*Por Guadi Calvo
Debería llamar la atención, que desde que se conoció el golpe militar contra, por ahora, ex presidente de Níger, Mohamed Bazoum, el pasado 26 de julio, la crisis, en uno de los países más olvidados del África y que figura entre los cinco más pobres del mundo, haya concitado tanta atención, no solo de los grandes medios de comunicación, sino que más allá de las declaraciones de fórmula, de los países centrales (Estados Unidos, Francia, Reino Unida, Alemania etc.) y los organismos internacionales (Naciones Unidas, Unión Europea, etc.) que reclamaron por el estado democrático, anunciaron baterías de sanciones fundamentalmente económicas, como la suspensión ayudas ya pactadas. Mediadas que, si se tomaron, se tomaron tibiamente por lo menos las sucesivas asonadas militares que se ejecutaron en la misma región, el Sahel, desde el 2020: Malí: 2020 y 2021; Burkina Faso, dos en 2022, enero y septiembre; Guinea, 2021; Chad, 2021 y Sudán 2021.
Claro, a la condena internacional se han sumado las entidades más representativas del continente, como la Unión Africana (U.A.) y principalmente la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO).
La CEDAO, encabezada por el presidente nigeriano Bola Tinubu, rápidamente, no solo condenó el golpe, sino que dio un plazo de quince días, que vence el domingo seis, a los militares nigerinos, a partir del día 26, para que se restituya al presidente Bazoum, en su cargo, bajo explícitas amenazas de una intervención militar. La que ya tendría un ejecutor: Nigeria, país con qué Níger, comparte 1600 kilómetros de frontera y que además cuenta con un ejército altamente entrenado, por su larga guerra contra el grupo fundamentalista Boko Haram, y su desgajamiento Estado Islámico en África Occidental o ISWAP, por sus siglas en inglés.
En vista de esta posibilidad, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa de Nigeria, el general Christopher Musa, en un mensaje al presidente Bola Tinubu explicitó: “Defendemos la democracia y esto debe continuar. Estamos listos y tan pronto como recibamos la orden de intervenir, lo haremos”.
Claro, detrás de las pomposas amenazas de la CEDEAO, de manera inocultable se encuentra Francia y Estados Unidos, ambas potencias con importantes intereses económicos y militares en el primer caso y esencialmente estratégicos respecto a Washington. (Ver: Níger: Ruidos en el patio trasero de Francia)
Por su parte, la junta militar que gobierna Níger, rápidamente buscó respaldo en sus camaradas de Mali y Burkina Faso, donde sus respectivos asaltos al poder, al igual que en el caso de Ghana, quien podría convertirse en un tercer aliado de Níger, tienen el mismo origen: los desaciertos de los gobiernos a los que derrocaron, en la lucha contra las khatibas integristas, que desde hace diez años asolan múltiples áreas del Sahel, que han generado miles de muertos y millones de desplazados, además de las acusaciones, de corrupción, las que nunca han sido condenadas por occidente. (Ver: Níger: Un fantasma recorre el Sahel.)
La presión sobre los militares nigerinos, sólo se puede resolver de dos maneras, o bien ceden a la presión de occidente y sus aliados, o se disponen a aceptar las consecuencias de no someterse, lo que ponen al continente, en el borde de una guerra de gran magnitud, que no aparecía en los radares de nadie, diez días atrás.
El armado de estos dos bloques, el primero puramente africano, en el que se inscriben además de Níger, Mali, Burkina Faso y posiblemente Guinea, y que contaría con el discreto apoyo del Grupo Wagner, y el bando pro occidental encabezado por la CEDEAO, que además del ejército nigeriano, cuenta con varios de la región, como Senegal, Costa de Marfil, Benín, entre otros países, además de París y Washington, que cuenta dentro de Níger con bases militares y una dotación en el caso francés de 1500 hombres, mientras que para los norteamericanos es fundamental mantener la base de drones 201 en Agadez, que además cuenta con el Centro de Vigilancia del Sahel, con lo que monitorea extensa áreas de la región central del continente.
Hasta ahora no está claro el rol que podría jugar Chad, cuyo presidente por el general Mahamat Déby, que no pertenece a ese grupo regional, viajó el domingo a Níger, donde se reunió con las nuevas autoridades y el ex presidente Bazoum, intentando acercar a las partes, de lo que no habría conseguido buenos resultados.
En este contexto, hay que dejar de tener en cuenta la voz del Chad, que cuenta con uno de los ejércitos más poderosos del continente, y aparecía, en primer término, cómo el principal candidato para convertirse en el ariete de Francia, contra los militares de Niamey, ya que además de haber sido el principal aliado histórico de París y tener una extensa frontera con Níger de más de mil kilómetros. Hasta ahora el general Mahamat Déby Itno, hijo del sempiterno dictador Idriss Déby, que, tras treinta años en el poder, siempre respaldado por el Elíseo, ha mantenido un resonante silencio sobre los sucesos en el país vecino.
