Por Lucas Schaerer
“Sabe que la lucha es cruel y es mucha pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina” nos dejó escrito Enrique Discépolo en el tango Uno. Esa fe y lucha se respiró muy temprano en las calles del microcentro porteño este histórico miércoles 24 de enero. Antes del acto y el paro hubo diversas expresiones de lucha espiritual, en la calle o por escrito. En su mayoría militantes y católicos, aunque había de otras confesiones.
Efectivamente, uno de los referentes de Misioneros de Francisco, grupo de laicos nacido por cariño hacia al Papa argentino y por militancia, es Esteban Castro, más conocido por su apodo que nombre. Alejado de la conducción del sindicato de la Economía Popular (conocida su sigla UTEP), desde hace un tiempo peregrina e impulsa otros grupos peregrinos en la periferia del conurbano bonaerense. Llegaron laicos peregrinos, en andas con las imágenes de la Virgen y su fiel cuidador, el Negro Manuel, desde Luján, Moreno, Malvinas Argentinas, Escobar, a la Catedral Metropolitana, frente a Plaza de Mayo.
La jerarquía del clero porteño, su arzobispo Jorge García Cuerva y el vicario general Gustavo Carrara, estaban enterados que iban a participar de la misa con el corazón puesto en el acto y paro para impedir la aprobación del megaDNU y la Ley Ómnibus impulsadas por el presidente Javier Milei.
En su mayoría militantes y católicos, aunque había de otras confesiones. Entre ellos el pastor evangélico, Diego Mendieta, integrante de la Pastoral Social Evangélica, y Alejandro Salomón, musulmán, con merendero en Villa Madero, la Matanza.
La policía se puso nerviosa al verlos en la entrada de la Catedral. Es un templo donde existe más acercamiento de tours para turistas extranjeros que pueblo. Muchos años la Catedral estuvo rodeada de vallas que bloquearon la cercanía con los más necesitados que se organizan y se movilizan a la Plaza de Mayo. Ya las vallas fueron retiradas. Este fue el primer gesto de la nueva conducción del arzobispado porteño.
Antes de partir a la Plaza del Congreso, al acto convocado por los sindicatos unidos en la CGT, CTA’s, UTEP, delante del altar, todos los grupos de peregrinos, parados, se pusieron en presencia de Dios y rezaron. Había cinco imágenes de la Virgen gaucha con sus altares móviles y uno de Manuel, el fiel cuidador de la Virgen de Luján sostenido por Tamara, de la Pastoral Afro y militante sindical.
“Vamos hacer un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria. Luego nos vamos para el acto”. Palabras de Rosalía, una referente de los peregrinos de Malvinas Argentinas, que hace un año empezaron a caminar una vez por semana y luego lo extendieron a tres días para visitar hospitales, centros de salud, geriátricos, como casas particulares o comercios de los distintos barrios en su localidad. Luego de los rezos se cantó acapella el Himno Nacional. La emoción se expresó en la piel. Los turistas celulares en mano registraron.
El pastor evangélico se abrazó al musulmán en la entrada de la Catedral y pidieron una foto que sea prueba de la fraternidad con los referentes de Misioneros de Francisco, entre ellos el secretario de Culto de UTEP, Lucas Pedró. Los evangélicos no peregrinaron. Sí marcharon con la “Mesa Ecuménica” donde incluyen a curas de las barriadas populares y villas pregonando el siguiente proverbio: “Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra. Pero cuando los perversos están en el poder, el pueblo gime”.
La peregrinación desde Plaza de Mayo hacia el Congreso Nacional inundó de fe. Había unas 200 mil personas. Entonces las reacciones ante la iglesia en salida fueron diversas. Algunos que miraron sin entender porque unas personas cargan altares con imágenes de fe, otros que se acercaron a tocar a la Virgen y agradecer a los peregrinos por su presencia en el reclamo. Inclusive se acercaron con lágrimas en los ojos.
Hasta el cruce con avenida 9 de julio los peregrinos fueron por la vereda. Luego por la calle. Era tanta gente que no tenía sentido el protocolo de seguridad impulsado por Patriacia Bullrich. En su mayoría militantes y católicos, aunque había de otras confesiones.
Una mujer, seguramente evangélica, empezó a gritar: “No a las estatuas”. Terminaron de pasar los peregrinos y luego esa misma mujer que gritaba enojada se acercó junto con un grupo de mujeres, todas ellas bolivianas, a tocar a la imagen de la madre de Jesús.
