Opinión

El salto del mono

*Por Gustavo Ramírez

“El mono se sentó sobre una pila de rocas
Y miró al hueso roto en su mano”
Roger Waters

En el capitalismo actual  Jeff Bezos puede ser catalogado como el gran emprendedor dentro la fábrica de emprendedores. Un mote que le gustaba pronunciar a Mauricio Macri para vendernos la panacea de la meritocracia como corolario de las virtudes y las visiones del sistema. Pero el fundador de Amazon es más que eso porque ante todo es el representante de una nueva oligarquía mundial que impulsa un nuevo orden basado en la economía del conocimiento o de la tecnología. Es decir expresa a una nueva forma de poder.

En medio de la pandemia Bezos supo ganar 13 mil millones de dólares en un solo día. En un contexto donde la mitad de la población vive con 5,5 dólares diarios, él expresó “la única manera que veo para desplegar tanto recurso financiero es convirtiendo mis ganancias de Amazon en viajes espaciales”.

Su biografía comercial no se expande por buen samaritano, quien tiene dinero tiene poder, así que su búsqueda emprendedora no culminó con la venta de servicios a través de una plataforma digital. En 2013 compró por 250 millones de dólares  The Washington Post, lo que sin dudas fortaleció su posición de poder. A la vez esto confirma lo que en su momento planteó el experto en informática, creador de la expresión “realidad virtual” Jaron Lanier: “Estamos acostumbrados a tratar la información como si fuese “gratuita”, pero el precio que pagamos por espejismo de lo “gratuito” solo perdurará mientras la economía no esté basada en la información”.

Para el magnate de Amazon la información, por lo que vemos no es un mero elemento que le da contenido a la red, sino que también es poder. Todo, en el mundo virtual tiene un precio. La información es un bien preciado que permite, a través de la captura de datos, establecer estereotipos de consumidores a los cuales ofrecerles una nueva información, en este caso de servicios.  El entramado esta hiperconectado a través de la red, lo que permite que los grandes monstruos de la tecnología incrementen sus arcas mientras somos rigurosamente perseguidos por su publicidad y su propaganda. Lo que implica que la mal llamada economía del conocimiento no es más que una variante, en este caso tecnológica, de la sociedad de consumo.

Amazon se ha expandido en función de centralizar dos elementos claves de la economía el flujo de circulación de bienes y el dinero. Lanier explicó “un número increíble de personas ofrecen una cantidad asombrosa de valor a través de las redes. Pero actualmente la mayor parte de ese valor fluye hacia quienes agregan y redirigen lo que los demás ofrecen, en lugar de ir a parar a quienes proporcionan la materia prima”. 

Amazon establece sus propias reglas de juego en el mercado de venta de libros. Usa su posición de poder dominante para establecer precios minoristas a la vez que exige a los editores valores de costos más bajos. En esta operación el eslabón más débil parece ser el escritor. La lógica tradicional del capitalismo se reproduce y se potencia. No obstante lo cual ni impide que  el 40 % del total de compras en línea en los Estados Unidos se realicen en Amazon, mientras que en el Reino Unido dicho índice es del 30 %.

Pero no solo de libros vive el hombre. En 2006 se lanzó Amazon Web Service, hoy es la plataforma de computación “en la nube” más importante del mundo. Allí se alojan Netflix, Twitter, The Guardian, General Electric y Uniliver, entre otros gigantes tecnológicos. Lo que equivale a decir que Amazon tienen una gran poder en internet. Como si esto aun  no alcanzara Amazon custodia desde 2013 cargas secretas de agencias de inteligencia de Estados Unidos como la CIA y la NSA. El acuerdo fue 600 millones de dólares.

¿Bezos quiere  ser el dueño del mundo?

En el año 2000 fundó la empresa Blue Origin, desde entonces invierte 1.000 millones de dólares por año para desarrollar naves espaciales y el turismo comercial en el espacio. El mismo Bezos jugó con la idea de promover ayuda a la NASA para transportar humanos a la luna. De la misma manera declaró: “Podríamos tener un billón de seres humanos en el sistema solar.  Lo que significa que tendríamos mil Mozarts y mil Einsteins. Esta sería una civilización increíble”. 

Por momentos, Bezos suena a un Lex Luthor desquiciado pero no es un delirio, es el paradigma que impulsa el optimismo tecnológico. Por otro lado somos ignorantes respecto a la tecnología que esta gente puede tener desarrollada en estos momentos. Lo concreto que es que Bezos es un gran anulador de talentos en la tierra a partir de posición económica monopólica.

Su beta filantrópica resulta una fachada para esconder su ambición capitalista. Para Bezos la humanidad queda reducida a la categoría de cliente. Lo que expone en su negocio es el nuevo signos de los tiempos, el impulso de un nuevo paradigma de negocios cifrados dentro de la red. Es el exponente de una nueva oligarquía “democrática”, atildada y hasta políticamente correcta. Una apariencia de sutil que oculta a quienes pretenden dominar el futuro.

En las últimas horas Bezos fue noticia por renunció a ser director ejecutivo de Amazon, solo será presidente ejecutivo. Lo que hizo el empresario fue ganar tiempo para incursionar en otras áreas, no solo en la exploración comercial espacial, o en el universo de la información. La explotación de la industria alimenticia es una actividad que lo tienta y en la que en un principio no le fue tan bien.

Durante los últimos tres meses de 2020 Amazon  registró ganancias por 100 mil millones de dólares. En agosto del año de la pandemia Bezos fue la primera persona en valer más de 200.000 millones de dólares, según la Revista Forbes. En la actualidad tiene una patrimonio que asciende a 196.000 millones de dólares.

La revolución tecnológica ha mejorado la capacidad de acumulación de nuevos actores económicos que irrumpen en el escena política y social de la mano de un profundo cambio cultural. Ese cambio expandió el desplazamiento del trabajo por la cultura del consumo en la misma medida que agentes como Bezos se transformaron en íconos del imaginario del emprendedor. Esta máscara sirve para descentralizarlo como emergente de un proceso que gestó una nueva oligarquía global en torno a la revolución tecnológica. Aun falta saber en realidad cual es el impacto real que estos nuevos actores sociales tienen en la política mundial. Lo cierto es que son a su vez grandes promotores de desigualdad e injusticia social aunque sus discursos estén llenos de petulante corrección política.

 

03/02/2021

 

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