Por Gustavo Ramírez
“Vengo de muy lejos a vivir aquí
En la casa que está detrás del río Vuelvo a buscar, nomás, lo que es mío Es una promesa que debo cumplir”.Vox Dei “Guerras”
Sergio Massa logró, en menos de un mes, darle contenido político a las iniciativas de gobierno. Algo que Alberto Fernández no logró concretar en casi cuatro años de gestión. Sin embargo, no es lo único que el actual Ministro de Economía consiguió en los últimos meses. Al asumir la conducción de la campaña entrelazó los ejes narrativos con hechos concretos y terminó de conformar un alineamiento que le permite acumular fuerzas de cara al último tramo de la campaña electoral.
El “Candidato” ganó la agenda política con medidas concretas que abarcaron a distintos segmentos sociales. La decisión fue avanzar a pesar las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional de achicar el déficit fiscal. Sin correr el arco, Massa entendió que se juega todo su capital política en estas elecciones y que no había margen para la especulación. Massa necesita hechos y dinero para efectivizar respuestas sociales. Consiguió ambas cosas e hizo lo que tenía que hacer: Salir a ganar las elecciones.
Pero ahí no terminó la cosa. No fueron medidas de efecto y adiós. Como sujeto político, el Ministro pudo articular con distintas corrientes internas y externas dentro del Congreso Nacional y con movimientos tan inteligentes como sigilosos derrotó a la oposición de Juntos por el Cambio en ambas cámaras. Aceleró de esa manera el maremoto interno que por estas horas agita la vida de la fuerza que postula a Patricia Bullrich como candidata. En tanto, neutralizó el efecto discursivo de los Libertarios que se quedaron sin argumentos sólidos para rechazar las iniciativas.
Massa juega el juego que mejor juega y que más le gusta. Conoce el paño y al mismo tiempo sabe manejar los tiempos. Será por eso que el último viernes, luego del acto convocado por la CGT en el Congreso, algunos dirigentes sindicales coincidieron en resaltar su madurez. Una madurez política que supo macerar a través de las experiencias de avances y retrocesos. También ganó la partida sobre aquellos que sosteníamos que gestionar la cartera de Economía y ser candidato a presidente podía ser un arma de doble filo.
La guerra no está concluida. Esto recién empieza. Por eso mismo el domingo es probable que afronte el Debate Presidencial con mayor solvencia que sus contrincantes, su equipo de trabajo dejó trascender que, en ese escenario, dará a conocer al Ministro de Economía de su potencial administración. La idea parece ser no guardarse nada en este período. No se trata solo de generar expectativas, lo concreto es realizar para volver a poner la esperanza sobre la mesa.
Más que un deseo
El mismo viernes, un dirigente sindical de larga trayectoria en el Movimiento Obrero nos decía: “Esta parte se parece mucho a los primeros pasos que dio Néstor en su gobierno”. Lo dijo convencido y emocionado. Es que el “Candidato” asumía, en ese momento, la representación de una identidad que estaba vacante. “Atravesamos esto como podemos, no como queremos compañero”, dijo el sindicalista y se despidió con una sonrisa que le iluminó el rostro.
En el escenario del viernes, de espaldas al Congreso, estaban todos los que Massa subió al barco. No hubo rostros adustos, ni semblantes rígidos. Hubo dos pasajes que levantaron de sus sillas a los dirigentes sindicales: Uno fue cuando desafió nuevamente al FMI y el otro cuando aseguró que “el esfuerzo no lo tienen que hacer los que trabajan sino los que timbean, los que especulan, los que atentan contra la Argentina”.
En esos momentos, los triunviros de la CGT afirmaron con la cabeza y exclamaron a coro un sostenido “siiiiii”. Una nota musical que se fusionó con la estridencia que llegaba de la muchedumbre entre gritos y la orquesta de bombos. Todo al rededor del palco estaba vivo. Entonces se pudo caer en la cuenta de que cuando pierde la oposición gana el pueblo. Al menos en este pasaje del momento histórico Massa promete un amparo frente a una tormenta tan larga.
