Milei celebra un rebote económico traccionado por la presión fiscal mientras caen el consumo y la producción

Por Redacción

El Producto Interno Bruto creció 5,8% en el primer trimestre de 2025, pero el dato es engañoso: el principal impulso provino de los impuestos netos de subsidios, no de la actividad productiva. El modelo libertario que encabeza Javier Milei consolidó un patrón de crecimiento desequilibrado, sostenido en la presión fiscal y la apertura comercial, con un Estado que se retira de la economía y un aparato productivo sin reactivación real.

La suba de los impuestos aportó 1,83 puntos porcentuales al crecimiento interanual, con una variación de 10,8%, y se convirtió en el componente de mayor incidencia positiva. En cambio, el sector de “Administración pública y defensa” cayó 1,2% y restó 0,66 puntos al PIB. La contracción del gasto público volvió a reflejar el ajuste que el gobierno impone como eje de su política económica.

El INDEC informó que “la evolución macroeconómica del primer trimestre de 2025 determinó una variación positiva en la oferta global de 13% con respecto al mismo período del año anterior”, pero esa suba se apoyó en un aumento de 42,8% en las importaciones, un salto que evidencia dependencia del mercado externo y fragilidad del entramado productivo local.

Entre los sectores que lograron crecer, se destacaron Intermediación financiera (27,2% interanual), Pesca (11,6%) y Hoteles y restaurantes (9%). Ninguno de ellos tiene peso estructural en la economía argentina. En contraste, cayó 2,2% el sector de hogares con servicio doméstico, síntoma de la contracción del empleo informal y de baja calificación.

El consumo público bajó tanto en términos interanuales (0,8%) como trimestrales (0,1%). Las exportaciones se redujeron 1,5% frente al último trimestre de 2024. En cambio, el consumo privado aumentó 11,6% interanual y 2,9% frente al trimestre previo. La Formación Bruta de Capital Fijo subió 31,8% interanual y 9,8% trimestral, lo que refleja inversión, aunque concentrada en sectores con mayor capacidad financiera.

El crecimiento sin producción deja a la vista el sesgo del programa libertario: un ajuste brutal del Estado, caída del gasto público, presión impositiva creciente, apertura comercial y concentración de la inversión. Lejos de una reactivación inclusiva, la economía avanza por un camino desequilibrado que excluye al trabajo, debilita al Estado y profundiza la desigualdad.

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