Transhumanismo: ¿Fuera de Control?

*Por Francisco Pestanha 

En un escrito anterior sostuve que un sector considerable de la comunidad científica y tecnológica pronostica que – en un horizonte temporal de diez a veinte años – emergerán sistemas de inteligencia artificial y otros artificios —basados en tecnología cuántica o binaria— capaces de “autorreflexión” y autonomía cognitiva, alimentada, entre otras, por la cooptación atencional y emocional de todos nosotros. Esta afirmación suscita interrogantes -entre otros- sobre la potencial concentración de poder en una “élite tecnológica” que podría ejercer control hegemónico mediante el dominio de estas tecnologías emergentes. Algunos autores denominan a esta elite como “nubelistas” (dueños de la nube).

Ciertos lectores criticaron alguna de mis afirmaciones sosteniendo que estos dispositivos permanecerán siempre y sin lugar a dudas como instrumentos bajo control humano. Sin embargo, un núcleo significativo de especialistas anticipa que la adquisición de la «singularidad» por parte de estos sistemas, transformará fundamentalmente la relación humano-máquina, estableciendo una complementariedad simbiótica que podría redefinir la evolución de nuestra especie. Inclusive que podrían superar las capacidades humanas e inclusive dominar o sustituir a los humanos.

El transhumanismo, es un movimiento filosófico y cultural que justifica esta visión. Esta corriente promueve la aplicación sistemática de la ciencia y la tecnología para el mejoramiento radical de la condición humana mediante la ingeniería genética, la inteligencia artificial y la nanotecnología. Los transhumanistas buscan no solo la eliminación del sufrimiento y la enfermedad, sino la expansión de las capacidades humanas “hacia formas posthumanas” de existencia, incluyendo la extensión indefinida de la vida.

La industria tecnológica ha emergido como el principal vector de financiamiento de la filosofía transhumanista. Peter Thiel y Jeff Bezos invierten masivamente en investigación antienvejecimiento, mientras que Elon Musk promueve la fusión humano-artificial para alcanzar una «simbiosis cognitiva». Mark Zuckerberg, por su parte, desarrolla interfaces que materializan aspectos centrales de la agenda transhumanista.

Los principales centros de investigación transhumanista incluyen Humanity+ (World Transhumanist Association), el Institute for Ethics and Emerging Technologies (IEET), Singularity University y el Oxford Uehiro Centre for Practical Ethics. Aunque estas instituciones incorporan consideraciones éticas en sus agendas, sus marcos teóricos fundamentan los principios de esta nueva filosofía.

El transhumanismo plantea desafíos fundamentales para quienes defendemos la preservación de la naturaleza humana en su forma actual. La implementación de sus postulados podría alterar irreversiblemente tanto la identidad de nuestra especie como las concepciones tradicionales de la «existencia y la trascendencia».

Así, advertidos, los hombres y mujeres de las periferias, convencidos y convencidas de un humanismo que nos define y constituye – como años atrás en tiempos del protoperonismo y del primer peronismo- debemos estar alertas y concentrar nuestra atención en la elaboración y relaboración de principios garanticen la continuidad de una especie que merece nuevas oportunidades. Aún más cuando gran parte de el ideario anarco – liberal hoy en el gobierno, contiene en su seno un transhumanismo manifiesto.

 

 

 

*Ensayista, escritor. Docente en la Universidad Nacional de Lanús. Autor del libero: Aportes para un Pensamiento Nacional Latinoamericano.

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