Por Daniel Capa Para octubre 2027 falta una eternidad en términos de tiempo material. Sin embargo, en tiempos políticos, octubre 2025 está muy muy cercano y va a ser parte del escenario rumbo a las presidenciales, por lo que habrá síntomas de cercanía con aquella fecha futura.
El resultado electoral en PBA primero y en todas las provincias al unisono después, será molde para la transición hacia 2027. La acumulación de peronismo que se logre en cada distrito con referencia en el armado que impulsan los sectores que en general vienen de la experiencia de Unión por la Patria, será una de las claves para la transición que viene para estos dos años próximos.
Pero el núcleo de hierro del establishment cuyo principal vocero es el actual presidente Javier Milei, afronta otro gran problema para su sueño continuador. El incipiente acuerdo de gobernadores de distintas raíces políticas, plantean la entrada en calor de un espacio que, si se quiere mostrar como alternativa, deberá marcar un perfil mucho más opositor que contemplador con respecto al actual proceso gobernante.
Es decir que la potencialidad futura del peronismo por un lado y de lo que impulsen algunos gobernadores que se van despegando de Milei por el otro, pondrán a la Argentina en un probable escenario de tres tercios (nuevamente) pero de otro carácter que en 2023. Es muy apresurado decirlo, pero todo podría apuntar a una definición de balotaje 2027 donde juegue algunos de los espacios opositores frente al único oficialismo en juego. Un escenario distinto a lo vivido hace casi dos años.
Si esto fuera así, chau Milei, ¿no?
De todos modos, independientemente de nombres y coaliciones, lo central va a seguir siendo que la Argentina necesita una transformación a partir de una agenda de producción, desarrollo y trabajo. Una derrota meramente electoral del modelo liberal-libertario que no se convierta en derrota política estructural, poco va a servir a futuro. El 2019 nos lo recuerda.
