*Por Gustavo Ramírez
El Gobierno mantiene la línea de su trama discursiva. Con ella pretende afianzar el desarrollo de argumento ideológico e impulsa la implementación de un plan económico que prescinde, como es obvio, de toda justicia social.
La Plaza del 22 de agosto evidencia el alto valor socio-político del Movimiento Obrero Organizado, no sólo en la reiterada demostración de fuerza y resistencia al modelo de restauración neoliberal, sino también como eje estructural del diagrama social de la comunidad organizada. La CGT llevó al escenario político la voz popular de los trabajadores con reclamos que componen una agenda de larga data.
En la actual coyuntura el ataque al sindicalismo está en el orden del día. Los medios empresariales, por derecha y por izquierda, pregonan rupturas inexistentes y agitan tormentas con el cielo descubierto. Esa dinámica de apreciación distorsiona la dimensión real de la lucha como retroalimentación del relato oficial. El sentido común afianza la ideología moral de las clases acomodadas en terreno fértil del descrédito permanente sin medir la profundidad del escenario crítico por el que atraviesan ciento de miles de trabajadores formales e informales en el país.
Por otro lado las ansiedades de cierta base militante terminan por ser funcionales a los intereses que mueve el gobierno. La corrida por izquierda al sindicalismo nutre la política oficial que ataca a las organizaciones gremiales. Y las ataca porque el modelo económico, para implementarse en todos sus dimensiones, no puede tener delante una fuerza tan sólida como la que representa a los trabajadores.
El éxito de la marcha debe medirse en la reacción del macrismo. Al gobierno le dolió la marcha. De la misma manera que sufrió el resultado electoral de las PASO. Dos golpes importantes. Mientras el 65 por ciento de la población le dio la espalda en las internas más de 250 mil trabajadores volvieron a ganar las calles para repudiar sus políticas. Protegido por la coraza des-informativa Macri pretende mostrarse como un ganador estoico y eso lo lleva patológicamente a negar el curso de la realidad.
Sin embargo hay otro mensaje de la CGT en el acto del 22 de agosto. La unidad no es un nicho idealizado para aglutinar voluntades electorales. La unidad es fuerza política y social. Pero esa unidad no es uniforme y homogénea. Tiene caminos hechos de ripio y allí las diferencias se hacen notar y sentir. Ningún sindicalista es dócil, aunque la representación social los dibuje de otro color. Las tensiones internas, en la cotidianidad cegetista, no son nuevas. No es fácil tomar decisiones en una conducción compartida. No obstante, el mensaje que ha prevalecido el último martes, es el de un a conducción que sabe cual es su rumbo y que no se rige por la urgencias periodísticas o por la moral militante.
Es importante comprender que el sindicalismo contiene su propia lógica, dinámica e interés social. Es independiente, autónomo y es ampliamente democrático. Pero sobre todo es orgánico. Tales nociones no siempre son valoradas en su verdadera dimensión por aquellos permanentes insatisfechos. Perón comprendió que las alianzas políticas y sociales no se edifican de arriba hacia abajo como mera reproducción de la estratificación social. Comprendió que la fortaleza de un proceso realmente revolucionario estaba en la unidad con los trabajadores y sus organizaciones sindicales. El Movimiento Obrero argentino encontró allí su razón de ser y su esencia: Los sindicatos son de Perón.
Los que no quieren ver no miran. Los que no quieren oír no escuchan. Es simple. Las cámaras y los habladores televisivos se detuvieron en una trifulca menor. Ahora repiten un emblema sintomático de lo que ellos mismos intentan representar, como si creyeran sus propias mentiras, y sostienen que la CGT está camino a la ruptura. Claro que ese latiguillo lo reproducen desde que se conformó el Triunvirato. Ya pasó un año y acá estamos. Los dirigentes sindicales comprenden que una ruptura, en éste contexto, sería una mano tendida hacia el gobierno. Es inexorable que el camino sea hacia una conducción única. Pero todo se dará a su tiempo y en su justa medida. Lo expresaron a coro ciento de miles de trabajadores que se movilizaron desde todo el país a Plaza de Mayo: ¡Hay una sola CGT!
Fotografía: Ariel Chavez