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Mozambique: ¿Quién decide la guerra civil?

A pesar de tres meses de impugnaciones y protestas, por lo que se cree fue una estafa electoral, el pasado miércoles quince, Daniel Chapo, del Frente de Libertação de Moçambique (FRELIMO), asumió como nuevo presidente, tras imponerse en las elecciones del nueve de octubre último al Partido Otimista pelo Desenvolvimento de Moçambique (PODEMOS) de Venâncio Mondlane.

La ceremonia del traspaso de poder, del ahora expresidente Filipe Nyusi a su sucesor, se vio opacada por los miles de seguidores de Mondlane que se concentraron en proximidad a la Plaza de la Independencia, en la ciudad de Maputo, para, de alguna manera, impedir la sucesión. Lo que obligó, una vez más, a que las fuerzas de seguridad reprimieran con ferocidad, dejando, según el Centro para la Democracia y el Desarrollo, al menos media docena de muertos y un número indeterminado de heridos.

Con la asunción de Chapo, el FRELIMO se estaría asegurando, por lo menos, cinco años más en el poder, como sucede desde 1975, cuando la antigua guerrilla marxista-leninista, tras once años de guerra revolucionaria, consiguió expulsar a Portugal, la antigua potencia colonial. En los años noventa, el FRELIMO abandonaría su ideario político para reconvertirse a un neoliberalismo salvaje, financiado por el FMI, lo que ha llevado al país a la ruina.

Aunque en esta ocasión el FRELIMO, a pesar de haberse impuesto por más del sesenta y cinco por ciento de los votos a PODEMOS, que consiguió poco más de un veinte por ciento, llega más debilitado que nunca.

Ya no solo por la crisis económica, los altos índices de desocupación y pobreza, y la corrupción crónica, ha permitido el plafón al candidato perdedor para alentar desde el exilio una campaña de violentas protestas en prácticamente todas las ciudades del país, que dejó poco más de trescientos muertos, cerca de setecientos heridos y más de cuatro mil detenidos. (Ver: Mozambique: Demasiado cerca del estallido).

Paradójicamente, tras la importante derrota sufrida por Venâncio Mondlane, un banquero y pastor mediático del Ministerio Divina Esperança, una de las muchas sectas evangélicas de origen brasileño que inundan ese país, su figura creció en popularidad, por lo que la presidencia de Chapo estará marcada por un fuerte control de la oposición.

Mondlane es admirador del presidente norteamericano Donald Trump y seguidor del brasileño Jair Bolsonaro, a quien, en un homenaje público, llamó del fascista que es: “Un hombre de Dios, que da esperanza. Un hombre de familia, de valores, de principios que se solidifican, y eso es una gran esperanza para el Brasil”.

Además, el candidato derrotado es “socio” del partido de extrema derecha portugués Chega (¡Basta!), cuya una de sus principales consignas es “Limpiar Portugal” de inmigrantes, incluidos africanos y mozambiqueños. El líder de Chega, Diogo Amorim, fue el único del espectro político portugués que recibió a Mondlane en su gira a la antigua metrópoli.

Mondlane fue el principal instigador de las protestas contra el gobierno mozambiqueño, aunque lo hizo valerosamente escondido en Johannesburgo, mientras sus partidarios eran masacrados por la policía y escuadrones de la muerte en las calles de su país. Retornado a Mozambique el pasado nueve de enero, diciendo que su vuelta había sido de motu proprio, cuando se sabe que contaba con las garantías, al igual que otros candidatos, tras ser convocados por el presidente saliente Filipe Nyusi.

A su llegada al aeropuerto de Maputo, protagonizó una ficticia ceremonia de asunción presidencial. Además de autoproclamarse el “fiel de la balanza”, que puede decidir que el país marche a una nueva guerra civil. Mondlane dijo haber presentado al nuevo gobierno un plan de veinticinco puntos destinado a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Advirtiendo, Biblia en mano, que, de no cumplir, en noventa días volverá a llamar a las protestas.

Entre esos puntos, reclama una mayor liberalización de la economía y reformas para implementar la separación de poderes del Estado. Además, exige medidas para combatir la pobreza, acceso gratuito al agua potable, la exención de impuestos a productos de la canasta alimenticia, la construcción de viviendas populares, la gratuidad escolar, la suspensión de peajes, además de terminar con la corrupción policial, promover los derechos humanos y una irrestricta libertad de expresión y de prensa.

Respecto a lo que ha dejado la represión, exige detener la ola represiva de inmediato, ya que no se ha detenido desde el pasado veinticinco de octubre, la libertad de todos los detenidos y una compensación en meticales, la moneda mozambiqueña, equivalente a unos tres mil dólares, para quienes hayan perdido a un familiar durante la represión.

