*Por Juan Manuel Martínez Chas
Un importante seminario internacional apuesta por el trabajo decente, seguro e inclusivo.
Entre los días 20 y 22 de mayo en la sede de la UNESCO, en París, se organizó un importante seminario internacional organizado por la Organización Internacional del Trabajo y por el Centro de Investigación y Acción Social (CERAS) de los jesuitas en Francia.
Este seminario se realizó como corolario de un trabajo conjunto que vienen desarrollando las tres entidades en los últimos años, la UNESCO, la OIT y el Centro de Investigación Social, impulsado a partir de la encíclica Laudato Si del Papa Francisco.
Marcel Remon, organizador del encuentro, señaló en la apertura que “el trabajo ofrece una posibilidad extraordinaria de desarrollo personal, pero también se ve, a menudo, entorpecido por las condiciones indignas, un salario indecente, relaciones profesionales difíciles y un ritmo inhumano”.
También debemos destacar la participación del Padre jesuita Pierre Martinot, que a cargo de este proyecto es Asesor de la Oficina internacional del Trabajo de la OIT, quien explicó las bases de este proyecto basado en tres ejes: Contribuir a una red de intercambio de reflexión y formación a partir de los Movimientos de Iglesia y de diferentes confesiones con los actores del mundo del trabajo, el segundo eje es una reflexión sobre el mundo del trabajo y el tercer eje es reforzar la capacidad de los actores y las organizaciones sociales para promover un trabajo decente.
Según Martinot, Laudato Sí, “produjo en el mundo un cambio de perspectiva y contribuyo a colocar lo humano en el corazón del trabajo y a promover una nueva visión de la economía, que se alimenta de la visión antropológica, que se apoya en el trabajo decente, que no se reduce al empleo asalariado”.
El representante jesuita señalo que “toda esta dinámica está provocando una dinámica, está generando un profunda transformación social de la vida, del trabajo y de la organización social, equiparable a la de la industrialización”.
Obviamente, en el seminario, se ratificaron los ejes fundamentales que la OIT viene expresando en materia de su concepción acerca del trabajo.
El trabajo no es una mercancía y como corolario al Centenario de la OIT, se ratifica el concepto liminar de que no habrá paz sin justicia social.
Ello en tanto en alguno de los países del mundo existan sistemas sociales y económicos donde el trabajo humano esclavice, como dice el Papa Francisco, y sean el hombre y la mujer explotados.
Del mismo modo se señaló, en línea con la Laudato Sí, que las crisis actuales, las diversas crisis actuales, no son crisis diferentes sino un a única crisis.
La cuestión social y la cuestión ecológica son dos caras de un mismo problema y por eso, como pide el Papa, hay que abordarla en forma integral señalando, en concordancia con lo que viene apuntando el episcopado europeo, que el papel central del trabajo es tal porque permite participar en la creación e integrarse en la sociedad, así como el desarrollo personal.
Por otro lado, se hizo hincapié en que el trabajo decente con condiciones dignas, debe articularse con el concepto más acorde a nuestros países del TRABAJO DIGNO, teniendo en cuenta que no hay trabajo digno si implica la degradación del medio ambiente. El segundo paradigma del encuentro fue el del trabajo duradero y el tercero un trabajo más participativo.
Aquí, desde nuestro punto de vista, viene el rol trascendente, en el futuro del trabajo de la economía social o solidaria o economía popular como la venimos llamando en Argentina.
Una activista contra el deterioro ecológico, Vandana Shiva ligó en su primer encuentro la grave situación de los países en emergencia humanitaria, con la actitud de depredación que tienen algunas multinacionales agroalimentarias destruyendo la tierra común, y subrayó que a partir de ese deterioro de la casa común nos hemos separado de la tierra, de las comunidades y de nosotros mismos. “Hemos prescindido”, dijo la reconocida figura internacional, “de una economía circular en la que nadie pasaba hambre para implantar una economía que descarta cada vez a más personas”. Es más, liga y concatena el problema de África con un problema, más que religioso, vinculado al ataque hacia los agricultores, pastores y pescadores y a cuestiones de índole ecológica que son, además, las predeterminantes de la insustentabilidad de los países y la economía y del problema de la migración.
De tal menara se indagó, en este marco, cómo el mundo del trabajo debe repensar el trabajo respetando al planeta.
