Pensamiento Nacional

“Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!”

Por Gustavo Ramírez

A Martín

Siempre estuvieron ahí. Es como el cuento de Augusto Monterroso pero más dramático: Cuando despertó el poder oligarca seguía allí. BlackRock, JP Morgan, Grupo Eurnekian, Techint, Grupo Macri, Clarín, Sociedad Rural, Mercado Libre, Coto,  Farmacity. Ahora sienten el olor de la sangre que va correr y se desesperan. No solo quieren una parte de la torta, quieren cuerpos, cabezas y almas. ¿Es su tiempo?

¿Cuántas realidades nacionales entran en un DNU? Quizá una sola. La del poder que tiene nombre y apellido. Están ahí, firman comunicados de beneplácito cuando un gobierno anti-nacional propone devastar el país produciendo más pobres, más indigencia. Mayor desolación: Desocupación, retraso productivo. Mayor violencia, vulnerando la Constitución, aplastando derechos laborales. Ellos sonríen. Siempre lo hicieron.

Forman una secta. La Asociación Empresaria Argentina. Jaime Campos, Luis Pagani, Héctor Magnetto, Sebastián Bagó, Alfredo Coto, Cristiano Ratazzi, Federico Braun, Luis Perez Companc, Alberto Grimoldi, Alberto Hojman, Eduardo Elsztain, Marcelo Argüelles, Marcos Galperín, María Luisa Machiavello, Martín Migoya, Charlie Blaquier, Mariano Bosch, Claudia ´Lavarez Argüelles, Martón Brandi, Alejandro Butti, Martón Castelli, Sergio Kaufman, Pablo Reommers, Gustavo Salinas, Miguel Urus y Amadeo Vázquez.

Ahora gobiernan. Se sienten amos y señores de un país que no conocen y detestan pero del cual quieren exprimir todas sus riquezas. Ellos mueven los hilos de un muñeco narcisista y ególatra como Javier Milei. Prendieron la mecha. El incendio solo comenzó. No sabemos cómo será el tamaño de las llamas. No tenemos idea de cuál será el verdadero daño que esto nos causará. Ellos sonríen, están felices.

Dan letra: “Valoramos muy especialmente, que el gobierno se disponga a tomar medidas que permitan el más pleno desarrollo del sector privado, sometido por años a injerencias estatales indebidas , a controles de precios, a una elevadísima presión tributaria, a restricciones arbitrarias en materia de comercio exterior, y a amenazas como la Ley de Abastecimiento”.

Quieren todo para ellos y ahora lo tienen todo a tiro. No importa que eso implique que millones de argentinos caigan en el abismo. No es su problema. No les interesa. No es la historia que se repite, es la historia en el basurero de los tiempos. Mientras tanto, el falso pastor ilustra los comunicados de prensa con ilusorias perspectivas de una libertad que se llenará las manos con las sangre de los corderos.

Pero ellos se vanaglorian. Escriben: “Desde AEA estamos convencidos que la eliminación de dichas anomalías y la renovación del sector privado que propugna el gobierno , redundará en mayores inversiones productivas, en crecimiento del empleo y en un aumento de las exportaciones, todos ellos aspectos cruciales para volver a colocar a la Argentina en la senda del desarrollo económico y social sostenido”.

Comen en la mesa de los fariseos y esperan que todos nosotros podamos servirles a bajo costo. Después de todo, también somos anomalías. Querer vivir del trabajo digno es anormal para ellos. Pretender darle una buena educación a nuestros hijos es un patología. Acceder a una salud de calidad es una aberración. Solo nos quieren comiendo de su mano. Esperando por su caridad que llegará algún día. O mejor, tal vez, nunca.

¿Qué hemos hecho?

Fue el primero en acercarse a la camioneta donde estaban las viandas de comida. Su piel, curtida por el sol brillaba bajo el cielo del verano porteño. Flaco, joven. Tendió la mano y miró a los ojos de quien el acercó un plato de comida. Su miraba clara brilló. A su lado, su hijo. Unos espléndidos 12 años. Tomo la vianda con natural inocencia. A su alrededor la vida seguía con su insoportable rutina y su sostenida indiferencia.

Padre e hijo se acercaron a cada colaborador de la Caravana Solidaria Navideña, jóvenes trabajadores de la Seccional Río de la Plata del Sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento. El padre, con la camiseta roída de Huracán contó: “Hace poco llegamos de Concepción del Uruguay. Me dieron la tenencia de él y estamos acá, en un hotel donde pago 12 mil pesos por día. Junto cartón, pero hoy fue un día malo”.

¿Cuántos días malos caben en una biografía?

En un momento, el padre se apartó junto a un militante: “No quiero abusar, pero quería saber si no tienen un juguete. Yo no voy a poder darle nada el domingo”. El pedido fue tímido. Con vergüenza. Pero de inmediato llegó Papa Noel y la inocencia del hijo se hizo radiante. No dejaba de sonreír. El padre se quebró, lloró. Nos abrazó a cada uno de los que estábamos ahí y lloró. Sus lágrimas se metieron en el cuerpo hasta tocar los huesos y estremecernos.

“Tu risa me hace libreMe pone alasSoledades me quitaCárcel me arranca”

Los versos de Miguel Hernández bien podrían sintetizar la crónica. Pero la poesía no siempre calma el dolor de panza por hambre. Ni cura las heridas de la desolación. Acompaña, de lejos. Consuela a los que tenemos un cobijo y una caricia constante. Pero muchos de los nuestros están caídos y el sistema se empecina en pegarles en el piso.

