*Por Juan Manuel Martínez Chas
Las migraciones laborales son esencia del capitalismo global, fueron aceptándose a lo largo del tiempo en virtud del libre tránsito de bienes y servicios y también de mano de obra. Si nos remontamos en el tiempo veremos que las propias naciones europeas fueron reconstruidas por importantes movimientos migratorios, que trascendieron sus fronteras y vinieron desde distintos lugares del mundo. Nuestra Argentina atravesó una situación similar y logró establecer una carnadura multicultural entre distintos sectores que provenían de países europeos mestizos y pueblos originarios.
Venimos, hace varios años, escuchando los discursos, de algunos sectores de opinión, que hacen que olvidemos nuestros orígenes. Esos discursos sostienen, de manera falaz, que la mano de obra extranjera viene a reemplazar a la mano de obra nacional y que los problemas estructurales del desempleo no tienen que ver con la esencia del capitalismo global y financiero, sino con que hay personas que ocupan trabajos que los nacionales podemos hacer.
Esto es una falacia desde el punto de vista económico, pero también una degradación cultural y humanista.
El Papa Francisco ha venido alertando sobre esta situación, como una de las crisis más profundas del hombre en la actualidad, a la que ha llamado: Catástrofe Humanitaria. No sólo de las migraciones producto de la situación económica, como pueden ser las migraciones laborales, sino aquellas producto de guerras, generalmente provocadas por los gobiernos centrales e inclusive por las migraciones ambientales. En la encíclica Laudato Si hace hincapié en esta cuestión y en el compromiso cristiano para tender la mano y lograr una integración donde todos tengamos derecho a migrar y a lograr una vida digna. Esa vida que se reconstruye a partir del trabajo, a la familia y la integración.
Nuestro país es signatario del Pacto Mundial para las Migraciones, también del Convenio Internacional para la Protección de todos los trabajadores migrantes y sus familias.
En los últimos tiempos la Ley de Migraciones, reformada por un decreto de necesidad y urgencia del actual gobierno, pretende ser el caballito de batalla para bolsonarizar un discurso que no es sostenible ni en el tiempo ni en la realidad. Es un discurso que no tiene en cuenta a la persona y que de alguna manera va contra la esencia de los Derechos Humanos fundamentales de todas las personas. A 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Argentina debe repensar esta cuestión y dotar, como lo señala el Papa Francisco, a esta cuestión de un contenido profundamente humanista y social.
En una reciente entrevista, Francisco, señaló sus orígenes al hablarle al mundo desde su condición de hijo de inmigrantes, aquellos que vinieron a participar de la construcción de una Argentina para todos.
El peronismo logró amalgamar esas distintas experiencias, esas distintas historias para construir un lugar feliz en esta tierra. El Movimiento Obrero viene alzando su voz en esta cuestión.
Debemos señalar la importancia de la labor que viene desarrollando, por sus propias características, la Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina. Ejemplo de una política de integración, de hermandad, de igualdad y consonancia con los principios del peronismo que pregona el Papa Francisco.
La Organización Internacional del Trabajo, en un reciente informe, nos habla de 164 millones de personas que emigran en forma permanente, las cuales deberían estar dotados de los derechos emergentes de diversos convenios de OIT que fueron ratificados por nuestro país. Alerta sobre esta situación, sobre la degradación de los Derechos Humanos, de las leyes que dieron origen a las convenciones en materia de asilo y refugio, hace un llamamiento mundial para superar esta emergencia.
Esta emergencia tiene que ver con nuestro estilo de vida, con el sentido de como consumimos los bienes sobre la tierra, tiene que ver con una distribución del ingreso injusta que está basada en el individualismo a quien no le importa el hermano que sufre.
Como integrantes del Movimiento Sindical, como sostén de un pensamiento cristiano y de raigambre nacional y popular no podemos olvidar esta cuestión por más que sea una cuestión, que en términos generales en nuestro país no traiga rédito electoral.
Una patria para todos incluye el derecho, como lo establecieron quienes nos precedieron en nuestro país, a una patria en la que puedan desarrollarse, trabajar, progresar, integrarse y gozar de los principios de Justicia Social todos aquellos que quieran habitar el suelo argentino.
*Abogado Laboralista. Docente. Doctor en Derecho del Trabajo (UNTREF). Master en Empleo, Relaciones Laborales y Dialogo Social (UCLM) Asesor Legal de Sindicatos.