Nueva etapa, nuevo desafío: de la bronca a la esperanza

Por Daniel Capa 

Hay dos conceptos de Milei, dichos en las últimas horas, que son importantísimos: Las elecciones del 26 de octubre son un «momento bisagra en nuestra historia» y «Estamos cerca de tirar a la basura todo lo que hemos logrado». Estas ideas reflejan un panorama que el vocero local de Bessent y Georgieva en la Argentina percibe, aun cuando el esfuerzo estadounidense por salvarlo persista estos días.

Está claro que el 26 de octubre tendrá la calidad de ser elecciones legislativas con carácter de presidenciales. Lo que está en juego es estratégico: la capacidad o no del bloque antinacional de avanzar hacia reformas estructurales contra las mayorías que permitan garantizar tasas de ganancias pornográficas por parte del poder económico. El menú de los voraces incluye, por supuesto, la enajenación de nuestros recursos naturales.

El peronismo está en condiciones de provocar una dura derrota oficialista con impacto en Washington. Lo puede hacer basado en su estrategia de organizar la bronca para que se exprese en las urnas. Pero como lo más importante no es llegar sino mantenerse, deberá profundizar a partir del 27 de octubre el camino para organizar la esperanza.

No alcanzará ya con organizar la bronca. En todo caso, se tratará de organizar la esperanza de los que tienen bronca. Y los que tienen bronca son la mayoría de la sociedad. El 7 de septiembre en Buenos Aires (con incidencia y representación de lo que ocurre en todo el país), más del 52 por ciento de la población dejó en claro que no quiere saber nada con el gobierno de Milei.

El movimiento nacional-popular está compuesto por corrientes políticas que reconocen liderazgos distintos y caminos de construcción diferentes. Será clave, entonces, el debate interno que desemboque en un programa de gobierno, un plan claro de rumbo, un plan de emergencia post-mileísta y resolución democrática de las representaciones electorales futuras.

Necesitamos discutir una agenda de pleno empleo, industrialización, matriz productiva, desendeudamiento, mercado interno vigoroso, exportación de materias primas y valor agregado, movilidad social ascendente, etc. Profundidad y amplitud son condiciones que muy pocas veces fueron de la mano, pero serán indispensables para encarar una etapa de reconstrucción obligada en camino a la construcción de un modelo de inclusión basado en el empleo digno y con derechos.

El movimiento nacional es más grande que el dispositivo electoral articulado para octubre. Y empiezan a surgir referencias hacia donde canalizar debates, construcciones y articulaciones: Axel Kicillof en Buenos Aires, Caren Tepp en Santa Fe, Natalia de la Sota en Córdoba, Ricardo Quintela en el norte argentino y otros en el sur, con fuerza territorial concreta. Sumados, obviamente, a las figuras de Cristina, Massa y Grabois.

También será decisivo el rol de la Confederación General del Trabajo, los Movimientos Sociales, los empresarios Pymes y la Iglesia, en la representación política y en lo programático.

Tiene razón Milei. Esta vez volvió a cantar, pero cantó la justa: el 26 de octubre es la semifinal.

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