Por Redacción
En un nuevo capítulo de delirios que sirven para montar operaciones políticas que desvían la atención de la opinión pública, Patricia Bullrich agitó este lunes el fantasma de injerencias extranjeras para justificar la denuncia presentada por el gobierno libertario tras la filtración de los audios de Karina Milei, hermana de Javier Milei y Secretaria General de la Presidencia.
Con esta maniobra, la estrategia del Ejecutivo reaccionario, en manos de una especialista en estas operaciones, es cubrir a la Karina Milei ante el rechazo popular de los últimos días. De este modo, en un contexto crítico para el gobierno libertario, a una semana de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, el oficialismo redobló la ofensiva contra periodistas y construyó un relato plagado de teorías conspirativas para tapar el escándalo de corrupción que sacude a la Agencia Nacional de Discapacidad.
En diálogo con un operador a fin al régimen reaccionario, Bullrich expuso: «Se denunció a personas ligadas a servicios de inteligencia rusos» y deslizó que podría existir “incidencia de Venezuela” en la operación. La funcionaria calificó la grabación como «algo inédito e increíble» que coloca al país en una «situación de indefensión». Sin embargo, no presentó ninguna prueba efectiva que respalden sus dichos.
Cabe destacar, que ante los posibles hechos de corrupción expuestos por la investigación periodística, y sin impulsar ninguna desmentida, el gobierno no separó de su cargo a ninguno de los funcionarios involucrados. En este contexto y con una postura de sorbreactuación, la ex Ministra de la Alianza que avaló al represión mortal del 2001, aseguró que el episodio constituye una «impresionante maniobra de inteligencia» y prometió: «Vamos a trabajar a fondo para esclarecerla». Para Bullrich, la estrategia de quienes divulgaron los audios equivale a una tortura psicológica: «Quieren entregar la grabación en pedacitos, como si fuese una serie».
La funcionaria se encargó de victimizar al gobierno y en especial a Karina Milei, y aseguró que lo que ocurrido responde a una campaña contra el oficialismo. Sin datos precisos, sentenció: «No podemos ser ingenuos, nos quieren mover la economía, hacer subir el precio del dólar, todo es contra el gobierno. Nos tiran piedras en cada acto que vamos, ahora nos tiran audios grabados en la propia Casa de Gobierno».
Bullrich reveló que, tras el escándalo, en las reuniones de gabinete rige la prohibición absoluta de ingresar con teléfonos celulares. Con un tono desafiante, lanzó una advertencia: «La verdad no se defiende sola. Vamos a defender la verdad a muerte».
Las acusaciones delirantes de la ministra buscan distraer la atención de la verdadera crisis: un gobierno cercado por denuncias de corrupción y un intento desesperado de frenar la difusión de material que compromete directamente a la hermana del presidente. La maniobra judicial, lejos de transparentar la situación, instala un clima de persecución y censura que socava las bases de la democracia y pone en riesgo la libertad de expresión en la Argentina. Al mismo tiempo, pone a la Argentina en una delicada situación geopolítica al involucrar irresponsablemente a otras naciones en un caso que le compete al gobierno libertario.