*Por Gustavo Ramírez
Durante la última semana el gobierno de Cambiemos profundizó su operativo represivo en contra de la clase trabajadora. Las represiones a los trabajadores de Astilleros Ríos Santiago en la ciudad de La Plata y a los de Tandanor dentro de la empresa, son testimonios irrefutables del proceso que inició el Ejecutivo para dar muestras de firmeza en el dominio del conflicto social a los mercados.
La violencia política, inducida desde el Ministerio de Seguridad en manos de Patricia Bullrich, es parte del sostén estructural de un modelo que ha destruido el tejido social de manera acelerada y sin mediaciones. Día tras día las noticias sobre precarización laboral, despidos y cierre de empresas se multiplican en términos geométricos. El mapa de transfiguración social en el territorio se modifica vertiginosamente y los conflictos laborales se intensifican.
Cambiemos, su gobierno, desprecia a la clase trabajadora. En su fauna ideológica los trabajadores pertenecen a un clase subalterna que debe ser sometida por la fuerza a la voluntad del poder económico financiero. Por momentos el proceso histórico presentes parece sumirse con desesperación en un bucle temporal, donde las postales de miseria y violencia para estatal se repiten sin pausa y con prisa.
La violencia del modelo se expresa en las políticas de Estado que les cuesta la vida a los trabajadores. Los casos testigos de Ara San Juan, los pesqueros Repunte y Rigel, la explosión de la escuela en Moreno, son hechos trascendentes y visibles de la inacción estatal. En cada uno de estos acontecimientos perdieron la vida trabajadores y el Ministerio de Trabajo, manejado por Jorge Triaca – el peor Ministro de Trabajo de los últimos 50 años – les dio la espalda con su ninguneo y negación patológica.
Los agentes que intervienen en la escalada represiva son los mismos que actuaron con impunidad durante los dramáticos acontecimientos de diciembre del 2001. Patricia Bullrich es adicta a la represión de la misma manera que es servil a los intereses de la CIA. Sin olvidar que el actual presidente amasó su fortuna en base a la explotación de los recursos sociales, políticos y humanos de nuestros país.
Sin embargo, en medio de la tempestad, existen signos que dan esperanzas para que éste modelo termine con celeridad. El triunfo político de los trabajadores portuarios, que luego de más de 40 días de lucha, lograron revertir los 160 despidos en la empresa Terminales Río de la Plata, es una clara señal que el presente, si bien guarda similitudes con otros procesos acontecidos en nuestro país, no es idéntico al pasado. La convicción, en el seno del Movimiento Obrero, de dar inmediata lucha a las iniciativas desbastadoras del Ejecutivo dan cuentan de un mayor estado de conciencia que otras etapas.
La puja de intereses multinacionales entre empresas que explotan el puerto de Buenos Aires dan cuenta, por otro lado, del estadio del capital en nuestro país. Dicha lucha intestina entre diversos capitales es la expresión carnívora del modelo neoliberal que impera en la actualidad. El empresariado anti-nacional envalentonad,o por las iniciativas de un gobierno afecto a las corporaciones y adherido al mercado financiero, tienen un terreno fértil para avanzar sobre los derechos laborales y han decidido que pueden apropiarse del destino laboral de los trabajadores con franca impunidad. Terminales Río de la Plata tomó de rehenes a sus empleados y especuló con los despidos. La fuerza de la unidad, que no operó como una expresión retórica, y la contundencia de la lucha transformaron el escenario a favor de los trabajadores.
En términos generales la patronal sabe que puede avanzar sin impedimentos sobre las estructuras laborales para maximizar su caudal de negocios. Con la seguridad de que cualquier manifestación de los trabajadores será abiertamente reprimida por el Gobierno y sus cobardes fuerzas de seguridad. En ese marco la flexibilización laboral se impone de hecho. La perversión del modelo ataca las estructuras psicológicas del trabajador a partir de la gestación de incertidumbre en el sostén de la fuente de trabajo. Aun así la fortaleza de la clase trabajadora radica en su propia conciencia lo que abre y amplia los espacios de unidad para luchar y resistir. Sin embargo, la ausencia de reacción, de la misma intensidad, del campo político no termina de erosionar por sí el ensamble gubernamental.
Es en este contexto donde la CGT se apresta a realizar una reunión de Secretarios Generales anunciada para el próximo 29 de agosto. Cabe decir que la convocatoria no está firme. Los cruces internos se intensificaron durante el fin de semana. Las posturas conservadoras pretender desacelerar el viraje firme hacia la confrontación. Por su parte, la franja que construyó con éxito el último paro general nacional, con mejor posicionamiento interno impulsa, por estas horas, la gestación de una nueva huelga. Por afuera aparecen actores históricos, aunque con el poder de fuego diezmado hacia adentro, que barajan la idea de una ruptura si no se consagra la profundización de la lucha.
El terreno es resbaladizo para la CGT si no logra homogeneizar criterios de avance hacia la resistencia. Sobre todo porque volverían a ganar terreno aquellos espacios conservadores que especulan constantemente para no meter los pies en el barro. Por ello resulta pertinente la interrogación que expresó en su momento Schmid, el miembro con mejor imagen del Triunvirato, cuando fue ratificada la conducción de la Central: ¿Para qué?. Esta pregunta interpela a ese fragmente indisciplinado a la orgánica cegetista, como la conducción de la UTA, por ejemplo, que junto a otros estamentos opera para boicotear las acciones positivas de la conducción nacional.
En su génesis ideológica Cambiemos le teme al Movimiento Obrero Organizado. La clase trabajadora ha sido el agente social real que se ha parado de manos contra las políticas neoliberales. El montaje de campañas anti-sindicales desde los antros económicos-mediáticos, la ofensiva esgrimida desde la corporación judicial y el recrudecimiento represivo son respuestas de odio y temor. Los trabajadores, sin caer en falsos romanticismos del pasado y en el fetiche de la lucha permanente, y sus organizaciones sindicales se encuentran maduros para confrontar contra el esquema violento planteado por Macri . Un ejemplo que debe tomar como propio la clase política del campo nacional y popular que aun espera al mesías para actuar a la altura de la circunstancias.
*Director de AGN Prensa Sindical
Periodista: La Señal Medios/ Radio Gráfica: Palabra Sindical – Puerto Base.