Fue el sacerdote franciscano, Rodolfo Viano, que llegó al acto de CGT en el tren Sarmiento desde Merlo, quien dejó aportó una reflexión que une fe y política: “el Dios que creemos se hizo concreto. Es un Dios que se encarno en Jesucristo. Y él que mostró el rostro de Dios se puso del lado de los pobres, del lado de la justicia social, ambiental, por eso tiene mucho que ver la religión cristiana con el compromiso político y social”.
Agregó que “en nuestro país y en el mundo entero ocurre algo así como una lucha de dioses. Porque no alcanza en decir que creo en Dios. Debemos aclarar en que Dios creemos. Porque muchas veces en el Dios que terminamos creyendo es un Dios creado a imagen y semejanza de intereses egoístas y que deshumanizan al ser humano”.
Desde el escenario tanto el documento leído como las intervenciones de los dirigentes sindicales no hicieron ninguna referencia a la fe. Sí entre la gente de a pie. No sólo por las imágenes de la Virgen en andas, o la presencia de laicos y religiosos, también con el arte. Se vio unos títeres enormes. Uno que representaba al Tío Sam y otro al diablo. Ambos abrazados y en el medio más chiquito sostenía a una imagen del presidente Milei. Pero antes del acto y el paro hubo diversas expresiones de lucha espiritual, sea en la calle o por escrito.
Fue en la provincia de Córdoba, el pasado 9 de enero, que hubo una movilización por recortes salariales a trabajadores estatales provinciales. Ellos terminaron ante la Catedral local. En la explanada fueron recibidos por el sacerdote a cargo de la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Social.
El cura Munir Bracco no sólo brindó la bendición a los trabajadores movilizados también les leyó un documento: “Atravesamos momentos críticos, muy difíciles en nuestra patria. ¡Lo sabemos y sufrimos! Hoy lo imploramos con fuerza y con esperanza: que no nos falte el trabajo, porque necesitamos y queremos trabajar con honestidad y hacer nuestro mejor esfuerzo para vivir con dignidad y para forjar una sociedad mejor, una patria de hermanos”. El poder y los trabajadores saben que la bendición a esta lucha ocurrió por la aceptación del nuevo cardenal y arzobispo de Córdoba, el jesuita Ángel Rossi.
También se expresaron pastorales sociales, como ocurrió en la diócesis de San Martín-Tres de Febrero o Quilmes, en el conurbano bonaerense. “Como bautizados tenemos la misión profética de señalar las preocupaciones del pueblo de Dios sobre la realidad que nos aqueja, pero también como ciudadanos y creyentes, respecto de las decisiones del Poder Ejecutivo”, escribieron y divulgaron desde San Martín apelando a los que “detentan cargos de decisión política dentro de los distintos poderes, a nivel nacional, provincial y local, para que tengan ‘un oído en el pueblo’”. En similares términos se definieron en la diócesis al sur del conurbano, que encabeza el obispo Carlos “Cacho” Tiserra a su vez presidente de Cáritas Argentina, uno de los entes de la iglesia católica con mayor presencia en la caridad hacia los más pobres.
Por otro lado, fue el director de culto de la provincia de Buenos Aires, Juano Torreiro, integrante del partido Patria Grande, quien impulsó y difundió un documento previo al acto de las centrales sindicales al que se sumaron “Cristianos para el Tercer Milenio” y Misioneros de Francisco. “Con las fuerzas del pueblo” se titula el documento, en juego de palabras con la frase pregonada por Milei “las fuerzas del cielo”, donde explicaron que con las enseñanzas del Papa Francisco, en su carta por el Bicentenario de la independencia de nuestra Argentina, “somos hijos de una madre patria y uno no puede vender a su madre. Es por eso que cristianos y argentinos adherimos y acompañamos el paro y movilización, porque como indican los signos de nuestros tiempos, debemos una vez más, como pueblo de Dios que camina en la historia, gritar desde las entrañas: La patria no se vende”, escribió Torreiro que llegó a política desde su experiencia en Acción Católica de Avellaneda donde forjó su militancia política junto al intendente local, Jorge Ferraresi.
Uno de los secretarios generales más activos de la CGT me contó un dato histórico. La primera huelga de trabajadores en occidente que se tiene registro. Poco se sabe o recuerda que fue el 14 de noviembre de 1152 antes de Cristo. Ocurrió durante el reinado de Ramsés III gracias a 60 artesanos que se negaron a realizar su trabajo en el Valle de los Reyes. El relato de la primera huelga se encontró en un papiro resguardado en el Museo Egipcio de Turín en Italia. Allí se cuenta que, sin ropa, comida, y agua marcharon hasta los muros de la necrópolis.
La historia no nace cuando nosotros llegamos ni termina cuando partimos. Una reflexión reiterada por el argentino líder de un nuevo humanismo, Jorge Mario Bergoglio.
29/1/2024