*Por Juan Manuel Martínez Chas
Necesitamos señalar al Papa como actual líder mundial, que está desarrollando con testimonios concretos, una política que nos da una visión amplia y que lleva adelante un replanteo integral incorporando en un diálogo interdisciplinario los distintos aspectos de la crisis. Por supuesto critica la política del éxito, como parámetro de todas las cosas, hablando de la fecundidad. El diálogo y la amistad social nos debe conducir a una cultura. Contra algunos que piensan refugiarse en mundos privados y otros que enfrentan con violencia destructiva.
LA SOLIDARIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMUN
Destaca el valor de la solidaridad, como virtud moral y social, pero también como fruto de un compromiso con aquellos que tienen responsabilidades educativas y formativas.
Cuando hablamos de cuidar la casa común que es el planeta, acudimos a ese mínimo de conciencia universal y de preocupación por el cuidado mutuo que todavía puede quedar en las personas. Porque si alguien tiene agua de sobra, y sin embargo la cuida pensando en la humanidad, es porque ha logrado una altura moral que le permite trascenderse asimismo y a su grupo de pertenencia. (n. 117)
Debemos, en el marco de la dignidad humana y el cuidado de la casa común, proponer la función social de la propiedad, apelando a la vieja consigna de la doctrina social de la iglesia, del destino universal de los bienes. El mundo existe para todos, porque todos los seres humanos nacemos en esta tierra con la misma dignidad. Las diferencias de color, religión, capacidades, lugar de nacimiento, lugar de residencia y tantas otras no pueden anteponerse o utilizarse para justificar los privilegios de unos sobre los derechos de todos. Eso resulta ser la garantía para que las personas vivan con dignidad y tengan oportunidades adecuadas a su desarrollo integral. (n. 118)
En cuanto a la función del derecho o los derechos sin fronteras, el desarrollo no debe orientarse a la acumulación creciente de unos pocos, sino que debe asegurar los derechos humanos, personales, económicos y políticos, incluidos los derechos de las Naciones y de los pueblos (n. 122).
El derecho de algunos a la libertad de empresa o de mercado no puede estar por encima de los derechos de los pueblos, ni de la dignidad de los pobres, ni tampoco del respeto al medio ambiente, puesto que «quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos».
Destaca la actividad de los empresarios, declarando que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos. Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas. Resaltando la subordinación de toda propiedad al destino universal de los bienes de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso. (n. 123)
Introduce el derecho de los pueblos, derecho de tercera generación, que podemos ubicar en algunas cartas internacionales de derechos humanos. Este destino universal de los bienes requiere que se aplique a los países, como enseñaron los obispos de Estados Unidos, debe ser entre los derechos fundamentales que «preceden a cualquier sociedad porque manan de la dignidad otorgada a cada persona en cuanto creada por Dios”. (N. 124)
UNA NUEVA SOCIEDAD GLOBAL VERSUS EL GLOBALISMO INDIVIDUALISTA
Habla Francisco de una nueva red en las relaciones internacionales, donde los problemas del mundo estén pensados desde formas de ayuda mutua entre individuos o pequeños grupos (numeral 126)
Debemos rescatar, la cultura de los pueblos. La pobreza, la decadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son un silencioso caldo de cultivo de problemas que finalmente afectarán a todo el planeta. Si nos preocupa la desaparición de algunas especies, debería obsesionarnos que en cualquier lugar haya personas y pueblos que no desarrollen su potencial y su belleza propia a causa de la pobreza o de otros límites estructurales. Porque eso termina empobreciéndonos a todos. (N. 137)
Lo universal no debe ser un imperio homogéneo, uniforme, estandarizado, de una única forma cultural dominante, que finalmente perderá los colores del poliedro y terminará en el hastío. (n. 144)
Tampoco la falsa apertura a lo universal, que procede de la superficialidad vacía de quien no es capaz de penetrar hasta el fondo en su patria, o de quien sobrelleva un resentimiento no resuelto hacia su pueblo. (n. 145).
Destaca el Papa ese espíritu que se vive en algunos barrios populares de “vecindario”, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino está incito en los valores de cercanía y comunión entre las personas. (n. 152)
LA POLITICA Y SU FUNCION ESENCIAL: SOSTENER EL TRABAJO
Realiza, en el Capítulo Quinto, una defensa de la mejor política, como un bien común y como la única salida para un mundo distinto. De tal manera, rechaza los extremismos tanto de izquierda como de derecha, que han invadido el lenguaje en general que se colocan en la anti política como la manera de degradar las sociedades y hacerlas más sectarias y menos solidarias.
