Por Gustavo Ramírez
Un juego didáctico para pasar las vacaciones de invierno: la amplitud del tratado de parches políticos para no sucumbir ante la crisis y ganar tiempo de sobrevida. En ciertas circunstancias, el campo político, subordina los hechos a la narrativa con la sobredimensión del discurso neutro. En el piso lejano del discurso la iniciativa queda vacante porque solo es proyección de la voluntad y del deseo. Un espacio cómodo y lúdico donde reposar las falencias propias al mismo tiempo que la responsabilidad es sujetada por manos ajenas.
La ausencia de hechos amplifica el campo de demandas. Al mismo tiempo, la narración sujetada a los logros históricos carece de valor pedagógico al convertirse en eslogan de campaña. El significante político, en esa circunstancia discursiva, carece de sujeto histórico. Quizá por eso cuando escuchamos a Cristina Fernández de Kirchner o al Presidente o a Sergio Massa, lo que se sienta tenga más relación con la descripción y el detalle del diagnóstico sobreactuado que con lo real concreto.
Ese reduccionismo discursivo, carente de verbo presente, la ausencia de actos transformadores, cobra mayor relevancia en función de la carencia actual. El discurso que instruye al relato adolece de contenido al mismo tiempo que promueve la bifurcación de las expresiones. Si no hay gestión, o si hay mala gestión en algunos casos, urge neutralizar el efecto de la palabra validando apreciaciones hedonistas. Allí se usa como método sistemático la explotación del capital simbólico que aporta a la narración el peronismo como significante. El tema es que sin convicción política e ideológica ese significante queda vacío.
No alcanza ya con la autopercepción. El Frente de Todos por momentos parece sumergido en el universo Marvel donde sus “héroes” se diluyen en el “Multiverso” fantástico para convertirse en parodias de sí mismos. En ese caso, la fantasía alimenta al sentido común y compone un nuevo mapa perceptivo anquilosado en un pasado cercano que promovió más lo que pudo ser que lo que realmente fue. En esos mundos paralelos el desarrollismo es un conjunción posible, tanto como lo es la perspectiva demo-liberal. Entonces los “héroes” se acercan más al artificio, como farsas de sí mismos, que a animales políticos humanizados.
El triunvirato de la palabra, encarnado por Alberto, Cristina y Sergio, nombres personales que imponen una familiaridad forzada para alentar una cercanía popular – absorbida por el refuerzo permanente de la carga profesional de la política- debate sobre sus propias tempestades aportando confusión de arriba hacia abajo.
La intencionalidad política se nutre de datos de superestructura que no hacen más que reforzar la carencia de medidas efectivas distintivas. Crecimiento y desarrollo se convierten en sustantivos propios como ejes de una gobernabilidad bombardeada por los propios actores del gobierno. Ninguno quiere perder protagonismo. Son ellos o es ninguno. Dentro de la cueva platónica todo se hace menos a menos pero cada uno proyecta sus propias carencias sobre las paredes descascaradas de la historia.
Lo curioso resulta ser que en medio de las pequeñas batallas, que los personajes Marvel libran en el ceno de la estructura del Ejecutivo -un nuevo Multiverso o la vieja Matrix – se prescinde de la historia y se pierde tiempo en construir una nueva. No ya como una fase aleatoria, sino como una pantalla del mundo nuevo, amplificado por la globalización totalizante, y la reproducción intensificada y acelerada del capital. Sin historia no hay peronismo posible. Sin peronismo posible no hay sujeto histórico al que interpelar. Los “héroes” ya no necesitan hombres y mujeres a quienes salvar, sino aduladores que fortifiquen sus egos.
Las batallas del inframundo político desdeñan el presente político. Lo hacen en la medida que se ponen de espaldas a las necesidades de la base popular. El multiuniverso de la conjunción ideológica asume la representación absoluta de la historia donde solo adquiere valor lo impuesto interno. No nos equivocamos. Los “héroes” no tienen esa posibilidad. Así que toda equivocación es producto de algo que se conoce como la “Liga del poder fáctico”, componente exógeno a toda estructura de poder progresista.
Lo peor que puede hacer por estas horas el Frente de Todos es victimizarse. Nuevamente la narración le gana a la realidad. No hay manera de ejercer el gobierno sin poder. Para construir poder hay que guerrear. La interna del campo popular validó el libre albedrío de las partes en pugna sin dar cuenta de la necesidad imperiosa de comprender que la unidad es superior al conflicto. Ello porque la concepción política que se aprecia es la que se sostiene de arriba hacia arriba. Una perspectiva muy liberal por cierto.
