*Por Gustavo Ramírez
No es la posverdad la que estructura al neoliberalismo del nuevo siglo. Su composición no está en los armados ficcionales, montados para ocultar la realidad. Por el contrario, en su fase posindustrial, la propuesta avanza sobre las estructuras tradicionales y subvierte los valores de manera acelerada y los expone con vitalidad y sin pudor. De la misma manera el sistema promueve fábricas de emprendedores, como metáfora del éxito a costa del sacrificio personal y a su vez no deja de promover el genocidio social al producir pobreza en todos los aspectos posibles.
Nos es una narración que se inscribe sobre relatos precedentes. Es un sesgo ideológico con características globales definidas en conceptos ejes como “baja del gasto público”, “costos laborales” y “criminalización de la pobreza”. Como señala el sociólogo español Jorge Moruno: “Partiendo de la destrucción de los derechos, se perfila un nuevo modelo de hombre y mujer que se constituye acorde a los tiempos acelerados impuestos por el régimen de las finanzas”.
El autor del libro “La fábrica del emprendedor”, sostiene que “todo lo que en su tiempo llegó a ser el Estado en términos sociales, se esfuma, paralelamente, al ascenso del Estado penal. Pasamos del bienestar (welfare) al estado del trabajo (workfare). Trabajar ya no aporta ningún bienestar; ahora, si quieres sobrevivir, debes aceptar menos bienestar para poder trabajar. Todos somos potenciales parias, en mayor o menor medida, pero siempre apuntando en la dirección que nos conduce al barranco”.
Las políticas neoliberales se inscriben en los parámetros del realismo capitalista, no es un simple relato del aquí y ahora. Es la razón política práctica de la ideología que expresa el capital financiero. Las potenciales transformaciones sociales, laborales y culturales interfieren en la composición estructural de la comunidad. En la medida que se romper los vasos sanguíneos de la solidaridad se descompone el ámbito social. En la exposición pornográfica del Ser neoliberal la explotación es un elemento sociocultural que el sujete desprotegido está obligado a aceptar para no quedar descartado. En la cultura del empresario del Yo el actor social se deshumaniza para asegurar su supervivencia. Una extorsión abierta que no utiliza subterfugios para amedrentar, psicológica, social y políticamente al trabajador pobre.
Dante Sica, actual Ministro de Producción y Trabajo, habilita el avance gubernamental sobre las estructuras laborales como determinación de una administración que mercantiliza al trabajo. El gobierno tiene que dar muestras, a los “mercados”, de su poder de fuego. Sin embargo, trastabilla más allá de las palabras cuando intenta poner en práctica los mandatos del Fondo Monetario Internacional. Este camino solo tiene un destino: El canibalismo social con depredación de la matriz productiva, precarización laboral, mayor indigencia y aumento de la política del descarte.
Los últimos datos del INDEC, siempre a resguardo de los intereses oficiales de la administración neoliberal, dan cuenta que el relato macrista se encuentra con límites difíciles de superar: Los precios mayoristas crecieron un 4,9 % en mayo, de esta manera el promedio anual alcanzó un índice del 68,5 %. En los primeros seis meses de 2019 los precios mayoristas acumularon un 18,8 %. En tanto, la canasta básica alimentaria, que determina la “línea de indigencia”, aumentó un 2 %, mientras que la canasta básica alimentaria total, que mide la frontera de la pobreza se incrementó en un 2,9%. Las variaciones de ambas canastas en términos interanuales fueron de 61,7 % y 61,1 % respectivamente. De esta manera una familia tipo, con cuatro miembros, necesitó 12.086,78 pesos para no caer en la indigencia. Para no estar por debajo de la línea de pobreza un hogar con cuatro integrantes tubo que obtener un ingreso de 30.337,84 pesos.
En este contexto el candidato a vicepresidente de Macri, el senador Pichetto, señaló en un programa televisivo donde nunca se sentiría incómodo, que “el problema de la Argentina no es el hambre”. Sus declaraciones van en sintonía con su nuevo perfil pro-mercado. En esa línea insistió en la necesidad de bajar, aun más, el gasto social. El discurso es harto conocido y se asienta en los mandatos impuestos por el FMI.
Pichetto fue ungido como potencial sucesor de la corona por el círculo Rojo, que se mueve como una especie de Club de Bilderberg de cabotaje. Sostenido desde las sombras por el operador menemista Carlos Grosso y patrocinado por la entidad financiera de dudosa reputación internacional como el HSBC. Su lanzamiento contó con la bendición del eje de embajadas que surcan los espacios mercantilistas del país, la de Estados Unidos, la británica y la israelí. De ganar Cambiemos las elecciones, el Senador manejará el poder real relegando al presidente al cargo de Chirolita. Concepto que tanto le gusta usar a la prensa propagandística del régimen.
Lejos de lo que podría ser la Medalla de la Lealtad, Miguel eligió pasar a la historia de la peor manera. Eso, seguramente lo tiene sin cuidado. Sus declaraciones expresan el desprecio que las élites, a las cual obviamente no pertenece más que como sirviente, tienen por los pobres y los descamisados del nuevo siglo. Tras su pronunciamiento, Miguelito, se regodeo con la reacción de los mercados. Nada de lo expresado en su narración ideológica se mostró como positivo para la clase trabajadora.
En Evangelii Gaudium, el Papa Francisco anticipa una respuesta general a los posicionamientos ideológicos de sujetos como Pichetto:
“Mientras las ganancias de uno pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que definen la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que se niegan el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone de forma unilateral e impecable, sus leyes, sus reglas. Además, la deuda de sus intereses aleja a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden de acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”.
Pichetto también cerró su sociedad discursiva con la protectora de los Servicios de Inteligencia, Patricia Bullrich. Sin pagar peaje en la autopista ideológica el Senador de doble faz apuntó su diatriba contra los pobres, los inmigrantes y los desposeídos. Su violencia verbal desnudó su espíritu combativo contra las Organizaciones Libres del Pueblo.
Las palabras de Francisco cobran vigor e iluminan la racionalidad de respuestas adecuadas al volumen sociocultural que expresa el candidato de Wall Street:
“Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social. Así la inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentísticas no resuelven ni resolverán jamás. Solo sirven para pretender engañar a los que reclaman mayor seguridad, como si hoy no supiéramos que las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos. Algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una “educación” que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos. Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países – en su gobiernos, empresarios e instituciones – cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes”.
¿Cómo puede estar la solución de los problemas actuales en las manos de quienes los han creado? Pichetto es un fiel exponente de la desesperación de las corporaciones económicas por no perder el poder que ostentan ante el enjambre mundial. Pero el juego del realismo capitalista encuentra sus propias limitaciones en la memoria colectiva. Las derrotas electorales del gobierno en la Argentina profunda es un mensaje que no se debería desdeñar.
El Círculo Rojo alimenta a sus alimañas con la fantasía de la posverdad. Los engorda con el juego criminal de Doctor Jekill y Mister Hyde. Mientras el reloj atesora los pulsos de la calle y hace correr el tiempo. Tic, tac, tic, tac… ¿el pulso de la cuenta final?
*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical