*Por Guadi Calvo
El monumental desequilibrio que generó la abrupta retirada norteamericana de Afganistán, tras veinte años de una guerra, en la que además de ser derrotado, confirmó la legitimidad del Talibán, poniendo en riesgo la vida de casi 40 millones de afganos.
El movimiento Talibán, que ha demostrado desde el 2001, ser una organización perfectamente preparada para la guerra; prácticamente invencibles, en su tipo de guerra y en su territorio, también está demostrado desde la toma de Kabul, el quince de agosto del 2021, que carece de aptitud para organizar un estado Más en país, que desde la Revolución Saur de 1978 y en los 45 años siguientes, se han sucedido, guerras ininterrumpidamente. (La de la Unión Soviética, contra las guerrillas muyahidines, apoyadas por un gigantesco espectro de naciones encabezadas por los Estados Unidos, (1979-1994); la guerra civil entre, el ya constituido, Talibán, acompañado por al- Qaeda, contra la Alianza del Norte, liderada por Ahmad Shāh Mas, y un oscuro grupo de señores de la guerra (1992-2001); y la librada desde el 2001 contra los Estados Unidos, que si bien terminó en el 2021, la presencia del capítulo del Daesh, para Asía Central, conocido como Daesh Khorasan, sigue perturbando diversas regiones del país).
Además, de ese sino, para nada menor, las limitaciones que generan el fundamentalismo religioso de los Mullahs, sumadas a cuestiones, étnicas, tribales y sectarias; a una economía prácticamente medieval, con solo dos industrias destacables, la elaboración del opio (ilegal) y a consecuencia de esta, una importante producción de miel, conforma un conjunto de factores que hacen imposible que ese país, puede aspirar a constituirse en un verdadero estado. A lo que se le suman catástrofes naturales, el terremoto del pasado siete de octubre, que dejó al menos 3500 muertos, en la provincia de Herat.
La urgente y desordenada huida a norteamericana, dejó varados a muchos colaboracionistas, que, tras años de servilismo con el invasor, hoy su integridad física, su libertad e incluso sus vidas, se encuentran apuntadas por el espíritu de venganza de los talibanes.
Muchos de estos colaboracionistas, se han debido sumar, a los más de setenta mil compatriotas, que después de abril del 2021, buscaron refugio en Pakistán, huyendo del nuevo gobierno de los mullahs. Una corriente migratoria frecuente a lo largo de la historia, según la situación interna de Afganistán. Ambos países, una frontera, de casi tres mil kilómetros, conocida como la “línea Durand”, en honor al funcionario británico, Henry Mortimer Durand, que la trazó en 1893.
Dada las características montañosas de esa frontera, y el escaso control de esta línea, ha permitido el tránsito permanente e irregular, de un lado hacia el otro, que, en verdad, desde siempre han sido una misma nación, partida por el grosero diseño del colonialismo.
Varias de las etnias de un país replican en el otro, que no solo están unidos por lazos religiosos, familiares, culturales, sino que enmarcados en un mismo origen etnolingüístico, como los baluchis, tayikos, uzbekos, o pashtún, estos últimos con casi el 16 por ciento de la población pakistaní, (25.6 millones) sobre los 230 millones de la población total y que se constituyen en Afganistán, en el 42 por ciento, de los cuarenta millones, unos doce millones y medio.
Esta realidad geográfica y humana es la que ha impedido controlar esa línea fronteriza, por lo que, según el momento, se ha contrabandeado de un lado hacia otro, desde mercancías comunes, hasta droga y armas. Por lo que a lo largo de estas últimas cuatro décadas y medias, el flujo de personas, particularmente desde Afganistán hacia Pakistán, también se ha constituido en una corriente indetenible, por parte de desplazados por causa de las guerras constantes.
Según el momento histórico, solo los refugiados, legalmente registrados, alcanzaron los casi siete millones, durante la guerra antisoviética, aunque se estima que los indocumentados podrían haber significado otros tres o cuatro millones. Estas cifras comenzaron a descender abruptamente, a partir de 2002, tras la invasión norteamericana y la retirada táctica de los talibanes de Kabul y las principales ciudades afganas.