No hay reflejos en el espejo y no es porque en el submundo de la patria los principales referentes políticos se hayan convertido en vampiros, eso es potestad de la oposición. La imagen que devuelve el espejo es un rebote de las luces de la soledad en la que cada jugador habita sus propias miserias y egoísmos. La impresión a golpe de vista es que Alberto está solo, pero que también lo están Cristina y Sergio. Sin embargo, esto no es una confirmación empírica. El Multiverso suele distorsionar diagnósticos y miradas. Por eso, así como la historia popular no comenzó en el 2003, la “unidad” política no se circunscribe a dos actores y una actriz.
Por estas horas el gobierno (en él incluimos a Alberto, Cristina y Sergio) perdió la iniciativa, gastando energías en discusiones internas improductivas y paralizantes. Claro que la iba a perder sin conducción política. Curioso, porque todos citan en ese sentido a Perón pero no parece importarles entenderlo. Lo importante es usarlo para darle con él al blanco sobre el lomo del otro. No hacer política es una manera de despolitizarla. No hacer peronismo en nombre del peronismo es desperonizar.
A la narración le sobran datos pero le faltan hechos. El crecimiento de la economía, siempre relativo en un mundo en crisis y en un país cimentado en asimetrías sistemáticas, y el magro desarrollo no se traducen en políticas sociales que promuevan la movilidad social ascendente. De hecho, los datos arrojan que ello no sucede desde hace tiempo. Pero el discurso del “multiverso” se aferra a la apariencia: Promover el consumo para crear trabajo.
Los datos pueden ser alentadores pero, curiosamente, solo benefician a los que ya vienen obteniendo beneficios. En una economía con altos índices de concentración transnacionalizada, con un mercado interno en su mínima expresión, con operadores del capital con fuerza para generar desequilibrios permanentes y con una voraz necesidad de dólares para cubrir el endeudamiento, resulta imposible pensar en el derrame. Política activa del imaginario desarrollista.
La ausencia de hechos se manifiesta también en la carencia de proyecto. El modelo esgrimido en estos años acuñó la intención sostenida de no modificar las condiciones objetivas que hacen perdurable a la injusticia social. La fábrica de pobres no cerró. Se mantuvo como sostén de la industria del sistema. Por estas horas desde las distintas corrientes de los Movimientos Populares se empieza a evidenciar que no hay motivos para naturalizar este precepto y que urge cambiar las estructuras vigentes para evitar males mayores.
Claro, los datos macro económicos son ponderables. También son perturbables. Es decir que las lecturas no pueden ser lineales en función de propender a sostener un optimismo estúpido frente al realismo del capital: Crece la tasa de ocupación pero, siempre hay un pero en este contexto, la empleabilidad registra altos índices de informalidad laboral y una aguda y sostenida caída del salario. La ecuación se reduce a trabajadores empobrecidos.
Hay más, en las últimas horas el INDEC dio a conocer datos del comercio exterior: “en junio de 2022, la exportación creció 20,3% interanual; y la importación, 44,6%”. Sin agudizar la mirada es fácil entender que esta situación daña sensiblemente al malogrado mercado interno y a la producción nacional. Es decir que existe un déficit en la constitución del modelo industrialista que pregona el gobierno nacional. Ergo, no hay neutralidad. Existen ganadores y perdedores en este enclave. Es cierto, justificaciones sobran.
Por estas horas, desde el oficialismo crece la idea fuerza que existe en ciernes un “golpe de mercado”, asistido por operaciones políticas y mediáticas. Lo que no informa el gobierno es cómo se combate al mismo. Seguramente no es con parches. La celeridad del asunto obligó a la malograda vocera presidencial a anunciar que habrá anuncios en algún momento. Cerriti es un meme de Cerruti. Pero también lo es del Ejecutivo.
Al tiempo desaprovechado en dos años y medio, pandemia y guerra mediante, se le adiciona nuevas pérdidas de tiempo. Sin política que reasegure mejoras sensibles para los pobres y para la clase trabajadora (ocupados, desocupados, formales e informales, trabajadores y trabajadoras de la economía popular) el gobierno seguirá tirando “manotazos de ahogado” en un pecera. La narración no alcanza para ocupar los espacios vacíos. El discurso presidencial en conjunto, incluido el de Cristina y Sergio, está vacío. El Multiverso no es el mundo real. Nuca lo fue. Tampoco, claro, estamos en la matriz de la ingeniería Marvel.
Incertidumbres. Pude ser un buen nombre para un libro de poemas. Sólo que casi ya no se lee poesía. Una pena. No hay viudos o viudas de la poesía. No viene al caso, es cierto. Así se trata de cómo resolver el enigma. Cómo despejar esa sombra que nos atosiga. Quizá sea hora de dejarse de joder y poner en lugar privilegiado de valor a la Patria. Suena lindo ¿verdad?. Para ello es necesario abandonar los universos paralelos y volver a la realidad antes que sea tarde.
21/7/2022