Milei y Caputo repitieron la fórmula: ajuste, fuga de capitales y deuda con el FMI

Por Redacción

El gobierno libertario presenta el superávit fiscal como su principal bandera para diferenciarse de gestiones liberales anteriores. Según un informe reciente del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), esa narrativa deja de lado un dato crucial: al igual que en 2018, la administración debió recurrir al Fondo Monetario Internacional para evitar que el déficit externo y la fuga de capitales hicieran colapsar el plan de estabilización.

Desde el CESO señalaron que “la diferencia con la experiencia de 2018 es que el crédito del fondo permitió reducir la incertidumbre y estabilizar el dólar, aunque a costa de un cambio de régimen cambiario”.

En este marco, el Centro de Estudios sostuvo que el éxito libertario es relativo y el mismo se debe a dos factores:  en primer lugar, a que el ingreso de fondos especulativos internacionales bajo el gobierno de Javier Milei fue mucho menor que durante los primeros años de Mauricio Macri; en segundo lugar, a que la política cambiaria adoptó un carácter más discrecional, con intervenciones indirectas que buscan orientar el mercado, en contraste con la flotación libre e ineficaz de entonces.

Sin embargo, los riesgos persisten. La apreciación cambiaria, el déficit de cuenta corriente y el elevado endeudamiento heredado de la gestión de Luis Caputo siguen alimentando la incertidumbre. A pesar del financiamiento de 12.000 millones de dólares otorgado por el FMI, el riesgo país se mantiene en niveles altos, lo que impide acceder al crédito internacional y pone en duda la sostenibilidad del modelo económico en el mediano plazo.

“El acceso a capitales externos permite mantener una moneda apreciada y sostener la actividad económica, pero ese esquema se desmorona cuando los flujos se interrumpen o revierten”, advirtió   el CESO. En ese contexto, el endeudamiento externo estatal deja de estar vinculado exclusivamente al gasto público y se convierte en una vía para cubrir el rojo externo generado por el propio sector privado. Esa lógica, explicaron, se repitió tanto en 2018 como ahora.

El informe  subraya las similitudes estructurales entre ambos programas: tanto en el gobierno de Macri como en el de Milei, la desregulación cambiaria tuvo un rol central, aunque con diferencias de timing. Mientras el macrismo liberó el mercado de cambios desde el inicio de su gestión, Milei lo hizo en el momento de sellar el acuerdo con el FMI, aunque mantuvo restricciones para las empresas.

En el plano fiscal, las diferencias fueron inversas. En 2018, el ajuste se impuso como condición del Fondo. En cambio, en 2025, el superávit primario fue una conquista temprana del oficialismo, obtenida mediante un ajuste agresivo del gasto público, antes del pedido formal de auxilio. De todos modos, el nuevo acuerdo se enfocó más en refinanciar vencimientos derivados del fuerte endeudamiento contraído entre 2016 y 2018 bajo la gestión Caputo, que en atender desequilibrios fiscales inmediatos.

El esquema económico actual —dólar barato, apertura importadora y reactivación del comercio— redujo el superávit comercial, afectado por el déficit del turismo y el pago de intereses de la deuda. A partir de mediados del año pasado, esa dinámica generó desconfianza sobre la continuidad del régimen cambiario. Según el CESO, los exportadores comenzaron a retener liquidaciones, mientras que crecía la demanda de divisas por parte del sector privado. Todo ello desembocó en la corrida cambiaria de marzo.

“El discurso del gobierno se concentra en los pesos —superávit fiscal, pasivos remunerados, emisión—, pero omite referirse a los dólares, es decir, a la dinámica externa”, expicó  el CESO. En ese sentido, sostener el actual esquema económico con más endeudamiento parece riesgoso para un país sobreendeudado desde la última experiencia especulativa de Caputo.

Si los mercados voluntarios no se reabren antes de 2026, alertaron desde el centro de estudios, el Estado no podrá renovar sus compromisos y se verá forzado a reestructurar su deuda. Esa situación marcaría el final del nuevo experimento libertario, con el mismo desenlace que en el pasado reciente.

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