Pierre Michel Menger, del Colegio de Francia, disertó sobre un tema de enorme actualidad como es la economía social del trabajo y las nuevas fronteras laborales.
Asegurando, en una gran conferencia “que la transición ecológica traerá nuevas profesiones, pero, a su vez, esto requerirá de un nuevo modelo solidario y evolutivo”.
Desde su punto de vista el trabajo está llamado a reinventarse “promoviendo la responsabilidad del que es capaz de colocarse en el lugar del otro para promover la reciprocidad de las perspectivas”.
El profesor de la Universidad de Stanford, Eloi Laurent, señaló que “hay que hacer una metamorfosis del Estado providencia al Estado social ecológico. Es decir, hay que proteger el trabajo a la vez que protegernos del trabajo”.
Louise Roblin, una de los organizadores del encuentro internacional, expuso que “hoy se ve a menudo una alienación en el trabajo y del trabajo en aras de la lógica de la eficacia y del provecho inmediato. Al mismo tiempo se produce una relación inversa entre la utilidad de algunas profesiones y de su remuneración. Hay un paradigma, sobre el cual algunos especialistas del OIT vienen alertando, acerca de una serie de trabajos invisibles que son descalificados, que no son valorados ni pecuniaria ni económicamente, de ahí, la cuestión de la economía del cuidado, la relocalización de la producción, la protección social ecológica, la nueva responsabilidad que en este mundo le cabe a la empresa, la transición tecnológica en medio de la transición ecológica”.
Debemos destacar así mismo que, en el manifiesto final del Congreso, titulado “Manifiesto por una transición ecológica solidaria”, se explicita: “El trabajo no puede seguir siendo una mercancía y debe ser protegido en nombre de la dignidad humana”.
Esto va en los términos de la denuncia clara del Papa Francisco de la existencia de una economía depredadora que convierte al trabajador en esclavo. Y debemos pensar en ese trabajo en el marco de esta transición, de la que nos habla el Coloquio Internacional, ecológica y solidaria.
La representación de la OIT a manos de Ana Biondi, señalo, justamente, el objetivo del organismo del trabajo digno para la humanidad y de la tierra y el enfoque hacia los grupos más vulnerables, incluidos algunos países que casi dependen de una única producción, para ofrecerles alternativas reales.
Ana Biondi manifiesta que “también es necesario un empoderamiento de las mujeres y en esa economía circular, donde se debe caminar juntos de abajo hacia arriba, empoderando a las comunidades de base, promoviendo la salud y la seguridad como un derecho humano”. Resaltando, asimismo, la labor y los gestos que viene desarrollando el Papa Francisco no sólo a través de sus discursos sino por medio de sus actos concretos en pos de la dignificación del trabajo.
Sinn dudas la presentación del Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, Monseñor Jorge Lugones, Obispo de Lomas de Zamora, fue el corolario más esperado para el encuentro.
En su intervención presento uno de los pocos proyectos, que se están llevando a cabo en el marco de la iniciativa, el programa “Cuidadores de la Casa Común”.
El objetivo del proyecto, que fue presentado y desarrollado en sus aspectos prácticos concretos, y en el que hoy participan tres mil jóvenes, a lo largo y a lo ancho de toda la Argentina, es generar trabajo digno para jóvenes en situación de precariedad.
Como ha señalado Lugones: el mismo va dirigido “Para aquellos que sufren la cultura del descarte a quienes golpea duramente la política neoliberal que asola la región y a los que, en el mejor de los casos, le ofrecen trabajos indignos y degradantes”.
Lugones indicó que “Cuidadores de la casa común” llama a unirse a la invitación del Papa para confrontar al capitalismo salvaje que mata y resaltó una serie de ejes.
Entre ellos la formación integral por la que los jóvenes perciben un salario social complementario por parte del Estado.
Manifestó “que los cuidadores tratamos de responder al desafío y no bajamos los brazos”.
Monseñor Bruno María Buffé, Secretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, refiriéndose a las palabras de Francisco, expresó que “esta economía que quiere siempre más y más rápidamente contrasta con la Doctrina Social de la Iglesia que se apoya en cuatro referencias principales: La cocreación, el contrato justo, el personalismo y la ecología integral. La cocreación porque Dios es el que trabaja primero y le otorga a la persona la capacidad de trabajar y continuar la creación. El Contrato Justo como segundo pilar de la Doctrina Social de Iglesia, es el principio que implica que nuestro desafío es el de la solidaridad, reconocer al otro como igual, como ayuda y como hermano. El tercero es el personalismo porque cuando la persona se desarrolla también lo hace la comunidad y cuarto, la ecología integral es en la que se trata de proteger a la persona y a la comunidad protegiendo a la tierra”.
