Por Gustavo Ramirez
El Movimiento Obrero organizado puso de relieve, en las últimas horas, en el marco de la conmemoración del 70° aniversario del paso a la inmortalidad de Evita, que primero está la Patria. Esta conceptualización imbrica la unidad de acción y concepción con las y los trabajadores de la economía popular. Lo cual, al mismo tiempo, representa pensar al desarrollo y a la producción en términos nacionales.
Lejos de las campañas anti-sindicales que se recrudecen por derecha y por izquierda cuando las organizaciones sindicales vuelven a dar cuenta de la importancia que tiene la construcción de poder desde la periferia al centro, lo que se evidenció en estos días es la urgente necesidad de recuperar un programa peronista hacia adentro y fuera del Frente de Todos. Una vez más, la clase trabajadora, las organizaciones libres del pueblo, muestran madurez para dar cuenta del presente expresando, al mismo tiempo, la necesidad de superar el estadio de respuestas coyunturales y consagrar un programa con políticas de fondo.
En tal sentido, para la CGT y las organizaciones que la conforman, Perón y Evita no encarnan un remedo de recuerdos felices, sino que son los líderes del proceso revolucionario que empoderó a la clase trabajadora. Ese “empoderamiento” no tiene que ver con políticas de derrame o de asistencia social, sino con un factor de poder esencial para el sostén de la lucha por la liberación nacional y la concreción de la Justicia Social.
Efectivamente, Evita no encarna la figura mítica que la reduce a un círculo de manifestaciones emotivas. Ella es la demostración cabal de ascenso del pueblo en la discusión política pública y en la construcción del poder social de las clases populares. En la gestión, bajo la conducción de Perón, ejecutó políticas que se desprendieron de la voracidad subsidiaria del liberalismo para dar cuenta que la organización promovida desde el trabajo es en realidad el valor sustentador de la revolución que el peronismo llevó adelante.
Eva, además, encarnó la cultura del pueblo con la bravura de la ética comunitaria. En el presente, aún con los vaivenes de su propia dinámica, el Movimiento Obrero organizado, sostiene esa encarnadura y la replica en un contexto donde la conciencia nacional parece estar diluida en terreno pantanoso del globalismo civilizatorio. En esta coyuntura el frente político no pude continuar dándose el lujo extravagante de prescindir de los cuadros sindicales y de los movimientos populares a la hora de confeccionar políticas ejecutivas.
La experiencia de las organizaciones sindicales y la de los movimientos populares, otorga un aditamento sensible a la puja social distributiva, por ejemplo. No ya por la conformación de un programa nacional, que en el caso de la clase trabajadora organizada por ejemplo, es el programa de Perón. Sino porque diariamente este programa es aplicado para dar marco a la resolución de conflictos en cada uno de los ámbitos de aplicación. En el caso de los movimientos populares la respuesta está en conformación de programas que permitan superar la crisis con trabajo pero también con lazos de integración social. En ambos casos la conciencia, además de ser nacional, es ampliamente solidaria, algo de lo que a la larga adolece el campo político.
El progresismo mediático, encarnado en empresas del multimedios reproductoras del estatuto del coloniaje, suele prescindir de los elementos profundos que constituyen el núcleo estructurante de la noción revolucionaria del movimiento de trabajadores argentinos, situando a la clase trabajadora en su conjunto en la semiología de la barbarie. No conciben que las y los trabajadores disputen espacios de poder y construyan su propio sentido social por fuera de la dinámica del estadio dominante. Pero estos medios no operan de manera aislada, sino que son funcionales a las políticas demolibrales que se han apoderado de las estructuras del movimiento nacional.
Para estos sectores, reaccionarios por izquierda, es mucho más cómodo reducir las fuerzas sociales del movimiento de trabajadores a los círculos del lumpenaje. De esta manera asistimos a permanentes operaciones para desvalorizar las acciones sindicales que no solos se restringen al plano de la reivindicaciones salariales. En la actualidad gran porcentaje del conjunto social ignora que existen organizaciones sindicales que dan de comer a ciento de miles de compatriotas en situación de pobreza extrema y que despliegan territorialmente redes de solidaridad social en los espacio comunitarios.
Por ello se buscó ostensiblemente, desde los segmentos señalados, vaciar de contenido político a la marcha del 17 de agosto, del mismo modo que se lo hizo con el 26 de julio que casi no apareció en la agenda política mediatizada. En tal sentido adquiere un valor político de peso el contenido del discurso de Héctor Daer, el último martes en la CGT, donde resignificó el significante “Primero la patria”, identificando de manera efectiva a los promotores de la desestabilización social, política y económica de la actualidad. Lo mismo hizo en el acto de la “Marcha de la Antorchas”, Pablo Moyano cuando apuntó contra las maniobras oligárquicas que pretenden horadar al gobierno nacional.
La conciencia social nacional se explicitó también en el discurso del titular de la FeMPINRA, Juan Carlos Schmid, el último lunes cuando el Sindicato del Personal de Dragado y Balizamiento, inauguró el mural, “Evita iluminada”. Es que el Movimiento Obrero y los Movimientos Populares dotan al campo político de sujeto histórico. La retórica política no alcanza para abarcar al dimensión social habitada por trabajadores y trabajadoras pobres y humildes, ocupados y desocupados.
En las últimas horas, la diputada bonaerense por el Frente de Todos, Patricia Cubría en el programa La Periferia nos aseguró que en necesario “llenar a la política de pueblo”. Con anterioridad, el Secretario General del Sindicato de Obreros Curtidores, Walter Correa, expresó de esta situación “se sale con peronismo”. Ambas apreciaciones evidencia cuál es el rumbo que debe determinar la coalición gobernante para salir del atolladero actual.
Primero la Patria es sinónimo de Primero el Pueblo. El pueblo son los hombres y mujeres que producen la riqueza que otros expropian. El pueblo es el que pone el lomo para pagar la crisis. El pueblo es el que se empobrece mientras la oligarquía se adueña de la vacas y de la renta industrial. El pueblo es el que banca al gobierno nacional. El pueblo es el que sostiene la unidad del Frente de Todos. El pueblo es la Patria y eso es lo que el Movimiento Obrero y los Movimientos Populares reafirman cotidianamente en su acción tal cual lo hizo Evita.
28/7/2022