*Por Gustavo Ramírez
A horas de conocerse el resultado electoral el Gobierno comenzó a dilapidar su escasa representación política. Sin plan B los especuladores económicos le soltaron la mano y promueven una retirada masiva. El dólar se disparó de manera inmediata y la gestión de Mauricio Macri se ahoga en su propio vómito.
Durante todo este tiempo el Ingeniero vivió en una burbuja. Su país es un país formateado al estilo coaching de Durán Barba. Ahora, perdido en los laberintos de la timba financiera, el gobierno de Macri comenzó a jugar a la ruleta rusa con un resultado nefasto para su marco político. El presidente y sus seguidores subestimaron el valor social del capital popular. Recostado sobre las estructuras mediáticas para tratar de afianzar un discurso falaz, perdió de vista lo que ocurría en la calle. Este domingo, volvió a hacer oídos ante el mensaje de las urnas.
Macri chocó la calesita. Si la crisis económica se agrava el costo de Cambiemos será letal. Con una diferencia de 15 puntos en el campo electoral, su margen de maniobra es muy limitado. La dependencia que se generó con el Fondo Monetario Internacional y la persistente obstinación de fomentar la pasividad política para hacer frente a problemas económicos, desnudan que la única opción de gobierno fue la generación de transferencias de riqueza para sus socios. No hay otro plan y el Titanic comenzó a taparse de agua.
La terquedad del gobierno es nociva para el pueblo. El tiempo que queda de aquí a las elecciones del 27 de octubre es infinito par una gestión que se quedó sin nada. Pero a su vez agudiza agonía para los sectores populares. La inmediata huida de los inversores propicia un escenario de mega devaluación, profundización de la recesión e hiperinflación. Deslegitimado por completo y sin reacción, Macri no tiene aire para llegar a octubre. ¿Tendrá su gobierno un final feliz?
En su discurso del domingo a la noche, el Primer Mandatario, como parón de estancia chica, mandó a los argentinos a dormir. Su falta de discurso fue el complemento de las jornadas previas, donde su actitud violenta dio cuenta de la pérdida de su brújula. Anteriormente el oficialismo se movió como era previsible: Escondió los datos electorales lo más que pudo, quiso escapar del prime time para no evidenciar una derrota, que a esta altura, es definitiva. Macri, en su avaricia, en su permanente desprecio por la voluntad popular, privó a los argentinos de datos trascendentes en una etapa decisiva para el destino de la Patria. Pero la jugada, una vez más, volvió a salir mal.
Si este lunes el mercado pretende darles una lección a las clases populares con la corrida del dólar, falca ayuda le hacen al gobierno. Lo que han comenzado a generar es el declive acelerado de un gobierno en retirada. Y a su vez representa un error notable de lectura social. Los argentinos decidieron no darle lugar a los “mercados” y eligieron por cambiar el presente. Macri hace tiempo perdió el control de su gobierno. El tiempo, ahora, lo somete.
Por estas horas los ganadores del modelo se llevan dólares y han dejado de atenderle el teléfono a Mauricio. Grandes Bancos, como el deplorable HSBC, están obteniendo tremendas ganancias que no dejarán en el país. La maniobra especulativa del pasado viernes fue el último abrazo del oso que las entidades financieras le dieron al Gobierno.
El servilismo de Dujovne aceleró el principio de fuga. Sin capitanear la tormenta y con serias pretensiones de saltar del barco antes de tiempo, la crisis del gobierno lo pone en el terreno del coma. El tema es descular que tan violento será, para los sectores populares, este período con miras a octubre.
Macri no aprendió que en política la mentira no puede ser parte de la estructura de gobierno. Cercado por todos los frentes y con olor a podrido entre sus piernas, sus horas comienzan a ser cada vez más corta si realmente no presta atención a la realidad.