Internacionales

Pakistán: Los crímenes de Imran Khan

*Por Guadi Calvo

Sin que se tiren de las barbas, ni siquiera ruborizarse como quinceañeras: Naciones Unidas (UN), la Unión Europea (UE), los Estados Unidos, junto a sus coreutas de siempre, que tanto se han indignado y preocupado, por el golpe en Níger, nada han dicho nada respecto al espiral antidemocrática de Pakistán.

La nación con 220 millones de habitantes, el único país islámico con armamento nuclear, y que, desde la partición de India en 1947, en un inestable equilibrio, lo que, provocado tres guerras, infinidad de choques fronterizos con la Unión India, lo que acarrea una constante inestabilidad, para una de las regiones más volátiles del mundo.

Desde que, en abril del 2022, en una alambicada coartada constitucional, conocida como “moción de censura”, fue derrocado el Primer Ministro Imran Khan, tras lo que se le inició una persecución mediática y judicial, a los que se sumaron varios intentos de detención, un atentado fallido contra su vida, en noviembre de ese mismo año, cuando realizaba una de las tradicionales caravanas políticas, resultando herido en una pierna.

A esta cadena de sucesos hay que sumarle, el asesinato del influyente periodista, Arshad Sharif, uno de los más allegados al ex Primer Ministro, quien debió escapar de Pakistán, debido a las innumerables amenazas contra su vida, para finalmente ser muerto, en octubre del 2022, en un oscuro episodio en una ruta desolada cerca de Nairobi, la capital de Kenia. Crimen que obviamente sigue sin resolverse.

El acoso contra Khan, acaba de tener su primer y gran éxito, el pasado cinco de agosto, tras ser condenado a tres años de prisión y cinco de inhabilitación política, lo que, a pesar de ser el favorito en todas las encuestas, lo saca de la posibilidad de presentarse en las próximas elecciones. Según varias denuncias, además de haberse producido un apagón informativo, sobre la suerte de Khan, al igual que miles de sus partidarios encarcelados, se encuentra en condiciones execrables, sin que, al parecer, la opinión pública internacional, se haya enterado.

Si bien no tienen fecha de realización, la constitución pakistaní, marca que deberán celebrarse entre dos y tres meses, después de la disolución de la Asamblea Nacional, lo que el actual Primer Ministro, Shehbaz Sharif, el hombre impuesto por la embajada norteamericana, el ejército y el establishment pakistaní, que sucedió a Khan, acaba de ejecutar.

La condena, de Khan, tiene origen en lo que se conoce como el caso Toshakhana, donde se lo acusa de vender ilegalmente obsequios de jefes de estado por valor de cientos de millones de rupias. Esta es la primera de las condenas que recibe y si el contexto de Pakistán se profundiza, Khan, de setenta años, corre el riesgo de que se dispare una catarata de castigos por más casos de corrupción, los que se encuentran en pleno trámite, que lo sacarían definitivamente del panorama político de su país.

Una excelente noticia para el Departamento de Estado, ya que Khan considerado un amigo de Rusia y China, es un factor de inestabilidad para el control de Washington sobre Islamabad, país al que desde siempre ha tenido en el rol de gendarme en la región, por su central posición geográfica, no solo, por su frontera con India, sino también con China, Irán y una extensa línea divisoria en el norte, con Afganistán, que se ha recalentado desde la llegada del Talibán al poder en agosto de 2021.

Prueba, de la influencia de los Estados Unidos, sobre el actual gobierno pakistaní, es, la decisión de suspender la construcción de un gasoducto de 2.700 kilómetros, que se comenzó a construir en 2013, que llevaría gas hasta China, en un intento de paliar, en parte, las necesidades crónicas de energía de Beijing.

El gobierno pakistaní justificó su medida, más allá de las recientes promesas a Irán, además de reportarle a las débiles arcas del Islamabad, jaqueada por una monumental crisis económica y el agobio de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de unos cinco mil millones de dólares.

En un comunicado, Pakistán, informó crípticamente que la decisión por caso de: “Fuerza Mayor y Evento Justificante”, suspendía lo acordado por los: “factores externos”. En definitiva, esos “eventos” y “factores externos” refieren a las amenazas de Washington, a aplicarle severas multas por comerciar con Irán, nación que sufre desde hace décadas sanciones económicas por parte de los Estados Unidos.