Monseñor Buffé destacó que “es hora de pensar un nuevo paradigma para la economía, para la ecología y para la dignidad de la persona, siempre partiendo de la memoria colectiva del universo del trabajo. Aquel que guarda en la memoria y en su pasión, las organizaciones sindicales en nuestro país. Así como la alteridad y la fuerza social de la solidaridad y el poliedro integrador, la figura más apreciada por el Papa Francisco para la interculturalidad”.
El Secretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral al contrario de la tendencia mundial de la economía que mata y desprecia al trabajo, sostiene que la “emigración no es una amenaza sino una experiencia de trabajo” y que “la economía del trabajo llama a unión entre culturas y religiones. Dado que el desarrollo no avanza solo como un barco borracho de poder sino a partir de una transición ecológica en la que, como nos dice el documento, debemos pensar en que el trabajo será la parte central de esta nueva integración ecológica, porque el trabajo no puede seguir siendo una mercancía y debe ser protegido, como señala el Papa Francisco en el Magisterio Social de la Iglesia al que adscribe el movimiento sindical mayoritario en nuestro país, debe ser protegido en nombre de la dignidad humana”.
El manifestó que se presenta como fin a este excelente encuentro se divide en cuatro partes. La primera, el cambio de paradigma para conseguir un trabajo decente basado en ocho principios: Dignidad humana, justicia social, bien común, calidad laboral, solidaridad ecológica, cooperación, buena organización y cuidado de las relaciones. La segunda parte postula que el trabajo es colectivo por esencia, esto echa por tierra las tendencias del individualismo, del emprendedurismo barato donde cada uno es su propio empresario responsable de su propia vida.
Además, nos precisa que se tienen que tener en cuanta a todos los trabajadores incluidos los invisibles. La tercera parte dice que el bien común es el objetivo del trabajo. Destaca dos principios claros de la doctrina social de la Iglesia: El bien común que traza todo el Magisterio Social y lo enlaza con el trabajo y la cultura del cuidado, pero siempre recordando la función social de la propiedad, el principio histórico de la Doctrina Social de la Iglesia que la propiedad privada siempre está subordinada al destino universal de los bienes.
Esa perspectiva de la Centralidad del Trabajo y de los Sindicatos como agentes de solidaridad para un Mundo más justo, fue puesta de resalto por Francisco en la Conferencia con los representantes máximos del Sindicalismo Internacional
“Por ello, y tal como lo afirmé en la encíclica Laudato Si’, necesitamos de un diálogo sincero y profundo para redefinir la idea del trabajo y el rumbo del desarrollo. Pero no podemos ser ingenuos y pensar que el diálogo se dará naturalmente y sin conflictos. Hacen falta agentes que trabajen sin cesar para generar procesos de diálogo en todos los niveles: a nivel de la empresa, del sindicato, del movimiento; a nivel barrial, de ciudad, regional, nacional, y global. En este diálogo sobre el desarrollo, todas las voces y visiones son necesarias, pero en especial aquellas voces menos escuchadas, las de las periferias. Conozco el afán de mucha gente por traer dichas voces a la luz en los foros donde se toman decisiones sobre el trabajo. A ustedes les pido que se sumen a esta noble labor.
Vemos como la economía social, de la mano de Francisco, las organizaciones sindicales y los Movimientos Populares florecen.La Laudato Si florece no sólo desde la teoría sino desde las construcciones prácticas de un mundo que pide a gritos una sociedad distinta con trabajo digno y una economía que nos contenga a todos desde la solidaridad y desde la justicia social.
Laudato Sí florece, porque como se ha dicho por algún autor “nadie podrá parar esta primavera de conciencias, de militancia y de corazones abiertos al bien común.
*Abogado Laboralista. Docente. Doctor en Derecho del Trabajo (UNTREF). Master en Empleo, Relaciones Laborales y Dialogo Social (UCLM) Asesor Legal de Sindicatos.
Fotografías: Galería OIT / Redes Sociales del Papa Francisco