*Por Aníbal Torretta
Cuando estalló la epidemia, los académicos chinos discutieron tres posibles resultados de la epidemia COVID-19. El mejor resultado sería que el tratamiento de todos los pacientes terminara dentro de las 2 a 4 semanas, y la situación epidémica en todo el país se controla dentro de los 2 a 3 meses. El peor resultado: el control falla y el coronavirus barre el mundo. Entre los dos habría una situación en la que el número de casos de COVID-19 aumenta, pero de manera controlada; como resultado: derrotar al coronavirus tomaría mucho tiempo, posiblemente desde medio año a un año.
Es decir, un problema de subsistencia, ellos también plantean en su trabajo que la potencia científica de china y la disciplina de ese país les permitió lidiar con el virus.
Por otro lado, en un seminario web internacional facilitado por Hadassah Australia el jueves 21 de mayo, el periodista médico Dr. Norman Swan se unió al profesor Eyal Mishani, jefe de I + D de la Organización Médica Hadassah, Israel; Prof. Sharon Lewin AO, Directora del Instituto Doherty; y el Dr. Russell Basser, vicepresidente senior de I + D de Seqirus, una empresa líder mundial en biotecnología, ellos explicaron que tanto Australia como Israel son valores atípicos en la pandemia, ya que han lidiado con éxito la misma. La clave del éxito en ambos países fue no permitir los viajes internacionales. Israel también puso en cuarentena a todos los israelíes que regresaron a casa en marzo.
En fin, Ciencia, medidas sanitarias, redes sociales, aislamiento, cierre de fronteras. Miles de científicos del mundo con toda una estructura quizá nunca vista antes en pos de lograr una vacuna y una cura para este mal que aqueja a la humanidad, hacen prever que podremos sortear este obstáculo. Más allá de las medidas poco felices de los países que han optado por privilegiar el mercado sobre la salud, y que de todos modos han visto caer sus bolsas como todos los otros. En fin.
Sin embargo, Argentina ha asumido este problema con el presidente Alberto Fernández a la cabeza y con un consenso pocas veces visto de oficialismos y opositores, tomando medidas duras consensuadas con la Política, pero consultadas con la ciencia y respaldadas por la Fe, una combinación que puede ser clave en el éxito de esta batalla tan cruel y sorpresiva más allá del hecho que, como decíamos, cada cien años nos sacude algo así.
Pero hay un factor un tanto tapado por las cifras, las medidas, las curvas y contracurvas de esta pandemia, que es para mi la clave de un posible éxito: la solidaridad del pueblo argentino. Pero ¿qué es la solidaridad? Podemos definirla según distintas concepciones: En este sentido, la solidaridad orgánica establece un sistema de relaciones funcionales, donde los vínculos de cooperación entre los individuos se producen con base en los conocimientos y las soluciones que cada cual pueda aportar para las necesidades del otro.
La doctrina social de la iglesia entiende la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua, en un todo unido a los conceptos de responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación y participación. Podemos seguir días hablando de la teoría de la solidaridad. Pero la solidaridad se vive y es lo que ha permitido a nuestro país sortear todas y cada una de las situaciones críticas de su historia.
Solidaridad Práctica de los que están más abajo, casi siempre el punto máximo de la solidaridad viene del pueblo Descamisado como le gustaba decir a Evita. Gracias a mi actividad pude estar muy de cerca, viendo mucho también por las noticias y también por el laburo territorial, y creo que más allá de la excelente estructura sanitaria creada por Perón, sumada a la de las obras sociales, a la capacidad científica de los argentinos y claro, a las medidas del Gobierno peronista y el acompañamiento de los demás sectores, fue la solidaridad la que nos da una gran oportunidad de vencer.
Hemos visto vecinos aplaudir a los médicos, los hemos aplaudido eso está bien, pero también hemos visto miles de trabajadores públicos presentarse de voluntarios para prestar servicios extraordinarios frente a la pandemia, sin que salga en ningún medio. Hemos visto en los medios alguna empresa multinacional donando alguna cosa , pero en los barrios hemos visto cientos de miles de ollas populares, sistemas de voluntarios militantes políticos, sindicales y sociales que recorren los barrios detectando o ayudando en situaciones de covid o situaciones sociales, hemos visto modelos de pasarela hacer un video de como mantener la silueta en la cuarentena, pero yo he visto la belleza de las enfermeras y médicas y laboratoristas y técnicas con sus caras cansadas y arrugadas atendiendo a sus compatriotas, quedándose más horas en sus puestos de trabajo.
Hemos visto trabajadores de todos los oficios además de los públicos realizar tareas que no le eran las propias. He visto trabajadores que hacían juego para plazas hacer cruces para el cementerio , o trabajadores que hacían señales de tránsito hacer líneas de distanciamiento social en las calles, hemos visto trabajadores públicos del país entero ayudar a controlar el tránsito subirse a los autobuses, atender hoteles de pacientes positivos, trabajadores de la emergencia , hemos visto a los más pobres a los que nada tienen presentarse como voluntarios para limpiar ,para repartir alimentos, para organizar ollas populares, vi con mis propios ojos mientras estaba repartiendo alimentos en mi barrio, venir a una pareja muy muy joven con la SEÑORA CON MAYÚSCULAS embarazada, muy humilde con lo justo puesto para aguantar más o menos el frío de la noche venir y cuando le dije cuántas porciones de comida necesitas me conteste:” no vengo a llevar, vengo a traer esto y dejar un paquete de fideos .
He visto a las maestras argentinas transformarse en expertas virtuales para no dejar a sus alumnos sin educación, pero también armar los repartos de alimentos y poner de su castigado bolsillo para llenar las bolsas y las cajas.