De no acceder a sus reclamos, Mondlane promete llamar nuevamente a protestas más intensas, en las que ya advirtió que el pueblo se vengará de los agentes si vuelven a asesinar a un solo ciudadano. Aplicando lo que llamó la ley del talión, por la que, con cada víctima de la policía: “Será vengada automáticamente y de la misma manera”.

Llámenme agitador, llámenme lo que quieran…

“Llámenme agitador, llámenme lo que quieran”, dijo Mondlane, y siguió: “pero el pueblo está siendo asesinado y secuestrado. Así será: ‘la ley del talión, ojo por ojo’”, anunció mientras se autodenomina “presidente electo por el pueblo mozambiqueño” y califica a Chapo, el nuevo mandatario, como “el presidente de los asesinatos, de las fosas comunes y de las detenciones ilegales”. Asentando las bases para que en pocas semanas el país se vea envuelto en una nueva guerra civil.

Nuevamente, Mozambique se encuentra sometida a la violencia política, la que obviamente puede derivar en un enfrentamiento armado de proporciones, teniendo en cuenta que, además de PODEMOS, todavía juega y jugará mucho más fuerte el movimiento de ultraderecha, Resistência Nacional Moçambicana (RENAMO), el grupo paramilitar y de mercenarios, reconvertido más tarde en partido político, que, financiado por la Sudáfrica del apartheid, los Estados Unidos, Rodesia e Israel, entre otros países, libró una guerra civil entre 1977 y 1992 contra el gobierno marxista del presidente Samora Machel, líder del FRELIMO, guerra que dejó cerca de un millón de muertos y concluyó con la firma de los Acuerdos de Roma, el cuatro de octubre de 1992.

Algunos analistas, dado que por varios años Venâncio Mondlane fue el principal vocero de RENAMO, consideran que PODEMOS podría ser una segunda marca de la organización ultraderechista y que haya un acuerdo bajo cuerda entre ambos partidos.

Mondlane, sin duda, a partir de la llegada de Trump a la Casa Blanca, contará con el apoyo del Departamento de Estado, aunque solo para perturbar las muchísimas inversiones europeas y chinas en proyectos de explotación en petróleo, gas y otros minerales, de lo que, a pesar de su pobreza, Mozambique es riquísimo.

Según expertos, particularmente los jóvenes de origen rural, apremiados por las faltas de horizontes, para salir de la miseria, que han llegado a las ciudades en busca de cualquier trabajo, se pueden convertir en carne de cañón para que especuladores como Mondlane, a quien nunca les han importado, puedan utilizarlos en caso de la necesidad de profundizar el conflicto.

Son estos mismos jóvenes los que han protagonizado las protestas de estos últimos meses, que ahora parecen dispuestos a dejarse llevar por un líder carismático, que los conduzca a un nuevo callejón sin salida.

Ya en el norte del país, en la provincia de Cabo Delgado, a partir del olvido de la clase política de las necesidades de los sectores más marginados, a pesar de ser el epicentro de las grandes inversiones de las energéticas como la francesa TotalEnergies, la italiana ENI o la estadounidense ExxonMobil, la khatiba terrorista Wilāyat Wasat Ifriqiya (WWI) (Provincia Islámica de África Central), afiliada al Daesh global, que opera desde 2017, ha conseguido hacer pie, donde está haciendo estragos (Ver: Mozambique, bajo las banderas negras del califato).

A nivel nacional, si bien es cierto que tanto el ejército como la policía fueron moldeados en las guerras anticolonial y civil, no son proclives a incursionar en lo político, por lo que es difícil que desde allí se genere un golpe de Estado. Se conoce que, hacia el interior de ambas fuerzas, tanto el ejército, que apenas cuenta con unos cinco mil efectivos, como la fuerza policial, que suma en total unos cien mil hombres, incluida su élite, la poderosa y temida Unidad de Intervención Rápida, se han mantenido fieles al gobierno.

Se conoce de quiebres hacia el interior de ambos grupos, dado particularmente entre la oficialidad que sigue apoyando al FRELIMO y los suboficiales y tropa, que han sido el brazo ejecutor de la represión. Estos conocen de manera fidedigna lo justo de los reclamos, más allá del oportunismo de Mondlane, que ha sabido sacar muchos beneficios de la situación, con apoyo económico y presión política y mediática. Los estamentos más bajos de ambas fuerzas podrían optar por la guerra civil, para asaltar el poder.

 

 

 

*Escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asía Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

 

 

 

20/1/2025

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