Por Redacción
Este domingo, durante el Ángelus en la Plaza de la Libertad en Castel Gandolfo, León XIV reflexionó ante miles de fieles sobre la pregunta del Evangelio: “¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?”. El Santidad subrayó que “la vida eterna es un don de Dios que se recibe como herencia, no algo que se conquista”.
El pontífice explicó que obtener ese regalo implica aceptar la voluntad divina y cumplir el mandamiento de amar a Dios y al prójimo. Afirmó que “lo que el corazón del hombre espera se describe como un bien que se ‘hereda’. No se trata de conquistarlo por la fuerza, ni de implorarlo como siervos, ni de obtenerlo por contrato. La vida eterna, que sólo Dios puede dar, se transmite al hombre en herencia como de padre a hijo”.
El Papa insistió en que Jesús es “la revelación del verdadero amor hacia Dios y hacia el hombre” y precisó: “Un amor que se da sin poseer, que perdona sin exigir y que socorre sin abandonar. Cristo se ha hecho prójimo de cada ser humano, y por eso cada persona está llamada a convertirse en prójimo de quienes encuentra en su camino”.
Asimismo, pidió mirar el ejemplo de Jesús y recordó que “en Cristo, Dios se ha hecho prójimo de cada hombre y cada mujer; por eso, cada uno de nosotros puede y debe convertirse en prójimo de quienes encuentra en el camino. Siguiendo el ejemplo de Jesús, Salvador del mundo, también nosotros estamos llamados a llevar consuelo y esperanza, especialmente a quienes están desanimados y decepcionados”.
Para el Santo Padre, vivir eternamente no significa “engañar a la muerte, sino ‘servir a la vida’, cuidando de los demás en el tiempo que compartimos”. Definió esta como “la ley suprema, por encima de cualquier norma social, y la que da sentido a la existencia”. Finalmente, pidió la intercesión de la Virgen María, a quien llamó “Madre de misericordia”, para que los fieles puedan “acoger en su corazón la voluntad de Dios y convertirse cada día en artífices de paz”.