*Por Damián Descalzo
Se cumple un nuevo aniversario de la creación del Ejército argentino y hace pocos días se cumplieron 50 años del fallecimiento de don Arturo Jauretche. En atención a ambas circunstancias, nos parece pertinente rescatar algunos importantes aportes que Jauretche desarrolló en “Ejército y Política” sobre el papel de las Fuerzas Armadas.
Visión propia
El texto referido -que se encuentra dividido en dos partes, la primera titulada “La Patria Grande y la Patria Chica” y la otra, “La política nacional en el mundo”-, tuvo el objetivo de ofrecer una visión geopolítica propia en el marco de una posición realista, alejada de toda la contaminación producida por la abstracción ideológica.
Patria Grande vs. Patria Chica
El eje principal del libro es la dicotomía que se ha verificado en la historia argentina. Se han enfrentado dos posturas; la visión de la Patria Grande que ha chocado con la visión de la Patria Chica.
Jauretche entiende que dos concepciones opuestas han alternado en la política y la historia argentinas. Por un lado, la concepción nacional y realista de la Patria Grande que ha prestado prioridad a la conservación del espacio territorial original del Virreinato rioplatense, mientras que la contraria se ha subordinado a poderes extranjeros, ha sacrificado el territorio por caprichos ideológicos y ha privilegiado los intereses facciosos por sobre los intereses permanentes nacionales.
El elemento territorial aparece como esencial para la posición de la Patria Grande. “La política del espacio, es decir, la preocupación de las fronteras, es la condición primaria de una política nacional” (Capítulo I, Primera Parte). Para la línea de la Patria Grande, se coloca el acento en la grandeza nacional. En cambio, para el bando de la Patria Chica, lo más relevante es la “institucionalidad”, que deriva de sus prejuicios ideológicos. Jauretche indica ejemplos históricos de cada uno de los sectores.
Por un lado, el ejército de la Independencia defendía los principios territoriales de la Patria Grande. En la vereda opuesta, los directoriales y unitarios fueron manifestación contundente de la Patria Chica y provocaron las diversas disgregaciones del Virreinato del Río de la Plata. El levantamiento del general Lavalle contra el gobernador bonaerense, Manuel Dorrego, expresa el alejamiento del ejército independentista de la política nacional de la Patria Grande.
El papel de Rosas en la proyección argentina hacia el Sur
Entiende Jauretche que, con la conformación del Ejército de la Confederación Argentina, se retoma la política nacional de la Patria Grande. El surgimiento de Juan Manuel de Rosas, como caudillo federal de la Provincia de Buenos Aires, marca el momento de la restauración de la línea patriótica.
Jauretche explica que en Buenos Aires no sólo se manifestaron, en su momento, los elementos antinacionales de la Patria Chica -directoriales y unitarios-, sino que también en la misma capital porteña, se generó el movimiento que forjó la unidad nacional y salvó al país de una, todavía, mayor disgregación:
“La Patria Grande resurge por la aparición en Buenos Aires de una tendencia opuesta a los directoriales y unitarios, cuya expresión política es Rosas…El país se salva de la
disgregación total porque en el Buenos Aires de los agiotistas, los especuladores y los ideólogos surge de una nueva fuerza afirmada en intereses económicos propios, de carácter nacional, de hombres realistas, de pocos libros, pero buenos, de muchas meditaciones, y cuyo espíritu de conservación está ligado a la perduración del viejo virreinato, coincidiendo con el resto del litoral y con el interior en la elemental demanda de una política de fronteras. En Buenos Aires, Rosas y sus hombres representan intereses permanentes…” (Capítulo II, Primera parte).
En este punto, consideramos pertinente agregar unos datos adicionales y recordar que el Restaurador tuvo el mérito, en la misma lógica de la valoración territorial, de promover la proyección sureña de la Argentina. Una vez consolidada la unidad nacional en las provincias históricas de la Argentina, don Juan Manuel de Rosas decidió avanzar hacia el Sur para asegurar la soberanía nacional sobre un área heredada de los españoles.
Hacia finales de 1832 era el momento justo para apuntar al gran objetivo que había sido postergado por las urgencias de la guerra civil. Rosas finalizó su primer mandato como gobernador de la Provincia de Buenos Aires habiendo logrado que todas las provincias argentinas adhirieran al Pacto Federal de enero de 1831. Rosas unió la tierra de los argentinos con base al “triángulo” que formaban el Norte, Cuyo y el Litoral. Así las cosas, la expedición a la Patagonia, significaba el inicio de la ocupación de un nuevo “triángulo”, -junto a la Antártida y las islas del Atlántico Sur-, que la patria de los argentinos debe aspirar a controlar por legítimos derechos.
El destino de la Argentina era -y es- avanzar hacia el sur. Esa vocación sureña era muy fuerte en el pensamiento de Rosas y por ello lo hizo acción cuando decidió marchar para ocupar la Patagonia en 1833. En los años anteriores, el gobierno de Buenos Aires había fortalecido la presencia argentina en las islas Malvinas, creando la Comandancia política y militar, el 10 de junio de 1829. El mismo Juan Manuel de Rosas, en su calidad de gobernador bonaerense, había dispuesto volver a poblar Puerto Soledad hacia mediados de 1832 y en septiembre del mismo año, nombró al sargento Mestivier, como comandante político y militar de las islas Malvinas.
