche cuando Massa anunció el fin de la grieta.
Tanto en la Libertada Avanza como en Juntos por el Cambio existe la amenaza de la dispersión de fuerzas. No del núcleo duro, claro está, pero sí de los sectores “moderados” que ven en estas derrotas una posibilidad de sacar provecho y reposicionarse políticamente en el nuevo mapa nacional.
Los radicales demostraron cierto hartazgo sobre el persistente accionar de Macri. Empecinado en librar una batalla personal con la historia que lo rechaza. Según fuentes del partido fundado por Yrigoyen, el contenido del discurso que emitió Patricia Bullrich no fue el establecido. Las “malas” lenguas confirmaron que el expresidente modificó sustancialmente el relato lo que generó el incremento del malestar interno.
Los “libertarios”, no tan liberales como decían, se pasaron facturas internas. Los números no fueron los esperados y el acuerdo de Milei con parte de la “casta” fue apuntado como principal disparador de la derrota. Más allá de que aún se perciben con vida en la carrera electoral, las decisiones de la conducción reaccionaria estallaron cualquier puente que se pudiera tenderse hacia la mesura. Por estas horas, Milei, trató de traidores a los radicales, buscando un gesto cómplice que satisfaga a Macri.
Aun así, habrá que ver que sucede con el verdadero programa de gobierno de la Libertad Avanza si se sella un acuerdo con una parte de Juntos por el Cambio. La radicalización de las posturas económicas, pero también anti republicanas no seducen al universo cambiemita en su totalidad. Por otro lado, ninguna alianza garantiza la transmisión automática de votos. Al mismo tiempo, Macri tampoco puede ostentar liderazgo interno. Por estas horas es seriamente cuestionado por su propia tropa. Esto es un serio escollo para la ambición de cerrar automáticamente con el libertario.
En estas condiciones, ¿llegará Milei al final del camino? Por el momento la respuesta es afirmativa, pero solo por el momento. Es que el triunfo épico de Massa promueve un escenario complejo para una oposición que subestimó el poder de la organización popular convencida de la causa nacional. Del mismo modo, la fuerza opositora no ha tomado conciencia de que el porcentaje obtenido en esta primera vuelta es su techo. Un techo que empieza a mostrar grietas. En tanto, el Ministro de Economía reventó su propio piso electoral y es muy probable que continúe creciendo.
Lo concreto es que Massa nos ganó a todos. Su triunfo motiva el encuadramiento y no deja lugar para mezquindades ideológicas. Lo que viene amerita tener el estómago preparado. No hay otra salida. Pero ojo, Massa no es solo eso. La sorpresa no fue este triunfo electoral. El peronismo siempre tiene fe en sí mismo. La real sorpresa han sido las iniciativas de gobierno propensas a superar la crisis económica bajo su conducción.
Para Massa, si no comete errores significativos, de acá en más todo puede ser ganancia. En tanto para la oposición, lo que se avecina es una tragedia shakespereana, con un Milei queriendo pescar tiburones en una pecera y con Juntos por el Cambio aprestándose a la traición como moneda de cambio entre figuritas sin ética.
En contrapartida, el Ministro de Economía, puso de relieve los principios rectores de una comunidad que pretende reorganizarse: La familia, el trabajo y la unidad nacional. Algo de ello tiene que ver con el trabajo que en las barriadas humildes realizan los Curas Villeros. Es que todos, cada uno desde su lugar, se pusieron la campaña al hombro, entendiendo que primero está la Patria. Ya no hay lugar para sectarismos, el mensaje de las urnas ha sido claro al respecto.
23/10/2023