La semana anterior a esta decisión del gobierno pakistaní, el ministro de Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, en una visita oficial de tres días a Islamabad, había declarado que: “la finalización del proyecto serviría a los intereses nacionales de ambos países”.

A pesar de que las conversaciones entre Teherán e Islamabad, sobre la construcción del gasoducto, que del lado iraní ya está totalmente terminado, reportaría a Pakistán beneficios por unos cinco mil millones de dólares.

El factor militar

Para pensar la problemática pakistaní, en un contexto del incremento del accionar de los grupos terroristas, que en lo que va del año protagonizaron una veintena de ataques de magnitud, a pesar de que hay que comenzar diciendo, que el ejército es el único y verdadero centro del poder en ese país. Por esta situación es que algunos analistas, han comparado a Pakistán, con lo que se dijo de la Prusia del siglo XVIII: “Pakistán, no es un país con un ejército, sino un ejército con un país”, intentar cambiar esa ecuación, fue lo que produjo la caída de Khan y el resto de las penalidades que hoy enfrenta.

La discordia entre Khan y el ejército, gracias a que, con su apoyo, había llegado al poder en 2018, junto a su partido Pakistan Tehreek-e-Insaf o PTI, por sus siglas en urdu (Movimiento por la Justicia), el entonces primer ministro se plantó frente a los militares, al momento de los generales a designar, en cargo claves, un desafío inédito en la historia moderna de Pakistán.

Para las elecciones del 2018, en la que Khan, a pesar del apoyo del ejército, se impuso con un margen mínimo, el contexto del país era otro: en Afganistán, los Estados Unidos, combatían, con toda su capacidad, a un inhallable ejército Talibán, por lo que procedía a constantes ataques con drones a las áreas tribales, próximas a la frontera con Pakistán. Dado que los “daños colaterales” es decir, las muertes de civiles pakistaníes, sorprendidos, en sus viviendas, fiestas, reuniones sociales, incluso cortejos fúnebres, se incrementó exponencialmente, por lo que los niveles de repudio a Washington, se dispararon al punto de convertirlo en uno de los ítems de las campañas electorales, consiguiendo que al menos de manera temporal, los militares pakistaníes, que a la vez que estaban atravesando un cisma interno, a pesar de su antigua relación, con la CIA y el Pentágono, tolerarán ese nuevo contexto.

Tras su llegada al poder, Khan, radicalizó sus propuestas no solo amenazando el poder militar, sino también poniendo en discusión, la histórica relación de sumisión de Pakistán a los designios norteamericanos, que tan bueno resultaron en la guerra antisoviética de Afganistán (1979-1992).

La presencia del ejército pakistaní, y su omnímodo servicio de inteligencia, el Inter-Services Intelligence (ISI) el poder dentro del poder, es agobiante en la sociedad civil, ya que, no se limita a sus cuestiones específicas, sino que se irradia en una cadena infinita de emprendimientos industriales y comerciales, lo que ha enriquecido históricamente, de manera escandalosa, a muchos altos jefes del ejército, foco de corrupción, para el que Imran Khan también se convirtió en una amenaza. Otra de las grandes “culpas” del ahora detenido primer ministro, fue su negativa a Arabia Saudita, de permitir que tropas pakistaníes se plegaran, a la guerra contra Yemen. Por lo que se vio obligado a buscar otros proveedores hidrocarburos para cubrir sus necesidades, por lo que encontró, fundamentalmente en Rusia, un excelente socio.

Entre otros de sus “crímenes” se la ha reprochado la de haber tomado: “una posición agresivamente neutral sobre la guerra de Ucrania”. A lo que además hay que agregar que el inició de “la operación especial rusa en Ucrania”, sorprendió a Khan de viaje oficial en Moscú.

Mientras el país ha quedado expectante a la reacción de los millones de seguidores de Khan, aunque su partido, el PTI, que pudiera ordenarlos, está prácticamente desmantelado, el primer ministro Sharif, junto al líder de la oposición, acordaron, elegir al ignoto senador por Beluchistán Anwaar-ul-Haq Kakar como primer ministro interino, un hombre con estrechos vínculos con las fuerzas armadas, hasta las elecciones que se tendrán que producir antes de fin de año. Con lo que se pretende dar una vuelta de página a los crímenes de Imran Khan.

 

 

 

*Escritor, Periodista, Analista Internacional: especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

 

 

 

 

 

14/8/2023

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