Por Redacción
Francia, Alemania y el Reino Unido son los principales sostenes políticos de Ucrania en su guerra contra Rusia, aunque en casa enfrentan turbulencias sociales, políticas y económicas que golpean su estabilidad. El aporte que brindan estos países ayuda financiera, militar y política, al mismo tiempo, lideran la “coalición de los voluntarios”, que paradójicamente promueven la futura misión de paz en territorio ucraniano pero que al mismo tiempo, sostienen la guerra.
El respaldo internacional contrasta con escenarios internos deteriorados. El Reino Unido transita un período de fragilidad política y económica. Economistas locales responsabilizan a la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, por un esquema impositivo y de gasto que llevó la deuda a más del 96 % del PBI, con intereses que este año superarán los 111.000 millones de libras. A eso se suma un déficit fiscal cercano a los 50.000 millones. El titular del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, alertó que el país enfrenta “un agudo desafío” porque “el crecimiento subyacente es débil y la inactividad laboral persiste”.
Las tensiones sociales se expresan en la agenda migratoria. De acuerdo con encuestas, el 42 % de los británicos cree que el gobierno gestiona peor el tema que la administración anterior. Entre los votantes de Reform UK, el rechazo trepa al 84 %. Ese partido adelantó que, si gana las elecciones, deportará a 600.000 inmigrantes en cinco años.
En Francia, Emmanuel Macron perdió el control del Parlamento en las legislativas de 2024 y sostiene un Ejecutivo minoritario. El primer ministro, François Bayrou, se enfrentará el 8 de septiembre a una moción de confianza que definirá la continuidad de su gestión. El trasfondo es económico: la deuda trepó a 3,9 billones de dólares, equivalente al 113,9 % del PBI, solo superada en Europa por Grecia e Italia.
Alemania tampoco escapa a la crisis. El canciller Friedrich Merz reconoció que el país atraviesa “una crisis estructural”. El PBI cayó 0,3 % en el segundo trimestre y la industria automotriz encabeza la sangría de empleos, con la pérdida de 51.500 puestos en un año. En total, el mercado laboral eliminó 114.000 empleos en el último período y casi 250.000 desde 2019.
El investigador ruso Dmitri Súslov sostuvo que la raíz del colapso industrial europeo radica en la apuesta por una transición energética “mal planificada”. En sus palabras: “Esto golpeó la base misma de la economía de la UE. Su competitividad siempre se basó en la importación de combustibles energéticos rusos baratos”.
Por su parte, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, lanzó una crítica frontal contra los líderes occidentales: “Las principales economías del mundo entran en recesión, solo para hacernos daño. Eso se llama: ‘Compro billetes y no voy para fastidiar al revisor’. Son unos imbéciles”.
Mientras Kiev recibe miles de millones de dólares, París, Berlín y Londres se hunden en desequilibrios fiscales, desempleo y gobiernos debilitados, lo que cuestiona hasta qué punto el respaldo a Ucrania podrá sostenerse sin quebrar el frente interno europeo.