Quizás porque Déby, fue protagonista de un golpe en su país, había, tras la muerte de su padre, quien había establecido las bases para la creación de un sistema democrático, el que finalmente barrido por su hijo, junto a sus camaradas del Consejo Militar de Transición (CMT), proceso que fue avalado por el presidente francés Emmanuel Macron, después de una ostentosa visita oficial, para participar de los funerales del Idriss, muerto en un enfrentamiento con rebeldes en noreste del país.
El golpe de los militares chadianos, terminó produciendo importantes manifestaciones de la sociedad civil, que ya se había organizado para los nuevos tiempos democráticos que se acercaban, las que fueron reprimidas con una inusitada virulencia en octubre el año pasado, que dejó unos sesenta muertos y trescientos heridos. (Ver: Chad, cómo incendiar un país en llamas.) y en ese punto el Eliseo, prefirió al menos oficialmente distanciarse del régimen de N’Djamena, lo que Mahamat Déby, no perdonó a Macron, por lo que quizás hoy Chad, no acompañaría a Francia en una operación contra Níger.
El malestar de Chad con occidente, quedó evidenciado el pasado marzo, cuando el gobierno del país africano expulsó al embajador alemán, tras haberlo acusado de estar pautando con la oposición.
Por lo que, en este momento, Chad, un factor determinante, no ha resuelto si se uniría a Nigeria, apostaría a favor de Níger, o se mantendría al margen, lo que en un conflicto de estas características es sumamente difícil.
Disposiciones finales, antes del estallido
Mientras que nadie parece tener intención de detener esta guerra, algunos países han empezado a jugar fuerte. Por ejemplo, Nigeria, que ha decidido desconectar, el pasado martes primero, a Níger de la línea de alta tensión que abastecía a su vecino del norte de electricidad y que fue, en 2022, el único proveedor de ese vital suministro.
Una provocación que demuestra claramente cuál es la voluntad de Abuja. A pesar de que cuenta con dos factores en contra: la guerra contra el terrorismo está en una situación muy compleja, como para distraer hombre y recursos para una guerra, que solo les interesa a los políticos y todavía observar, cual pueda ser la reacción de la tropa y los mandos medios, si son enviados, no solo a otra guerra, sino a combatir contra sus hermanos hausas, la etnia mayoritaria de estos dos países, con casi sesenta millones en Nigeria y catorce en Níger. Además, en Níger se refugian más de 300 mil nigerianos, que han escapado de su país por la violencia terrorista y se teme que producirse una invasión del ejército de Nigeria, podría acarrear consecuencias contra esos refugiados.
En relación a la posibilidad de una guerra abierta, el pasado miércoles dos, Estados Unidos, anunció el comienzo del retiro, por ahora parcial, del personal de su embajada de Niamey, está apuntado, a no reiterar las escenas de Kabul, en 2021, ni las de Jartum unos meses atrás, donde su personal diplomático y ciudadanos estadounidenses, debieron ser trasladados en medio de intensos combates.
También aviones militares, franceses e italianos, comenzaron el martes operaciones de evacuación de ciudadanos europeos, tras que el domingo la embajada francesa había sufrido conatos de violencia. Por lo que distintas embajadas occidentales sugirieron a sus nacionales que no se expongan de manera innecesaria y evitarán transitar los sectores céntricos de la Niamey.
Este jueves tres, Emmanuel Macron, ha negado la posibilidad que Francia se retire de Níger, en caso de que la junta liderada por el general Abdourahmane Tchiani, se lo exigiera. Con el pretexto, por parte de Macron, de que el actual gobierno es legítimo, lo que no argumento cuando sus hombres prácticamente debieron huir con lo puesto de Mali y Burkina Faso.
Mientras todavía se desconoce si el nuevo gobierno nigerino, seguirá permitiendo la explotación y exportaciones de uranio y oro de empresas francesas como la Orano, ex Areva, que explota yacimientos de uranio en el noroeste del país. Aunque desde el 2021, cuando la Unión Europea, incrementó las exportaciones del uranio de Kazajistán, la dependencia de los yacimientos de Níger es menor. Aunque todavía concentra la cuarta parte del total de esas importaciones para las centrales nucleares de Europa.
Mientras que la compañía estatal china CNPC (Corporación Nacional de Petróleo de China) está terminando la construcción de un oleoducto, que será el más extenso del continente, con sus dos mil kilómetros de longitud, que va desde el este de Níger hasta el puerto de Seme en Benín.
La espalda de los militares nigerinos, tendrán que ser lo suficientemente anchas, para resistir las presiones que recién comienzan, y las que pueden derivar en una guerra continental, hasta hace pocas horas, absolutamente impensada.
*Escritor, Periodista, Analista Internacional: especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
4/8/2023