Aún así, ese padre y ese hijo se tienen el uno al otro. Se miran. Se abrazan. Se aman. No se ven como números. Aunque pelean por sobrevivir. Mañana será mejor. No es solo esperanza lo que los mueve, es Fe. Algo que no siempre podemos comprender del todo. Al final del día, ellos pueden decir gracias, sin rencores. A veces hasta con una sonrisa e incluso, porque no, con algo de bronca. O usted no sentiría bronca.

“Las criaturas imaginarias están atrapadas  en el celuloide”

Muy pocos tienen demasiado, muchos nada. Santander, BBVA, Galicia, Macro, Credicoop, Citi, HSBC, Patagonia, Supervielle, ICBC, son lo bancos que concentran del 60 % de la deuda de letras del tesoro. Para ellos lo pobres no existen. No entran en ninguna ecuación. No tienen nombres, ni rostros. Ellos suman y restan. Igual que Milei.

La noche anterior, las calles de Buenos Aires se volvieron a llenar de caceroleros. Cada quien cuida su quinta. Así que todos tenían un buen motivo para salir. No obstante. Allí los pobres también estaban invisibilizados. Aun así, muchos de los que ahora reboleaban con justa razón puteadas a Milei, ayer decían la Patria es el Otro sin saber lo que es la Patria y sin conocer al otro.

Da la impresión que en ocasiones vivimos exiliados en nuestra propia caverna platónica. Dos más dos es cuatro pero a ese padre y a ese hijo los números no los alcanzan. Tienen que sobrevivir día a día hasta donde den las fuerzas. Pero a veces las fuerzas se cansan también y todo se desmorona. Esas lágrimas todavía nos pesan en el cuerpo y en el alma. Actúan como un rayo furtivo y nos despiertan del sueño idealizado del relato.

¿La patria es el otro? Las migajas de los programas progresistas terminaron por ser funcionales al proyecto reaccionario. Y ahí están los Máximo Kirchner y los Alberto Fernández, jugando al gato y al ratón. Midiendo quien caminó más de la Universidad al café y del café a su propio nicho de buenas noticias y década ganada. Son criaturas que se pintan su propia aldea dentro del celuloide de la máquina electoral y prescinden de ver más allá de la tierra conocida.

“Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza del poder y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé de las miserias de mis pueblo y pude ver su grandezas”, inmortalizó Evita.

La sombra de los enemigos siempre acechó desde el fondo de la historia. Los encantos de los procesos de bienestar nos llevaron a conformarnos con darnos ánimos entre nosotros mismos, mientras el subsuelo de la Patria clamaba por ser escuchado. Los profesionales de la política redujeron al peronismo a una expresión de manual y le cedieron la iniciativa de libertad a los enemigos del pueblo.

Seamos claros. Volvamos a Eva: “Todos llevamos en la sangre la semilla del egoísmo que nos puede hacer enemigos del pueblo y su causa. Es necesario aplastarla donde quiera que brote si queremos que alguna vez el mundo alcance el mediodía brillante de los pueblos, si no queremos que vuelva a caer la noche sobre su victoria”.

Sí, tal vez haya que salir con la cacerola. Hacer ruido. Pero si no salimos a escuchar a los nuestros, a los más humildes. Si no los escuchamos, si no compartimos sus lágrimas, solo no estaremos autoengañando soñando con revoluciones ficticias que solo ocurren en los libros o en estúpidas clases magistrales.

A los enemigos del pueblo los conocemos desde hace tiempo y los hemos visto de frente. Los trabajadores hemos estado siempre en la línea de combate. Dando pelea en días cortos y en noches largas. Aún así, muchos de los nuestros han defeccionado. Bajaron las banderas seducidos por putas caras en yates prestados.

En tus ojos 

Nos fuimos a la mierda creyendo que el sostener los estandartes de una narración tibia y cortita alcanzaba para meternos en la fuente política de la juventud eterna. Las políticas asistencialistas rompieron el mapa y los territorios. En ese esquema las fronteras se borraron. Claro, en época de crisis buscamos la excusa perfecta que nos explica que carajo nos pasó.

La respuestas tal vez no las vamos a encontrar en las palabras. Las lágrimas de los pobres  hablan, cuentan, explican y sienten. Allí quizá está el nuevo principio: Volver al pueblo, para y con el pueblo. No se necesitan utopías, se necesita la convicción de internalizar los principios doctrinarios del peronismo como una existencia ética para que la Justicia Social sea la causa y no un efecto del protectorado progresista.

No sé cuando volveré a encontrar a ese padre y a ese hijo. En realidad si. Los cruzo en cada esquina. Los veo entre las sombras del días deslizarse de manera anónima con la mochilas de sus vida a cuesta. Están ahí pero pasan a través de la gente como fantasmas. Se los rechaza. Se los oculta. Es curioso, pero hay quienes creen que ellos son las causas de nuestros males. Entonces los alejan y sin embargo se acercan a servir a los esclavistas de la patria: la gente de bien.

Hay sangre en el paraíso. Alguien deberá limpiarle las heridas a Dios. Cada pobre es un clavo en la cruz. Son momentos donde la hegemonía del mal parece inclinarse sobre nuestras mesas. El olor azufre cubre los campos, las ciudades y los canales de televisión. Se hace tiempo de no esperar por los buenos tiempos, hay que ir por ellos. Hasta el propio Dios lo sabe “todo explotador es enemigo del pueblo. La justicia exige que sea derrotado”.

“Porvenir de mis huesosY de mi amorDesperté de ser niñoNunca despiertesTriste llevo la bocaRíete siempreSiempre en la cunaDefendiendo la risaPluma por pluma”

En los ojos de ese pibe que reía al tomar el juguete de Navidad entre sus manos vi la Fe. La Fe, la nuestra, es revolucionaria. Hagamos lo que tengamos que hacer. En esos ojos, en esa sonrisa, vive la Patria verdadera.

 

 

 

 

 

23/12/2023

 

 

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