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Puertos y vías navegables: El triángulo de las Bermudas

Por Gustavo Ramírez

La ausencia de políticas definidas para sectores estratégicos en materia de producción y transporte, ponen de relieve que las tensiones internas en la estructura de gobierno no se dirimen en el mero plano ideológico. La deuda oficial con el desarrollo, cuidado y sostén en materia portuaria y en torno a las vías navegables es gigantesca y por el momento no se avisara un cambio radical que permita inferir que las cuestiones problemáticas que atañen al sector serán saldadas en el corto plazo.

Sobre finales de abril, con una potente movilización a la Cancillería, el Sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento, que conduce Juan Carlos Schmid, líder de la Federación Marítima, Portuaria y de la Industria Naval de la República Argentina, dejó en evidencia, una vez más, que el principal problema que compete al sector es la ausencia de un compromiso político para la gestación de políticas que promuevan soluciones efectivas en el marco de un programa de gobierno.

Tanto en materia portuaria como en el de las vías navegables se sostienen discursos arrinconados en la apuesta por lo políticamente correcto donde se sobreabundan, como en otras áreas de gobierno, la narrativa sin contenido y el diagnóstico desmedido. Al mismo tiempo, falta decisión política para modificar un estatus quo que promueve un escenario de permanente incertidumbre donde los únicos que corren el riesgo de perder son los trabajadores del sector.

Como producto del estancamiento político que promociona la ausencia de gestión, por estas horas, presentó su renuncia a la Director de Operaciones de la Subsecretaría de Puertos, Vías Navegables y Marina Mercante, Roberto Milio, quien además integra la conducción de la organización sindical que encabeza Schmid.

Uno de los hechos que motivó la renuncia del funcionario es la situación de precareidad en la que se encuentra la Draga 36-C, con riesgo de hundimiento, en Villa Constitución, localidad de la provincia de Santa Fe. En ese orden, Milio expuso que este hecho es el resultado de la “inexistencia de los medios necesarios para mantenerla a resguardo a pesar de los repetidos e incesantes reclamos que en esta materia se han realizado desde la Dirección a mi cargo”.

“La gestión gubernamental en materia de puertos y vías navegables no tiene como prioridad la recuperación de la soberanía nacional. La Subsecretaria de Puertos y Vías Navegables se caracterizó, durante estos últimos dos años, por no impulsar ninguna de las acciones necesarias para recuperar el material flotante y la capacidad operativa de las áreas a su cargo”, manifestó el dirigente.

Al mismo tiempo, denunció que la dependencia oficial “se dedicó sistemáticamente a impedir la consecución de objetivos esenciales para retomar en forma efectiva el control y el manejo de los servicios de dragado y balizamiento, así como la reducción de los riesgos que en materia ambiental tiene el material de navegación que se encuentra hundido o con riesgo de hundirse en los lechos de los ríos de toda la Nación Argentina”.

Los detalles sobre el abandono, literalmente, de la gestión abundan. Hay caso notorios que se prolongan en el tiempo como el riesgo de hundimiento que corre la  Draga Mendoza de Mar Del Plata: “Esta draga se encuentra judicializada y con una orden expedida por un juzgado federal para mitigar los riesgos y proceder al desguace de esa nave para evitar el impacto ambiental de ese hundimiento y en lo cual no se ha avanzado con la diligencia necesaria en una contratación de emergencia que permita mitigar las contingencias probables de un siniestro potencial, en lo que se
tardó más de un año“, señaló Milio.

Pero no es el único caso: “En el mismo sentido se avanzó en la recuperación de la draga Rio Negro mediante un convenio con Tandanor, para poder reparar la draga a cambio de dragar el acceso al dique de la empresa y ese convenio no se pudo terminar de tornar operativo por la falta de continuidad del trámite respecto del Ministerio de ambiente que tenía que dar el okey al impacto ambiental del dragado como condición para el comienzo del convenio y de la reparación de la draga Río Negro”.

Estos ejemplos están entrelazados con la falta de decisiones políticas para terminar de definir el futuro de las terminales portuaria metropolitanas, así como también en la mentada “Hidrovía”. Existen funcionarios que viven de espalda a los puertos y a las vías navegables, tal parece ser el caso de la conducción en la Administración General de Puertos, donde algunos funcionarios de primera y segunda línea se aferran a sus sillones como a botines de guerra, mientras le dan la espalda a su origen y las necesidades demandadas por las organizaciones sindicales.

Juan Carlos Schmid, había declarado en el marco de la movilización realizada semanas atrás que “vemos que  existe  una especie de Triángulo de las Bermudas, entre la Administración General de Puertos, la Subsecretaria de Puertos y Vías Navegables y el Ministerio de Transporte, que impiden  por superposiciones que se den políticas claras. La Hidrovía es la autopista por la cual entran y salen los dólares para gobierno y nos preocupa no ver políticas que ordenen la actividad”.

El juego del desgaste que algunos funcionarios se propusieron emprender en este orden no erosionan la persistencia de las organizaciones sindicales. La convicción en las demandas sindicales incluyen, a su vez, un programa nacional sobre el manejo del comercio exterior, hoy concentrado en multinacionales, pero también el despliegue de un verdadero dispositivo de soberanía política y económica en las vías fluvio-marítimas.

Es decir, los trabajadores del sector no se quedan en la denuncia por la denuncia misma sino que han elaborado un plan de contención y de desarrollo nacional amplio y con políticas específicas. Lo que al mismo tiempo refuta las premisas neoliberales que desde la doctrina del mercado pretenden reducir la acción sindical a un plano reivindicativo y de subordinación permanente, algo en lo que coinciden las miradas demoliberales que gestionan de espalda a las necesidades populares.

Milio, señaló al respecto que “estas cuestiones nos llevan a plantear como representación gremial que claramente el dragado y balizamiento y la recuperación de capacidad operativa por parte del estado nacional a través de la subsecretaria de puertos y vías navegables no se encuentran dentro de las prioridades de este gobierno y de esta administración”.

Por estas horas la versiones sobre el despido de Leonardo Cabrera al frente de la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables parecía ser el sacrificio ofrecido como ofrenda de paz que como resultado de una evaluación profunda del estado de situación en el sector. La misma, claro, no se ha hecho efectiva. Tampoco existen indicios que determinen una mirada introspectiva sobre lo obrado por la gestión de José Beni al frente de Administración General de Puertos, más abocada a la concreción de cursos de capacitación y a las internas sindicales que a la planificación de programas que desaten los nudos problemáticos en el ámbito portuario.

Sin embargo, claro está, no se trata de un mero cambio de figuritas. De lo que efectivamente se está hablando es de un cambio radical en términos políticos. Sin programa para el sector, sin contenido político para adecuar al presente las estructuras obsoletas de la recesiva administración política de los distintos organismos, será difícil avanzar en la recuperación de la autonomía soberana sobre la vías navegables y la gobernabilidad de los puertos, aun en el marco de andamiajes mixtos.

Hacer la plancha sobre aguas turbulentas con pronóstico de tormentas inminentes implica poner en riesgo lo que desde el discurso oficial se quiere proteger. Por otro lado, en este ámbito, también comienza a jugar como factor determinante el tiempo. El próximo año es electoral, así que los márgenes de acción para ciertos funcionarios son ya  limitados. A eso hay que sumarle que la paciencia de las organizaciones sindicales se ha terminado.

 

 

 

3/5/2022

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