En medio de enormes dificultades, la Argentina fortalecía su aspiración meridional. Pero Inglaterra, el enemigo histórico, no se quedó quieto. Justamente, -y no de modo casual-, cuando se empezaba a emprender la ocupación efectiva de nuestra Patagonia, los ingleses invadieron otro sector de nuestro “triángulo sur” y ocuparon las islas Malvinas en enero de 1833. Aquí también es preciso recordar a Jauretche, cuando nos alecciona diciendo que “toda la clave de nuestra historia está en este hecho, permanentemente nuestra lucha no ha sido otra cosa que nuestra resistencia a subordinarnos a la política inglesa…” (Capítulo IV, Primera parte).
Patagonia y Antártida: enseñanzas de Jauretche
En “Ejército y Política”, Jauretche nos invita a pensar en la importancia de lo territorial. Nos enseña que para fortalecer la Patria Grande es preciso engrandecerla. La vocación argentina es la marcha hacia el Sur, como se ha mencionado con anterioridad.
En el capítulo III, de la Segunda Parte, el autor le dedica un apartado a la Patagonia, zon que entendía que necesitaba seguir siendo nacionalizada porque era la más vulnerable del país, debido a que era la región más ajena a la tradición y formación nacionales (ciertos brotes secesionistas, que surgieron en los últimos meses, nos demuestran que todavía es preciso seguir la faena).
En la misma sección, Arturo Jauretche menciona la importancia de las FFAA. en la “sacrificada tarea del dominio de la Antártida Argentina”. Patagonia, Malvinas y Antártida, los tres lados del triángulo Sur de la Patria, aparecen pensados en “Ejército y Política”. Por último, y ya que hablamos de la Antártida, nos parece oportuno destacar que Jauretche manifestaba (Capítulo IV, Primera parte) que los estadounidenses tenían una ventaja sobre los argentinos: conocer mejor a los ingleses.
Esa característica les permitía no dejarse engañar por sus maniobras. Enormes han sido los daños que la habilidad diabólica de los ingleses le ha causado a la Argentina. En las últimas semanas, el tema de la Antártida estuvo sobre el tapete. Autoridades y medios de comunicación ingleses han hecho circular la noticia de que los rusos habrían descubierto enormes reservas de petróleo y gas en zona que los británicos consideran su territorio (en nuestra Antártida Argentina).
Es fundamental desentrañar las motivaciones que el Reino Unido ha tenido para instalar este asunto que, en rigor de verdad, no es realmente novedoso. Es probable que tenga que ver con una jugada para avivar el conflicto con la Federación Rusa en otro lugar del mundo y seguir montando la imagen de una Rusia imperialista y enemiga de la paz mundial (“el muerto se ríe del degollado”).
La relevancia de la Antártida se incrementará en los próximos años debido a la confirmación, cada vez más evidente, de la existencia de grandes recursos y de la cercanía temporal de la posibilidad de revisar, en 2048, el Protocolo al Tratado Antártico sobre protección del medio ambiente, que prohíbe, en su artículo 7°, “cualquier actividad relacionada con los recursos minerales, salvo la investigación científica”.
Argentina, Chile e Inglaterra tenemos reclamos de soberanía superpuestos parcialmente. En este trascendental asunto, debemos seguir las advertencias de don Arturo y cuidarnos de los engaños y las prácticas divisionistas de los ingleses que buscan perjudicarnos y favorecer sus intereses. Debemos estar persuadidos de que el enemigo de la aspiración antártica argentina no está del otro lado de la Cordillera de los Andes, ni que tampoco es cierto que entre los otros Estados mencionados haya una alianza.
Al contrario, somos los argentinos los que podemos y debemos tener en Chile a un aliado con el que ya hemos tenido reconocimiento recíproco de soberanía antártica en los sectores no superpuestos de nuestros reclamos, a través de declaraciones firmadas por ambas cancillerías en 1941, 1947 y 1948.
El verdadero enemigo que pretende quedarse con nuestra Antártida y los inmensos recursos ahí alojados, está ocupando nuestras islas Malvinas e islas del Atlántico Sur. El enemigo utiliza cualquier subterfugio para debilitar nuestra posición. No caigamos en sus artimañas que pretenden dividirnos. Argentina y Chile deben mantener la estrecha cooperación que vienen manteniendo en el continente blanco desde el siglo pasado y consolidar una política coordinada y conjunta para enfrentar las pretensiones británicas.
Es fundamental excluir de la “Antártida Sudamericana”, -así es nombrado el territorio en los documentos argentino- chilenos antes referidos y de la que tanto hablaba el general Leal, un gran hombre del Ejército argentino-, a toda potencia ajena a nuestra región.
En definitiva, el gran desafío geopolítico de la Argentina para el presente siglo, es asegurar su triángulo Sur, a saber: fortalecer la soberanía sobre la Patagonia, recuperar el control efectivo de las Islas Malvinas e islas del Atlántico Sur y confirmar la soberanía sobre el sector antártico, cuando llegue el momento de hacerlo.
En toda esta tarea le corresponde un rol fundamental a nuestras Fuerzas Armadas y, en particular, a nuestro Ejército, con el que el Movimiento Nacional debe restablecer un vínculo profundo, dejando atrás, definitivamente, los divorcios del pasado. El bien de la Patria y del pueblo así lo requiere. Que así sea.
*Docente; magíster en Derecho del Trabajo. Autor de los libros: Haciendo Justicia Juntos, General Jorge Leal: Héroe del Polo Sur y prócer de la Patria Grande y de ¿Cómo se gestó el peronismo?, Dios, Patria y Justicia Social.