*Por Guadi Calvo
El pasado sábado seis, el general y líder de la junta militar que gobierna Níger, Abdourahamane Tchiani, junto a sus pares el capitán Ibrahim Traoré de Burkina Faso, y el coronel Assimi Goita de Malí, refrendaron el acuerdo de septiembre del 2023, que dio lugar a lo que se conoció como la Alianza de Estados de Sahel, lo que se conocerá como la Confederación de Estados del Sahel (AES), ampliando y reforzando ese acuerdo respecto a colaboración en diversas áreas, entre las que sobresalen los pactos en seguridad y apoyo económico que apuntan a una gestión en común de recursos estratégicos como la agricultura, el agua, la energía o el transporte, facilitar el libre tránsito de personas, bienes y servicios, para lo que se ha planteado la creación de un banco de fomento y una moneda regional.
Si bien esta integración era esperada desde apenas semanas después del golpe militar de Níger, en julio del año 2023, la concreción oficial ratifica y profundiza el movimiento anticolonialista, que ya se replica en varias naciones del continente, pero cuyo corazón palpita en el centro del Sahel.
Esta región, que desde 2012 sufre la ofensiva más activa del terrorismo wahabita a escala global, por parte de dos grupos: el Jama’at Nasr al-Islām wal Muslimīn (Grupo de Apoyo al Islām y los musulmanes o GSIM), la khatiba más importante con la que cuenta al-Qaeda, y el grupo signatario del Daesh para esta región, Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS).
La presencia de dos grupos ya no solo se concentra en estos tres estados, sino que extienden su presencia a los países ribereños del Golfo de Guinea, Chad e incluso en Nigeria, donde desde unos meses atrás, milicianos del GSIM han comenzado a filtrarse por la frontera noreste del país. Donde ya operan dos milicias locales, Boko Haram y, tras el cisma de 2015, la Wilāyat Garb Ifrīqīyā (Provincia del Estado Islámico del África Occidental o ISWAP), también conocido como Daesh-Wap, franquicias del Daesh, lo que puede extenderse el brazo de al-Qaeda en Nigeria, precipitará una guerra entre los tres grupos insurgentes, que por diversas causas se encuentran enfrentados. (Ver: Nigeria, un nuevo jugador en el conflicto).
Esta confederación, cuyos actuales dirigentes han llegado al poder tras golpes militares contra gobiernos corruptos y pro-occidentales; los que no habían encontrado otra manera de combatir el terrorismo que permitir la instalación de misiones militares de potencias extranjeras, particularmente de Francia, Estados Unidos y las Naciones Unidas, convirtiéndose de hecho en fuerza de ocupación, con gran injerencia en las políticas económicas y en el diseño de la guerra contra el terrorismo en cada uno de esos países.
Las que solo se concentraban en dar protección a las empresas occidentales, para que continúen el saqueo de los recursos naturales como: uranio, petróleo, gas natural, oro, fosfatos, entre otros minerales, pagados a precio vil, dinero que mayoritariamente quedaba en los bolsillos de las clases dirigentes; mientras el resto de la población, un total de setenta y dos millones de personas, que se encuentran entre las más pobres del mundo, literalmente viven sobre inconmensurables yacimientos de riqueza.
En enero pasado, los miembros de la AES ya habían anunciado su salida de la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDEAO), un instrumento de sujeción creado en 1975, por influencia de Francia, para seguir manteniendo el control económico y político de sus excolonia.
La CEDEAO, inmediatamente después del golpe en Níger, llamó a las naciones que la componen a cerrar las fronteras con ese país, además de imponer fuertes sanciones económicas, mientras que el presidente de la CEDEAO y a la vez presidente de Nigeria, Bola Tinubu, planteó la posibilidad de una invasión armada para restablecer en su cargo al presidente depuesto, Mohamed Bazoum.
Este plan que, si bien nunca se concretó, tampoco, hasta hoy, fue desarticulado, más allá de lo que podría significar, ya que las fuerzas militares de la nueva Confederación tienen un altísimo poder de fuego. A pesar de que las sanciones económicas fueron levantadas en febrero pasado, las relaciones entre la AES y la CEDEAO se han mantenido tensas, pese a los intentos de acercamiento realizados por los presidentes de Senegal y Mauritania.
Un futuro confuso
Mientras la Confederación de Estados del Sahel se constituye como un frente activo y dinámico que se ha quitado de encima los vestigios del colonialismo, incluso en el caso de Níger obligando a Washington a abandonar una recién inaugurada base aérea, desde donde el Pentágono esperaba monitorear toda la actividad en esa región, no solo cómo se dijo originalmente que se establecía para vigilar los movimientos de los terroristas, sino también las actividades chinas, con importantes inversiones económicas en muchos países del continente; sino también el accionar de las fuerzas rusas, inicialmente del Grupo Wagner y ahora también efectivos del propio ejército ruso, llamados por Mali y Burkina Faso, y ahora también por Níger, para la lucha contra el terrorismo.
El sábado en Niamey, el general Tchiani se refirió al nuevo bloque como: “el único núcleo subregional eficaz en la lucha contra el terrorismo” mientras que reprochó a la CEDEAO su falta de implicación en esa lucha. Llamando a convertir a la AES en una alternativa genuina frente a las construcciones regionales artificialmente construidas por factores externos.
Los miembros de la AES, además de llamar a la colaboración de Rusia, también han pedido la colaboración de Turquía e Irán, a los que llamaron “socios sinceros”. Lo que, para Estados Unidos e Israel, ha sido un verdadero llamado de atención, ya que si Teherán empieza a jugar en África, será una fractura más al bloqueo que el país persa sufre desde 1979. Según algunas informaciones, Níger había comenzado a abastecer de uranio a Irán, para su postergado desarrollo nuclear.
Como si no se recordase que todas esas estrategias de seguridad ya se han implementado y fracasado, como el Grupo Sahel 5 (GS-5) que agrupaba fuerzas de los ejércitos de Mali, Burkina Faso, Níger, Chad y Mauritania, intentando dar una respuesta al terrorismo, que fracasó de manera rotunda, más que por el accionar de los muyahidines, por la misma ineficiencia de los mandos militares y el poder político de esos países, cuando comenzó a crujir el corazón de África.
*Escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
10/7/2024