He visto a las organizaciones sociales, intendentes, ejércitos de profesionales y trabajadores de la salud pública, voluntarios parroquiales de la Iglesia Católica y de otros cultos junto a sus laicos alimentando al pueblo necesitado, o armando hospitales de campaña mientras las fuerzas de seguridad controlan los perímetros, violados más veces por los Niños Bien que por los sectores más vulnerables.
Y volví a aprender algo que me enseñaron en casa y que aprendí con Evita cuando en La Razón de mi Vida habla de Descender hacia los pobres, hacia los obreros, así hablaba Evita del Tema:
Desciende generosamente hasta los obreros- decían.
O en forma de consejo:
-Tal vez no sea conveniente que usted haga el gran sacrificio de descender hasta ellos.
Sé que a veces bastó por toda respuesta la indignación de una mirada.
Otras veces la indignación llegó hasta las palabras mismas y reconozco que fui dura en esto, incluso con algunos amigos que no me comprendían.
Ni me sacrifico, ni desciendo.
Nada del trato con los obreros me resulta desagradable.
Son hombres sencillos, sí. Dicen las cosas crudamente, estoy de acuerdo. No andan con muchos rodeos para decir lo que piensan, pues no aprendieron todavía a mentir. Cuando yo no he cumplido alguna vez, incluso me lo han dicho y han sabido decírmelo sin que me sintiera ofendida.
Yo nunca he seleccionado a los obreros que me visitan. Sé que a veces han venido a verme aun algunos comunistas infiltrados entre los peronistas. Pero nunca he sido ofendida por una sola palabra.
Hemos discutido a veces en forma enérgica y durante largo rato sobre problemas de mucha gravedad; pero nunca he tenido que «descender» a recoger una baja expresión torpe o indigna.
La gente oligárquica, que cree que «desciendo» por tratar con los obreros, aprendería mucho de ellos y tal vez -aunque esto lo digo sin ninguna esperanza-, tal vez «subiría» un poco en honradez y en dignidad.
En los círculos oligárquicos precisamente suele hablarse de las exageradas pretensiones de los trabajadores.
Yo puedo asegurar que nunca, sino por excepción, exigen más que lo justo y cuando piden más de lo razonable se debe a un error de cálculo que pronto reconocen o al consejo de malos amigos infiltrados entre ellos, o a veces, a los mismos patrones, para quienes un aumento de salarios es pretexto que les sirve para aumentar los precios diez veces más de lo que el incremento de salarios justifica.
Son tan sensatos nuestros obreros en su manera de reclamar mejoras que muchas veces yo les he podido dar la «sorpresa» de obtenerles más de cuanto habían solicitado los más optimistas.
En mi despacho nunca faltan obreros. Yo los veo muchas veces conversar con los ministros, con altos funcionarios, embajadores, visitantes ilustres y aun famosos.
Me gusta ver cómo los obreros no temen el trato de nadie y se sienten iguales y ¿por qué no? Creo que a veces, en mi despacho, se «sienten más que los otros» porque allí ellos tienen un privilegio.
Los demás pueden aspirar al derecho de mi amistad, los obreros saben que tienen ya derecho a un poco más que mi amistad, y es mi cariño.
Viendo cómo los obreros tratan y aprecian a los demás he aprendido mucho.
Sé ahora que los hombres que saben ganarse el afecto de los obreros son por lo general dignos del movimiento Peronista; y que no sirven para nuestra lucha quienes no saben o no pueden conquistar aquel afecto.
Es que los obreros sólo dan la amistad y su afecto a quienes honrada y lealmente ofrecen amistad. Y, tienen una fina sensibilidad que les permite descubrir a quien únicamente desea utilizar la amistad como puente de sus ambiciones personales.
Yo podría escribir días enteros acerca de los mil ínfimos detalles de mi labor sindical.
Pero he querido señalar solamente lo fundamental, lo que hará comprender un poco, a mucha gente, el sentido del trabajo que cumplo como un deber irrenunciable de gratitud y amor.
Pero nadie tendrá una idea exacta de todo esto si no ha tenido oportunidad de conocer el alma generosa y noble de los hombres a quienes el trabajo ha hecho dignos como no pueden serlo sino quienes trabajan.
A esa dignidad no se puede «descender». Es tan absurdo como si alguien dijese: voy a descender al Aconcagua. A esa dignidad sólo puede ascenderse, y mi principal ambición es subir cada día un poco más”.
Hay que ser muy solidario para ser pobre y no ser anticuarentena. Y sí, ustedes pueden decir que vivos, los pobres lo único que tienen es su vida, es racional que la cuiden, pero nosotros tenemos mucho para perder.
Y sí, puede ser, por eso salís con tu 4 x 4 y la bandera argentina- qué se yo, no lo sé-.
Solo se lo que veo, lo que vi, lo que me pasa. Veo como a un trabajador esencial lo aíslan y sus compañeros hacen una vaquita y le llenan la heladera a su familia, veo como a un compañero de roban el teléfono y uno con más necesidades se le aparece en la casa con un celular para que no quede desconectado en medio de la pandemia. Y me vuelve la parejita, esa de la SEÑORA EMBARAZADA, que no entiende mucho de estética por lo visto, no combinaban sus colores de ropa, y no le pude ver la cara de amor solidario porque la tapaba el barbijo, solo vi sus ojos buenos y su mano extendida.
VENCEREMOS CON SOLIDARIDAD Y ALEGRÍA.
*Secretario de Organización de SUTECBA
Nota publicada por Identidad Colectiva, gentileza para AGN Prensa Sindical
Fotos: Redes sociales de Alberto Fernández y UTEP
21/07/2020