Aplica el sentido de pertenencia a un pueblo que es muy distinto a un sistema sectario. Ser parte de un pueblo es formar parte de una identidad común, hecha de lazos sociales y culturales. Y esto no es algo automático, sino todo lo contrario: es un proceso lento, difícil… hacia un proyecto común». (n. 158)
En eso consiste el proyecto de un líder, aquellos que son capaces de interpretar el sentir de un pueblo, su dinámica cultural y las grandes tendencias de una sociedad. (n. 159) Hay grupos populistas cerrados puesto que en realidad no hablan de un verdadero pueblo. En efecto, la categoría “pueblo” es abierta. No lo hace negándose asímismo, pero sí con la disposición a ser movilizado, cuestionado, ampliado, enriquecido (numeral 160).
La política del inmediatismo no es la característica de un liderazgo plenamente popular. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias sólo deberían pensarse como respuesta pasajera.
Nos coloca el sumo pontífice nuevamente en el gran tema de la época “el trabajo”, lo verdaderamente popular —porque promueve el bien del pueblo— es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas.
Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto en que «ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo». Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo». (N. 162)
Haciendo un poco de historia y refiriéndose al poder internacional como ya señalo en otras oportunidades Francisco, resalto que la crisis financiera del 2007 y 2008 era la ocasión para la construcción de una economía más atenta a los principios éticos y para la nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevará a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo (numeral 170).
El siglo XIX es el escenario del debilitamiento de los estados nacionales (n.172) sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política.
Recuerda la necesidad de la construcción de una nueva comunidad internacional jurídica fundada en la soberanía de cada uno de sus miembros, pero sin vínculos de subordinación que nieguen o limiten su interdependencia (numeral 174).
¿Pero cuál es la política que se necesita? Aquella que no se someta a la economía, a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Aunque por supuesto tenemos que rechazar la corrupción, el incumplimiento y la ineficiencia de la ley. No se puede justificar una economía sin política, que sería incapaz de propiciar otra lógica que rija los diversos aspectos de la crisis actual. (n. 177)
DIALOGO SOCIAL
Entre la eficiencia egoísta y la protesta violenta siempre hay una opción posible que es el diálogo, entre generaciones, con el pueblo. (n. 199) Porque todos los pueblos tienen la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad.
Se suele confundir el diálogo con un intercambio de opiniones en redes sociales en este mundo tecnológico a través de la información mediática no siempre confiable. Son solo monólogos que proceden de paralelos con altos tonos y agresivos, pero los monólogos no comprometen a nadie, hasta el punto de convertirse en contenidos oportunistas y frecuentemente contradictorios. ( n. 200)
El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro, aceptando la posibilidad de que encierre convicciones o intereses legítimos. (n. 203)
La discusión pública si verdaderamente da espacio a todos y no manipula ni esconde información, es un permanente estímulo que permite alcanzar más adecuadamente la verdad o al menos expresarla mejor.
La nueva cultura la vida es el arte del encuentro aunque haya tanto desencuentro por la vida. El poliedro que Francisco nos traza representa una sociedad donde las diferencias conviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque esto implique discusiones y prevenciones. El poliedro entonces expresa las diversidades culturales es la contracara del diálogo social que bien entendido trata de articularlas en aras del bien común. (n. 215)
EL SENTIDO DE LA NUEVA SOCIEDAD. CULTURA DE PAZ Y DIGNIDAD HUMANA
La palabra cultura indica algo que ha penetrado en un pueblo, en su estilo de vida, si hablamos de la cultura en un pueblo es una idea una extracción incluso son la ganas, el entusiasmo y finalmente la forma de vivir que caracteriza al ser humano. Obviamente destaca la paz como pre condición para la construcción o reconstrucción de este mundo de valores, el sentido del perdón como una alta generosidad y una demostración de sabiduría y fortaleza. Esto no implica de ninguna manera perder la memoria, el perdón individual no implica la pérdida de la memoria, ni el olvido de los pueblos. (n. 216).
La Shoah y otros genocidios no deben ser olvidados porque son el símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando es alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona que merece el respeto absoluto independientemente al pueblo que pertenece o a la religión que profese (numeral 247). Igual como los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Las víctimas se reconstruyen a través de la justicia y la justicia se construye con memoria y sin olvido.
La fraternidad implica junto con la libertad y la igualdad, una verdadera posibilidad de un mundo con justicia social. Aquel que respeta a los pueblos cualquiera sea su grado de desarrollo, por su convicción, por la dignidad humana, para dejar de lado a los descartados, a los excluidos, a los discriminados. Todos son hijos de dios y todos, como dice la declaración universal de derechos humanos, iguales en dignidad y derecho.
*Abogado Laboralista. Docente. Doctor en Derecho del Trabajo (UNTREF). Master en Empleo, Relaciones Laborales y Dialogo Social (UCLM) Asesor Legal de Sindicatos. Director de la Diplomatura El Futuro del Trabajo y Movimiento Sindical. Universidad de San Isidro, Dr. Plácido Marín.
Especial para Relats Argentina y AGN Prensa Sindical
Fotografías: Redes Sociales Papa Francisco y Grupo Factor Francisco
8/10/2020