*Por Gustavo A. Ramírez
El 17 de Octubre de 1945 al reencontrarse con su pueblo Perón expresó “que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona”. Esa frase puede describir con precisión quirúrgica y gramatical lo que se vivió el pasado sábado en las calles de todo el país. La clase trabajadora le dejó en claro al Presidente Alberto Fernández que la base de apoyo a su gobierno sigue intacta.
Lejos de la realidad virtual y falsas representaciones que instalan en el mapa cotidiano los sectores reaccionarios, la clase trabajadora dio cuenta que aun, ante la adversidad de la coyuntura la memoria colectiva está resguarda por la conciencia social y nacional, que los trabajadores y trabajadoras consolidan como base ética de la cultura política peronista.
Una vez más desde el peronismo se demostró que la civilidad no está en las voces vetustas de quienes critican al gobierno desde la pereza ideológica, ni en los gritos desaforados de los que repiten lo que los medios le imponen. La calle tiene otra verdad muy distinta a la que trasciende en deslucidos programas de TV o de radio.
El impulso y la fortaleza de la jornada la brindó el acto convocado por la Confederación General del Trabajo. Lejos de lo que muchos, en la anomia de pensamiento, sostienen, la CGT volvió a tener un protagonismo central en una fecha histórica. Como complemento, desde la mañana temprano, el Frente Sindical Para el Modelo Nacional, comenzó a ponerle color a la calle, lejos de las discusiones internas. Está claro que la fuerza del Movimiento Sindical no se ha perdido ni aletargado. Son las organizaciones sindicales las guardianes de la calle.
Con el correr de las horas la caravana comenzó a tomar forma y potencia. Una vez finalizado el discurso presidencial el centro porteño experimentó nuevamente la contundencia de la alegría popular. No fue la caravana de la bronca, mucho menos de la infamia. Fue una movilización cargada de color y de respeto por las normas de seguridad sanitaria. Los parlantes de los autos vibraban al compás de la marcha peronista hasta conformar una armonía inquebrantable que proyectó la voz de Hugo del Carril al infinito.
“Esto es pueblo; esto es el pueblo sufriente que representa el dolor de la madre tierra, al que hemos de reivindicar. Es el pueblo de la patria, el mismo que en esta histórica plaza pidió frente al Cabildo que se respetara su voluntad y su derecho. Es el mismo pueblo que ha de ser inmortal, porque no habrá perfidia ni maldad humana que pueda someter a esta masa grandiosa en sentimiento y en número”, dijo Perón aquel 17 de Octubre.
Obviamente, si las condiciones sanitarias fueran diferentes esta la caravana se hubiera transformado en una movilización histórica que de inmediato anularía las pueriles expectativas de las marchas del desprecio y la infamia. La necesidad que tiene el pueblo de expresarse en su lugar de origen es grande. No obstante el mensaje fue claro: la calle es peronista.
En esa fiesta popular la atención estuvo centrada en lo que pasaba en el Salón Felipe Vallese. Allí Alberto llamó a la unidad del Movimiento Nacional y destacó la participación de los trabajadores y trabajadoras en la reconstrucción nacional. Lo hizo ante la presencia de gobernadores, funcionarios de su gobierno y dirigentes sindicales. No obstante allí faltó alguien. Una ausencia que resuena por no ser la primera y porque a esta altura es inexplicable y fue la Vicepresidenta Cristina Fernández.
¿Podía un acto tan importante prescindir de una figura tan necesaria en el peronismo como la de la ex Presidenta? ¿La estrategia es no aparecer junto al presidente para no robarle protagonismo? Si ello es verdad existe una gran subestimación contra el actual presidente. No obstante lo cual vale pensar que Cristina no se siente muy cómoda en la CGT y que su discurso toca de lado a la clase trabajadora, donde tiene, mayor apoyo. Tal vez por respeto a esa devoción que existe entre los trabajadores por su figura es que ella debería haber estado presente. No hay demasiado espacio para roles místicos ni mesiánicos.
El pueblo es simple. Sencillo y humilde. No necesita de grandes floreos académicos para comprender el valor de su trabajo y lo dramática que es la crisis. Se vive y se siente en carne propia día tras días. En nombre de la unidad, que este pueblo se merece, no queda margen para jugar partidos amistosos. La Presencia de Cristina en la CGT habría dado por cerrada cualquier especulación de afuera y de adentro. Esta posición no la favorece ni favorece a Alberto, porque queda pretenciosamente, al margen del pueblo que es la base de su sustento político.
Aun así, por lo expresado este sábado el gobierno buscó impulso para re-lanzar su política estratégica. Aunque bien no se habló allí de nada elaborado. La carga del gobierno es importante, porque el pueblo en la calle le expresó su apoyo incondicional. Esa manifestación tiene que tener respuestas contundentes. Vale recordar la excusa que el gobierno puso para no avanzar sobre Vicentin, cuando Alberto, en una pésima lectura de la situación, dijo no sentirse acompañado en la calle por su decisión.
Ya no hay excusas. El apoyo está. El gobierno puede haber perdido terreno pero no acompañamiento. En todo caso si perdió terreno lo hizo por su propia incapacidad de ir a fondo contra los verdaderos detractores de la Nación. Contra los entregadores y descapitalizadores de siempre.
Este 17 de Octubre los trabajadores también demostraron que tienen paciencia ante la crisis, pero sobre todo que tienen esperanza y fe. De ahora en más el gobierno ya no podrá darle la espalda a la mirada popular y tendrá que dar respuestas efectivas con su política a quienes este sábado siguen enarbolando las mismas banderas que se levantaron en el ’45. La clase trabajadora es artífice de su propio destino.
“Trabajadores: únanse; sean hoy más hermanos que nunca. Sobre la hermandad de los que trabajan ha de levantarse en esta hermosa tierra la unidad de todos los argentinos”, empoderó Perón, pero ese mensaje no puede solamente ajustarse a sus verdaderos herederos. Ellos sin plenamente conscientes de esa necesidad. Los que tienen que grabarse a fuego en la carne el mensaje de Perón son los referentes políticos del campo nacional, la Patria así lo demanda.
19/10/2020