De Boca-Colo Colo a Independiente-Universidad de Chile: el fútbol como excusa para revivir las antinomias históricas

* Por José Luis Ponsico 

No pocos sociólogos que analizan temas de geopolítica del Cono Sur aluden a las diferencias que remiten al fútbol como excusa. Cuando los enconos pasan por otro lado. Los descendientes de «araucanos» no quieren a los argentinos por distintas causas, según opiniones recogidas.

Desde la etnia, muchos piensan que el porteño tiene descendencia europea, lo cual no es cierto. En tanto se suceden antecedentes. El más recordado viaja en la memoria: mayo del ’91, 2ª final Copa Libertadores, Boca-Colo-Colo. Triunfo xeneize 1 a 0 a la ida, y revancha con escándalo.

Aquella vez recuerda cuando un perro, apodado «Ron», lanzado contra el arquero de Boca Jrs., Carlos Fernando Navarro Montoya, guiado por un carabinero chileno, mordió en una nalga al futbolista consagrado, nacido en Colombia cuando su padre atajaba allá.

El partido, trámite parejo, derivó en escándalo. Al cabo ganó el local 3 a 1, Estadio Monumental de Santiago. Desde entonces, a 35 años, las cosas nunca fueron buenas. Hubo otras broncas en ediciones de «Copa América». Otra recordada cuando Gary Medel quiso pegarle a Messi.

Esto, prólogo para entender enconos y por qué los 3.500 hinchas de la «U» de Chile llegaron con una clara consigna: la clasificación a cualquier precio. Quizá los dirigentes de Independiente confiaron demasiado en seguridad privada. El fútbol debe ser entendido. Saber lo que hay detrás de la pelota.

Es evidente que ni CONMEBOL, organismo sudamericano que organiza, ni los del «Rojo», su presidente Héctor Grindetti, hombre de confianza de Mauricio Macri, SOCMA Sociedades Macri, los ’90, menos Universidad de Chile, manejada por grupo financiero, Sociedades Anónimas.

Su presidente, el máximo director, dueño de las acciones por mayoría, Michael Clark, 47 años, graduado en la Universidad Católica, rival histórico de «la U» y cursos postgrado en California, EE. UU. Los testimonios subrayan la agresividad visitante desde el vamos.

«Independiente dominaba, había empatado y jugaba mejor. De pronto, desde la bandeja asignada a los 3.500 de ‘la U’ de Chile, empezaron a arrojar a la tribuna de abajo, platea de hinchas y socios de Independiente, ‘de todo'», coinciden.

«Caían pedazos de azulejos, un inodoro roto, una parte de una puerta. El pis en vasitos daba cuenta de una hostilidad poco conocida en el estadio de Independiente», dijo otro testigo. Al promediar el primer tiempo, y cuando el vandalismo arreciaba, hubo sondeos.

Tanto del organismo de la Seguridad Deportiva bonaerense APREVIDE como del organismo con sede en Asunción, sondearon la suspensión. La Policía provincial no estaba para interceder porque, según otras opiniones, «podría desatarse una masacre», se supo.

En el entretiempo, la «barrabrava» local zafó de los controles y subió para hacer justicia por «mano propia». Pasó de todo. Un simpatizante chileno sufrió fractura de cráneo. Hospitalizado en el Fiorito, luchaba por su vida. Los violentos de «la U» se habían ido a tiempo. Luego, la «cacería humana».

El trasfondo político resulta inevitable. Patricia Bullrich acusó al gobierno de Axel Kicillof. Su policía. Del otro lado, recordaron a la ministra de Seguridad que ella (la Bullrich) y Cristián Ritondo, cuando estaban con Macri, apoyaron a Grindetti. Antes, a Fabián Domán, que huyó a los tres meses.

La reseña del anecdotario se apoya en un folklore que explica parte de lo de anoche. Al perro que mordió a Navarro Montoya, grupos de hinchas de Colo-Colo, cuando debieron enterrarlo, lo honraron. La noticia recorrió los diarios chilenos.

Repasando crónicas de la época, un protagonista de este tiempo, Diego Latorre, soportaba chanzas del arquero argentino José Daniel Morón, 1.85 estatura, ex Unión de Santa Fe, cuando le hizo el gol tras jugada de Gabriel Batistuta. Hubo burla de «Gambetita» al «1» nacionalizado chileno.

Tras varios cruces, intercambios de golpes del lado de Boca, Blas Giunta y Enrique Hrabina no se quedaron quietos. Los carabineros y suplentes de Colo Colo ingresaron. Uno de los perros hizo lo que nunca se había visto. Pasaron 35 años.

El encontronazo: la empresa de seguridad privada pertenece a Marín Menem y su familiar Eduardo Lule Menem, actual pareja de Karina Milei. La historia continúa. El fútbol es una excusa. A fines del ’78 debió intervenir el Vaticano. Las dictaduras de Chile (Augusto Pinochet) y de Argentina (Videla y Massera) casi nos llevan en diciembre a una guerra «para tontos». Debió interceder el Papa Juan Pablo II.

Lo notable es que ni en Chile ni en Argentina las sociedades de ambos países sabían dónde quedaba el Canal de Beagle. Era un lugar poco conocido.

 

 

 

*Columnista La Señal Medios, Mundo Amateur, Víctor Lupo, Agencia Nacional y Popular AGN-Prensa y De Memoria.

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