Opinión

Repolitizar el Gobierno desde la identidad popular

Por Gustavo Ramírez

El Gobierno busca relanzarse para cobrar vigor frente a una coyuntura que por el momento le resulta adversa, al menos en términos de aprobación social. En paralelo, algunos funcionarios insisten en remarcar que este es el rumbo, mientras que otros se resignan ante lo que consideran el principio del fin y entre líneas internas, existen los que demandan medidas muchos más sólidas para combatir en serio a la inflación y a los poderes de la economía concentrada.

En esta coyuntura, el fusible está en el Ministerio de Producción y Desarrollo. En los últimos días, Roberto Feletti, cargó con munición gruesa contra el Ministro de Economía, Martín  Guzmán, y dejó expuesta las marcadas “diferencias” que tiene con un ministro clave para Alberto Fernández, como lo es Matías Kulfas. Algunas fuentes cercanas a la Secretaría de Comercio aseguraron que solo es cuestión de tiempo para que el funcionario pegue el portazo si no hay modificaciones sustanciales en la política anti-inflacionaria.

Durante el fin de semana sonó con fuerza la idea que se baraja en el Gobierno de producir cambios en el Gabinete, incluido el Ministerio de Economía, donde el nombre que surgió con fuerza es el de Cecilia Todesca, actual Secretaria de Relaciones Económicas Internacionales. Siempre contó con la simpatía del Presidente para ocupar esa cartera y ahora su nombre hace punta para acceder al cargo.

No obstante, la funcionaria carece del aval completo de lo que se conoce como “kirhcnerismo” duro. Es que entienden que su nombramiento representa una línea de continuidad con las políticas económicas desarrolladas por Guzmán, por lo que entiende que su posible nombramiento solo representa un cambio de figuritas.

Otro nombre que se hace sentir con peso propio es el de Sergio Massa. Desde su entorno confirman que su alianza con Cristina y Máximo está sólida y que su ingreso al Gobierno podría imprimirle una nueva impronta a la administración a partir de sus experiencia en el Gestión. Al mismo tiempo, afirmaron que “Sergio” pide poderes plenos con margen para decidir, lo cual también representa un límite para el nombramiento de Todesca.

Agustín Rossi es uno de los actores que podría volver al gabinete, aunque no queda en claro cual podría ser su rol en él. Por el momento, el exministro de Defensa oficia de asesor del gobierno nacional y opera para sostener la articulación política de cara al 2023. El último domingo, ofició de orador preponderante en el encuentro que la Corriente Nacional de la Militancia llevó adelante en la ciudad de Rosario.

En ese escenario habló de “fortalecer la gestión, fortalecer la unidad del Frente de Todos y tratar de fortalecer el liderazgo del Presidente”, si se quieren mantener las aspiraciones electorales para 2023. Del acto participaron también, precisamente Cecilia Todesca, Jorge Ferraresi, Ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Vilma Ibarra y Juan Zabaleta, entre otros.

El mensaje de Rossi no configura en sí mismo un contenido político, sino que queda como referencia de lo necesario por hacer en términos de la urgencia electoral. Su bajada de línea responde a posicionarse en la interna más que a pensar políticas que saquen de la crisis social a millones de compatriotas. No se trata de abrir juicios de valor, cada oportunidad discursiva en debate ayuda a pensar pero no define lo que demanda el presente y se estanca en el mero diagnóstico.

El Gobierno necesita repolitarzarse. Esto no significa solamente recuperar la agenda electoral del 2019, tiene que ser una instancia superadora a partir de la elaboración de un programa nacional que se desprenda de todo vestigio demoliberal, progresista, condicionante de la ejecución política. Para ello, los actores principales de la coalición, tienen que dotar de contenido político la acción de gobierno recuperando el sentido de las raíces sociales del peronismo.

Repolitizar en este sentido es sinónimo de reperonizar. No alcanza con la mirada electoralista que, a esta altura, el reduccionista y simplificadora. Ganar una elección no se traduce automáticamente en una transformación sistémica. Por lo tanto, ese modelo se agota en sí mismo en función de no darle sustento a la compresión, en su real dimensión, de la crisis que vive Argentina, la región y el mundo.

Lo que ha desnudado la pandemia de COVID-19 e incluso la guerra entre Rusia y Ucrania, es que el sistema tal cual está no puede dar más respuestas a las crisis que desde su propio centro se generan. Por ende, descomponer esta complejidad en el mero triunfo electoral es auto limitar la propia acción política en la medida que se contribuye a sostener un estatus quo que reproduce hasta el  hartazgo la dinámica de la injustica social.

Para repolitizar la política del gobierno es preciso que los actores del Frente de Todos abandonen las discusiones de superestructura -que no deja de ser una discusión ideológica – y revaloricen, a partir de su propia descentralización, la escucha y las demandas de los pobres. La crisis no la padecen los sectores más ricos, sino los más humildes. Son estos quienes han desarrollado estrategias de organización popular para combatir, precisamente, las condiciones de injusticia y descarte a las que el sistema los somete. ¿Por qué entonces no recurrir a la organizaciones libres del pueblo para superar la crisis?

Repolitizar el gobierno es devolverle el sentido popular, su condición plebeya. El peronismo es antes que nada una política de la vida y como tal la razón ontológica de la cultura Nacional, del Ser Nacional. En él sujeto histórico no es la aristocracia política del Yo, sino la concreción comunitaria del Nosotros. Pero para repolitizarse el Frente de Todos necesita recuperar liderazgo y conducción popular, elementos de los cuales hoy carece porque quedó estancado en la representación idealizada de la dirigencia política que al mismo tiempo se aburguesó en su narrativa utópica.

Lo mestizo, lo criollo, abreva allí, donde el proceso civilizatorio quiso desculturizar. El peronismo no tiene origen en la profesionalización de la política, sino en el descamisado, en el trabajador, en el Movimiento Popular. En la ética del pueblo, más allá de la moral de la supervivencia. Lo que se califica como gobierno nacional y popular carece de sus elementos constitutivos y apela a la razón liberal histórica para gestionar más que para politizar; politizar es hacer, confrontar para la liberación.

Más allá de los cambios de jugadores que se auspician para después de Pascua, diagramados para romper la inercia de la resignación que hasta acá impusieron las políticas de sobrevida del gobierno, que al mismo tiempo se condensan en incertidumbre y desconfianza, el gobierno debe recuperar el sentido de la política popular y salir de los márgenes de la especulación electoral. Parece de perogrullo, pero sin 2022 no hay 2023.

 

 

 

 

11/4/2022

 

 

 

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