Aunque el número de refugiados legales en territorio pakistaní nunca bajó de los tres millones. Si bien la mayoría de estos desplazados, habían sido relocalizados a lo largo de los años en campamentos establecidos en cercanías de las fronteras, con financiamiento internacional, después de obscuras redadas en las grandes ciudades de Pakistán, donde se habían asentado mayoritariamente.
Los diferentes gobiernos de Islamabad, en prevención de la infiltración de combatientes del talibán y al-Qaeda, y más cuando comenzaron a reactivarse y crearse nuevos grupos terroristas locales, el más activo y conocido el Tehrik-e-Talibán Pakistan (Movimiento de los Talibanes Pakistaníes o TTP) fundado en 2007, que, si bien niegan cualquier vinculación con sus homónimos del norte, es bastante improbable, que, hasta agosto del 2021, no hayan tenido vínculo alguno.
El fin de las visitas
Entre los cambios que se produjeron en Pakistán, tras el golpe contra el Primer Ministro Imran Khan, en abril del 2022, que había sido muy tolerante con la inmigración afgana, el régimen impuesto, por la embajada norteamericana, ha comenzado la persecución de los afganos que residen de manera irregular, en Pakistán, emplazándolos a regresar a su país, lo que, para muchos, será una condena a muerte, apenas sean detectados por el talibán.
El martes tres de octubre, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Pakistán, informó, que todos aquellos extranjeros, que no cuenten con su documentación en orden, deberán retornar voluntariamente a sus países antes del 31 de octubre, para evitar ser deportados de manera forzada, después de esa fecha. Lo que, apunta esencialmente a los cerca de dos millones de afganos, que se encuentran de manera irregular, de un total cercano a los seis millones, que viven en el país.
Frente a las protestas de diferentes sectores locales e internacionales por la toma de semejante resolución, el vocero ministerial, aclaró que la decisión: “no estaba dirigida únicamente a los afganos” y que los extranjeros viven en el país con sus papeles en orden, no deberán preocuparse. Mientras, desde Kabul, en una comunicación oficial, se criticó el anuncio de Islamabad, catalogados como inaceptable y exigiendo que Islamabad, revea su la decisión.
Si bien desde hace años, las expulsiones de afganos indocumentados, es una práctica cotidiana, una operación masiva, como la que se ha puesto en marcha este miércoles primero de noviembre, para la crítica situación económica y social que vive Afganistán, con la repentina llegada de cientos de miles de expatriados, hundiría todavía más las inexistentes finanzas de los Mullahs, que a más de dos años en el poder no han conseguido un solo número positivo.
La medida, solo había conseguido, desde su anuncio, que, hasta el fin de octubre, el retorno voluntario a su país fuera de unos 200 mil afganos, la mayoría lo hicieron cruzado por el paso de Torkham, en el noroeste de Pakistán, donde otros miles esperan poder cruzar.
Esta campaña de expulsión, que se ha lanzado prácticamente puerta por puerta en búsqueda de indocumentados, tiene también mucho que ver con las cada vez más frecuentes acciones TTP, que se conoce, cuenta con bases en el sur afgano, desde donde cruzan con frecuencia para golpear objetivos pakistaníes y regresar rápidamente a sus lugares, invirtiendo una ecuación que el Talibán afgano ejecutó por años.
El mes pasado, atentados contra diferentes mezquitas en las regiones de Baluchistán y Khyber Pakhtunkhwa, las dos fronterizas con Afganistán, mataron a casi sesenta personas, mientras que, en julio, un atacante suicida en un mitin político mató a 44 personas (Ver Pakistán, la brasa constante).
Mientras se conoció que, en el marco del nuevo contexto, en la ciudad portuaria de Karachi, sobre el mar arábigo en el sur del país, cómo también en Quetta, la capital provincial de Baluchistán, donde residen importantes núcleos de inmigrantes y refugiados afganos, han sido detenidos, algunos con sus documentos en orden. Pesé a la censura informativa, se han conocido versiones acerca de malos tratos, golpes. Incluso se conoció que algunos de los detenidos, habrían nacido en Pakistán, de padres afganos, por lo que de todos modos serán deportados, aunque puedan acreditar décadas de residencia en Pakistán, habiendo conformado su vida en el país, de donde serán expulsados en poco tiempo, sin tener familiares, contactos, ni recursos en Afganistán.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
3/11/2023