Soberanía + Trabajo = Salarios Justos

* Por Juan Pablo Brey y **Juan Carlos Schmid 

Una vez más ha quedado claro que la organización vence al tiempo y que la unidad es superior al conflicto, no es simplemente una especulación teórica, responde a las bases esenciales de la conducción táctica y estratégica. No nos equivocamos cuando afirmamos que era necesario abordar esta etapa de resistencia con inteligencia y que esto demandaba preservar la unidad, la organización y la disciplina.

Desde la puesta en marcha del plan de acción se respondió a una necesidad interpretando algo más que el mero armado de la confluencia de estructuras para sostener la confrontación: de abajo hacia arriba se exigía contenido y sentido de la causa. La masiva movilización al Ministerio de Sturzenegger tuvo un gran impacto como fue poner de relieve la trascendencia de la Soberanía Nacional, saliendo del esquema tradicional, dotándola de una carga humanista y subrayando el rol táctico en la discusión central.

En consecuencia el restablecimiento del estatuto del coloniaje, sobre una falsa representación de libertad, requería que el plan de acción no quede supeditado al consignismo ni a la fraseología apuntalada por escribas funcionales al régimen. El éxito de la concentración del 25 de junio estuvo centrado en la carga política de los tres ejes que hacen a la constitución del Frente Soberanía, Trabajo Digno y Salarios Justos. Sobre ese piso se asientan los cimientos de la construcción colectiva, pero también el armado de un trazado programático que permita pensar la realidad nacional más allá de la coyuntura y del aparato electoral.

Históricamente, el Movimiento Obrero ha discutido el proyecto de país en relación a las actividades que desarrollan cada uno de los sectores involucrados en la consolidación de la resistencia que, valga decirlo, no puede gestarse en el repliegue, ni en el despliegue de aseveraciones teóricas o técnicas. En cada acción, las organizaciones ponen en juego el conocimiento de sus bases en función del valor estratégico que representan. Al mismo tiempo, existe un capital significativo que nutre cada plan de lucha y es el contacto con lo concreto: estar junto a las bases promueve un ensamble entre el pensamiento y la acción.

Hacer Justicia Juntos no es ensamblar las partes sueltas de un todo difuso. Es establecer una unidad integral, representada, por ejemplo, en el Poliedro de Francisco; esta unidad, además de estar cohesionada por ejes transversales debe sostener un permanente contacto, una intensa comunicación, con la comunidad.

El 9 de Julio, con las ollas populares, pudimos comprobar que la política de destrucción con la que se pretende, falazmente, ordenar la macroeconomía rompe vidas. El abandono de la política social del Estado tiene un impacto arrollador en la existencia de cada una de las personas que hace a la comunidad. La desintegración del Estado como medio de canalización de medidas que protejan a los más humildes comparece ante la realidad con la devastación de familias enteras. El dato de aquel Día de la Independencia es que una gran parte de aquellos compatriotas que se acercaban a buscar una vianda de comida pertenecían a una franja etaria que oscilaba entre los 25 y 35 años. Es decir, las políticas libertarias están resquebrajando la estructura social.

El desafío que tenemos por delante es profundo. La matriz reaccionaria impone el mandato de la disolución nacional y abarca también la desintegración cultural. Sabemos que ninguna de las políticas del gobierno tuvo impacto positivo sobre la calidad de vida de la clase trabajadora. Por el contrario, tenemos trabajadores formales empobrecidos y asistimos a una acelerada precarización laboral. Por lo tanto, nuestra tarea incluye un enorme trabajo de persuasión, incluso para con nuestros propios compañeros, pero no desde posiciones esclarecidas, sino desde la convicción de que no podemos entregarnos a la ignominia que promueve la “clase de los explotadores”.

De modo tal que luchar por la Soberanía, por el Trabajo Digno y el Salario Justo es hacerlo por la vida. Es decir: si para Milei la Justicia Social es una aberración, es porque su arraigo al materialismo es anti-humanista. Vale insistir: lo vimos en el barrio de Constitución, una zona arrasada por el abandono de las funciones del Estado. Recuperar el sentido del contenido que nos une no solo nos ubica en la realidad concreta, sino que, además, nos obliga a transitar el camino de la humanización de la vida y de nuestra propia existencia.

Soberanía también es solidaridad e Independencia no es solo realización material, es realización humana. Por eso, el pasado 9 de Julio levantamos la idea de Amor e Igualdad, no como expresión sentimental, sino como factores esenciales que hacen a nuestra realización en la vida comunitaria. Esta lucha, en comparación a otros momentos históricos, nos obliga a pensar estratégicamente:

El desafío pasa por tomar la realidad como es, y eso se logra negándose a asumir falsas representaciones de unanimidades que no existen. Distribuyamos con equidad las culpas y responsabilidades, sin temor a que mencionar esto le haga un favor a la derecha. Hoy las condiciones del poder se discuten desde tres valoraciones, la opinión pública, la movilización y lo electoral. La opinión pública merece mejor comunicación. La movilización, en la medida de su importancia y masividad puede frenar las políticas destructoras del gobierno, y las elecciones deben sacarlo del poder.

Los Cavallo, los Milei, los Krieger Vasena, los Caputo, los economistas de todo signo podrán seguir haciendo experimentos… pero nosotros siempre volvemos.

 

 

* Secretario de Prensa de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte y titular de la Asociación Argentina de Aeronavegantes.

**Secretario General de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, conductor del Sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento y titular de la  Federación Marítima, Portuaria y de la Industria Naval de la República Argentina.

 

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