Las nubes amenazantes siguen flotando sobre nosotros. La guadaña de la pobreza obliga a replantearse programas y ejecuciones políticas. El virus de la inflación infecta todo lo que toca. Aun así, las y los trabajadores que ganaron las calles ratificaron lo que la racionalidad tóxica de los propagandistas de la semi colonia niegan pretendidamente: “La calle sigue siendo nuestra casa”.
¿Por qué no creer en la fe popular? ¿Por qué desechar estos triunfos políticos en nombre de sentimientos amargos que se sobre ideologizan para abrevar en la cultura de la derrota?. Si. Massa representa el mal menos pero después del viernes comienza a representar algo más y de manera acabada. Hizo lo que muchas veces se le reclamó a Alberto Fernández, tener iniciativa política y al mismo tiempo asumió lo que no terminó de gestar Cristina Fernández de Kirchner, hacerse cargo de la conducción política de la coyuntura.
Ya sufriste cosas mejores que estas
Está claro, la pregunta es si este triunfo político de Massa alcanzará para revertir la situación. Ahora, si no se deja llevar por lo que pudo observar en ese mar de gente que se movió el viernes desde el fondo del territorio, ese pueblo de trabajo que se abrazó con sonrisas, que gritó con esperanza en la garganta, que agradeció al cielo… Bueno, si uno percibió todo eso y mucho más, entonces todas las respuestas son ganadas por la afirmación.
Un pequeño gran dato: Los organizadores del evento confirmaron la congregación de 200 mil almas. No hubo un policía en la zona. Entonces no ocurrió nada que no tuviera que ocurrir. Eso suele irritar a los movileros entrenados para buscar el quilombo. Asterisco, alguien podría preguntarle al “raty” de turno: “¿por qué, ese palo que te amasa, Que te afofa, que te aplasta, Vos lo usás para matar?”. Oh, cara Murguita del Sur.
El estatus de violencia política, que esgrimen como trofeo del mensaje vulgarizado los acólitos del verdugo, está fuertemente arraigado en sujetos que tienen mal sueño como Ramiro Marra, Javier Milei, Patricia Bullrich o Mauricio Macri. Un apostrofe de memoria para colgar en la puerta de la heladera: Esta gentecita goza con el dolor ajeno. Recordar: sus antepasados bombardearon, persiguieron, fusilaron, torturaron y desaparecieron a peronistas.
La celebración popular llena lugares vacíos. Despoja a los martirizadores de sus herramientas de tortura con una fe inquebrantable, esa ciega razón es la que precisamente los vigilantes del mercado pretenden eliminar. Abramos un paréntesis: Canta el Indio, nuestro amo juega al esclavo. Y ahí está Mauricio, el ingeniero que es Macri ejercitando la violencia al mentir. Y está Pato, que es Bullrich oliendo a resaca de bodegón, pidiendo más desapariciones. Y está Ramiro, que nadie sabe que es Marra, de culo al aire, apostando a nuevos soberbios punteros. Y está Javier, Milei, escondido porque el sol viene por él y los chupasangre, como se sabe, odian la luz. Ahora, cerremos el paréntesis.
Hay mucho para discutir. Pero ante tanta miseria cotidiana, sería injusto analizar lo del viernes lejos de la interpretación de una fiesta del pueblo y de cierta unidad. Puede que se presente esta movilización de la CGT y las acciones de Massa con el menosprecio permanente del sistema que nos obliga a caminar sobre la cornisa para sacarnos el aliento. Aun así, nos queda aire. Es que esa Plaza Congreso nos trajo el clamor de nuestro mártires: no hay motivo para que nadie se rinda.
Entre tanta confusión el pueblo trabajador y sus organizaciones vuelven a marcar el camino. Es cierto, no hay que romantizar las pequeñas delicias de las victorias políticas. Precisamente por eso, es que el “Congreso” popular del viernes fue un acto formidable de fe popular y Massa supo oler ese perfume a triunfo de pueblo y coronó su mensaje con una oración de esperanza para los ateos políticos. Sí, esperamos el milagro. Creemos. Eso ocurre porque no nos han vencido.
30/9/2023