*Por Gustavo Ramírez
No fue sólo el paro nacional general. La trascendencia de la medida de fuerza impactó directamente en el plano político. Sobre todo porque plasmó la madurez y la inteligencia del Movimiento Obrero para dar como discusión secundaria la divergencia interna para garantizar el el éxito de la medida. Las operaciones mediáticas, previas a la jornada histórica de éste 25 de septiembre, no pudieron sellar el quiebre que ciertos periodistas, sin conocimiento gremial, daban por hecho como augurio del deseo oficial.
Tanto desde la CGT, como del Frente Sindical Para el Modelo Nacional y las CTA se subrayó el rol de los trabajadores en esta medida. La consciencia social de la clase trabajadora suele ser subestimada por aquellos que apuntalan el anti-sindicalismo, por derecha y por izquierda. Las organizaciones sindicales peronistas, en nuestro país, cuentan con la legitimidad de sus bases y son las que han impulsado, históricamente, la resistencia a los gobiernos neoliberales y anti-populares en Argentina.
La violencia del gobierno no logró amedrentar a los trabajadores. Tampoco la campaña de terror que intentan imponer con la macabra utilización de operaciones que llevan el sello de los servicios. Durante la jornada del martes, Roberto Baradel, Secretario General de SUTEBA, denunció que él y sus hijos fueron amenazados nuevamente. Patrica Bullrich, en tal sentido, alimentó desde horas tempranas acciones represivas y coercitivas que describen la naturaleza anti-democrática del gobierno del que es parte. No es nuevo, pero sí lamentable. Sobre todo para una persona que tiene la historia, su historia, manchada con sangre, sangre de trabajadores.
Al Gobierno, que se regodea de enamoramientos ficticios en Nueva York, el paro general le dolió como nunca en este proceso. La contundencia del mismo es irrefutable y representa un revés socio-político importante para lo que Macri quiere venderle al mundo de la finanzas y a sus amos del FMI. La respuesta popular ante la crisis económica se manifestó con firmeza en los últimos dos días y el Movimiento Obrero se prepara para profundizar la lucha ante la perspectiva de la continuidad del modelo. Claro que el paro no fue la resultante de una ecuación lineal. Fue el resultado de diversos planes de lucha que se produjeron desde distintos ámbitos del universo sindical.
El paro dejó dos ejes centrales tras el diagnóstico unánime sobre la identidad del enemigo de la clase trabajadora. Por un lado el campo sindical marcha hacia la consolidación de la unidad necesaria. La CGT experimentará cambios importante en el futuro cercano tal como los anticipó Juan Carlos Schmid. Recordemos que el dirigente sindical reiteró que el 25 de septiembre marcó el fin de un ciclo. Lo cual obliga a pensar que habrá modificaciones en el mapa sindical. Del mismo modo, la acción conjunta y el reconocimiento mutuo de los diversos espacios gremiales, enviaron un claro mensaje al campo político que nuclea a los sectores opositores. Se terminó el tiempo de la especulación y urge que se comiencen a desarrollar instancias de definiciones. En esos términos cabe señalar que los dirigentes sindicales han comenzado a reunirse con distintos referentes políticos, pero la exigencia pasa por comprender que el problema actual es político.
Cabe destacar la importancia de los Movimiento Sociales en el desarrollo de las acciones conjuntas de las últimas jornadas. Los trabajadores de la economía popular revogorizaron parte de la lucha del campo sindical en una alianza que superó lo estratégico para convertirse en una fusión ontológica. La expansión de dicha fuerza dinamizó la fortaleza del conjunto del sindicalismo para incluir una nueva identidad social de los trabajadores en era posmoderna. El neoliberalismo no está cómodo en Argentina, aunque avance veloz con sus proyectos de devastación social. Es cierto que el paro no significa por sí un triunfo de clase trabajadora pero implica un profundo golpe a las ambiciones de un gobierno que se quedó sin margen y sin argumentación social.
El otro logro del paro es la demostración efectiva, de que el mismo, demanda el alineamiento de las diversas expresiones sindicales en una construcción constitutiva y contenedora. No se produce un paro de esta magnitud de la noche a la mañana y sin un esfuerzo colectivo. Hay un antes y un después de éste 25 de septiembre, sobre todo para un gobierno que pretende domesticar a la clase trabajadora hostigándola permantemente. Hoy Macri perdió más que su imagen, al entregar su “amor” a Lagarde, definió el destino de su gestión, el pueblo trabajador hará tronar el escarmiento.
*Director Periodístico de AGN Prensa Sindical
Periodista: Palabra Sindical / Puerto Base / La Señal Medios/ Radio Gráfica