*Por Walter Castro
En tan solo dos semanas los que no tienen ni la más remota idea de que es la industria naval, tuvieron dos hechos que se pueden capitalizar en beneficio de quienes pretenden ser funcionarios de las distintas áreas donde se debe interactuar con la industria naval en todos sus segmentos, generando las políticas positivas, necesarias, para el país y no en detrimento para el colectivo de los trabajadores.
Se construyó y fue botado finalmente un buque de cuarenta metros en astilleros nacionales e íntegramente con mano de obra local de allí extraemos tres verdades fundamentales y que de ninguna manera debemos dejar que pasen desapercibidas, en primer lugar es la ratificación de que a través de este tipo de obras se generan setenta y cinco mil horas hombres de trabajo genuino para un conjunto de más de trescientas personas.
En segundo lugar, y no menos importante, es que dicho buque costó un 25% menos que si la construcción se hubiera hecho en el exterior. Por último, sabemos realmente que este tipo de obras, para ser realizadas, necesitan casi trescientas toneladas de chapas. Doscientas ochenta más precisamente. Nosotros pedimos que se construya en nuestro país y lo que se nos contesta de inmediato es que “No hay financiación” pero por otro lado vemos como no se quiere hacer uso ni de las posibilidades que a través del mal manejo de años, nos ofrece el sector marítimo portuario y naval.
En todos los estamentos donde pudimos manifestarnos fuimos con dos consignas. Primero que se pongan en discusión, o que al menos se interpele, a quienes usufructúan nuestros recursos y luego nos inundan los muelles, espejos y radas con buques abandonados e inoperativos. Para esa tarea hay que poner personas que puedan dar la discusión.
En segundo lugar, al tomar conocimiento de que se iba a producir el desguace de las 53 embarcaciones del puerto de Mar del Plata, a través de una empresa privada presentada por el Consorcio de la Provincia,utilizando los frentes de atraques y el varadero de la base Naval con el antecedente de que el gobernador recientemente electo hace un culto de los puestos de trabajo y de las cuentas de la provincia, comenzamos a interpelar: ¿De quién es el acero recuperado?
Hasta hoy nadie contesto y es de suponer que el acero finalmente será del actor privado. El Estado, todos nosotros, una vez más, seremos los caballos que más azotes nos llevemos, justamente por tirar hacia adelante en la historia, en beneficio de la clase trabajadora que es el país.
Siempre esperamos que alguien nos llamara para contextualizar el por qué era tan importante la respuesta la interrogante planteado. Nunca pasó y realmente es de creer que no pasará. En España, por ejemplo, hay un nuevo proceso de desguaces y ahí sí tienen en claro el potencial de su industria naval, tanto como la marítima, las construcciones, así como también el posterior cese de las mismas cuentan con políticas de Estado.
Tomando el “ALBACORA X”, que en estos momentos esta siendo desguazado, un buque que termina su vida útil con bandera Panameña, luego de haber faenado en todos los caladeros del Atlántico, y que contaba con setenta metros de eslora y catorce de manga, ese buque hoy genera, a quien lo desguaza mil MIL toneladas de chapas. Pero volviendo a Mar del Plata y siendo ampliamente generosos con los números, pensemos que entre todos los barcos a desguazar tenemos un promedio de entre trescientas y cuatrocientas toneladas cada uno, eso nos arroja un total de cerca de las veinte mil toneladas, suficientes para construir setenta buques de doscientas ochenta toneladas o dragas, barcazas, remolcadores, lo que se le ocurra al Estado en salvaguarda de nuestros intereses.
Siguiendo la misma lógica podríamos multiplicar el ejemplo y en cada puerto o repartición, donde existan unidades que han alcanzado su fin de vida útil y sean del Estado, se puede proceder a su desguace para posterior fundición y generar así el acero necesario para obtener los mecanismos de financiación para, definitivamente, poner en marcha esta industria tan vital para la nación y tan invisible y cada vez más absurdamente postergada.
Me resisto a creer que los presidentes de los Consorcios, gobernadores o Nación vean mansamente como un privado hace negocios sin la participación del Estado, cuando los cascos o los cánones pertenecen a la país.
*Secretario General del SANAM
06/08/2020